—Cazador Salvatore…mi amo y señor, el cuarto príncipe vampiro Nicholas Sallow, desea hablar con usted en privado. Lo que busca, ya no se encuentra en este castillo. — Aquella monja de hábitos blancos, miró al cazador Salvatore directamente a los ojos.Niccolo sintió repugnancia del ser que tenía delante. Una monja, una esposa de Cristo, corrompida con la ponzoña de un príncipe vampiro. Aquello era una blasfemia mucho más grande de lo que estaba dispuesto a soportar como el soldado de Dios que era. Tomando a aquel neófito asqueroso del brazo, el cazador de cabellos rubios la sacó del castillo, arrastrando a la vampiresa lejos de todo ojo curioso cargado de curiosidad. El padre Meuric se sintió completamente asqueado al ver a aquella esposa de su señor corrompida.Soltándola con violencia, Niccolo la empujó hacia el suelo, para luego sacar su arma consagrada. Mirando a la horrenda monja corrompida, los ojos del cazador no mostraron atisbo alguno de piedad.—Una esposa de Cristo, una her
El cielo negruzco anunciaba una tormenta, y los vientos cada vez más fuertes, azotaban violentamente los cristales en la ventana de la mansión Montefeltro. Las madres lobo intentaban calmar a sus hijos, y los hombres yacían apostados en sus puntos, vigilando minuciosamente que ningún maldito cazador de la familia Salvatore, invadiera aquellos territorios. Nadie podía negar que aquella situación no era deseable, y repartiéndose el pan y la sopa caliente, todos guardaban silencio ante el miedo que les producía el finalmente perecer. El ambiente era triste, como si un aire de desesperanza los hubiera invadido, y el deseo de recuperar lo perdido se volvía cada día más y más fuerte.Leonor Montefeltro repartía alimentos a las mujeres y los niños, meditando todo lo que había ocurrido en tan poco tiempo; su hermano, Leopoldo, se había enfrascado en una guerra directa contra los Salvatore, y ahora mismo, había emprendido un largo viaje, quizás sin retorno, persiguiendo a aquellos cazadores qu
En el castillo del Conde.—Nadie ira a ninguna parte, lobo del sol…yo no pretendo que la loba Génesis se aparee con su gemelo Levana, y creo que usted, Alfa Kingsley, debe de escuchar lo que tengo que decirle. — dijo el segundo príncipe vampiro, Vasile de Bourgh.— No es mi deseo pelear contra un príncipe vampiro, pero si no me deja marchar con los míos, no tendré alternativa. — aseguró Artem con visible enojo.Vasile comprendió que Nehemías había hecho promesas en su nombre, pero aun así no podía dejar que aquellos lobos se fueran; no con Nicholas y Dragos merodeando en su búsqueda. Su padre, el primer maldecido, debía de finalmente entregarse en los brazos de la muerte, para que la paz finalmente llegara para toda su estirpe maldita…solo así el e Isobel tendrían una nueva oportunidad de ser felices. Su consorte se mantenía triste, encerrada en sus aposentos de día y de noche, presa de la infelicidad de su estado, y más aún, su abuelo, el viejo Velkan Bennet, había llegado como un al
El movimiento era lento, pero constante, el murmullo de un par de personas, se escuchaba lejano, el sol golpeaba su rostro levemente, como si se estuviera colando por alguna rendija, y abriendo sus ojos violetas, aquella loba se levantó abruptamente notando como algo desconocido, a todo lo que se hallaba a su alrededor.—Al fin despiertas…a no ser porque noté tu respiración, te habría dado por muerta. Estas hecha un verdadero desastre, será mejor para ti ducharte, en la parte trasera hay un pequeño baño en donde podrás asearte, el amo Giles no debe de ver a su futura hembra con tales fachas tan indignas. — dijo una vieja loba bruja mirando a la joven con desprecio.—Maldita seas, bruja, ¿A dónde es que me llevas?, no me entregaré a ningún hombre a menos que esa sea mi voluntad. — respondió Gabriel Levana mirando con odio a la misma bruja que le había tendido una trampa. Sintiendo sus piernas temblorosas, la joven loba apenas lograba mantenerse en pie.Aquella vieja loba, soltó una car
La noche había caído, y Gabriel Levana despertaba de aquel terrible sopor en que las hiervas y hechizos de la vieja bruja la habían mantenido. La luz de la luna llena, entraba de lleno en aquella habitación, iluminada a medias debido a ella. Lágrimas se derramaron de los ojos violeta de Gabriel, quien sentía su cuerpo terriblemente adolorido, y las pocas memorias de lo ocurrido, llegaban a ella intensificando su silencioso llanto. Abriendo las piernas a duras penas, y con gran temor, miró las blancas sabanas con recelo y asco, dejando que su llanto se liberara por completo, al mirar aquella mancha rojiza debajo de ella.Había perdido su virginidad.Sus ojos violetas observaron al hermoso hombre que dormía plácidamente a su costado tan profundamente, y cuyos cabellos de plata lo delataron como aquel al que la bruja había planeado entregarla, como si fuese tan solo un objeto para la diversión de ese hombre, y para parirle a sus hijos. Notando pecho, casi en el nacimiento de su pezón, aq
La noche tocaba aquel castillo en medio de los bosques de los Cárpatos, y Giles Levana, de un solo salto, entraba en sus aposentos con premura y descontento. Había cometido un error, un gran error que le había costado caro. Notando que su habitación estaba en penumbras, el lobo blanco entró de inmediato a su tocador, y encendió la luz de una vieja vela. Mirándose en el espejo, con gran furia y también pesar, observó aquella marca en su pecho; había marcado a aquella loba desconocida y con ello se había unido en un vínculo con la desconocida mujer…ya no tenía derecho alguno de reclamar a Génesis, pues se había voluntariamente atado a otra bajo los efectos de la bebida.—¡Maldición! — Giles gritó encolerizado, al entender completamente la gravedad de sus acciones.Rasgándose en pecho en un acto desesperado por desaparecer de su piel aquella marca, el lobo blanco sintió la sangre escurriendo de la herida, ensuciando su ropa. Sin embargo, de nada le había servido aquello, pues casi de inm
—Tiempo sin vernos, muchacho, creo que tú y yo tenemos algo de que hablar. — dijo aquel hombre.Entrando en modo defensivo, Niccolo reconoció a aquel miserable lobo que tenía delante.—Tu… — y mirándolo a los ojos, el cazador de cabellos rubios atacó sin pensarlo. —¡Detente ahora! — gritó Leopoldo Montefeltro, entrando en medio de aquel lobo y Niccolo logrando detener el ataque repentino de este último.Niccolo se sorprendió de sobremanera al mirar al padre de Génesis frente a él, y frenando el ataque que le había hecho a aquel miserable Alfa.—El viejo Montefeltro… — murmuró el cazador rubio.Retrocediendo dos pasos, Niccolo miró con desprecio y rencor a los hombres que tenía delante. Aquel lobo no era nadie más que aquel maldito Alfa, padre del lobo miserable con el que su madre había huido después de abandonarlo a su suerte.—Zorudo…el miserable Alfa que acogió a mi madre dentro de su manada, por ser la ramera humana de su hijo. ¿Viniste a dejarme a algún mensaje de esa
“Mi hijo está muerto, fue asesinado hace dieciséis años por tu padre, Nicanor Salvatore…al igual que tu madre. Ella llevaba esto en su cuello el día en que tu padre la asesino intentando protegerte, cazador. ¿En verdad no lo recuerdas? Mocoso”Niccolo despertaba de aquel desmayo sufrido. Abriendo los ojos en aquel desconocido lugar, el cazador de cabellos rubios sintió su estómago revuelto, y los deseos de vomitar se hicieron presentes. Repasando con la mirada aquel extraño espacio, rápidamente ubicó una puerta entreabierta en donde se alcanzaba a apreciar azulejo; aquel debía de ser el baño, y corriendo hacia, rápidamente en el lavamanos devolvió la nada que tenía en el estómago. Escuchando la puerta crujir, dio una mirada de soslayo reconociendo así a Leopoldo Montefeltro quien lo miraba con un deje de lastima, y le alcanzaba una toalla para que pudiera limpiarse.—¿Qué haces aquí Montefeltro?, nosotros somos enemigos, y no importa lo que digas, ni la sucia artimaña que hayas planea