Éste mes va a ser el último de publicación de éste libro, porque antes de que termine el mes, finalizará la aventura de Tayler y Angelique. Perdón por no publicar el día primero, sin embargo, como dije en los comentarios que respondí, suelo tomarme unos días cada fin de mes y, como extra, el 31 fue mi cumpleaños, así que no estaba en condiciones de escribir nada. Espero que disfrutaran del capítulo y será hasta mañana.
Empezar la mañana con un café suele ser lo mejor para despertarse, sin embargo, que te llame el médico para decirte que es imperativo que vayas a verlo, que es algo que esperabas (solo que más tarde), digamos que no deja lugar a la somnolencia propia de la mañana, de recién levantada. Por eso, cuando el teléfono suena y fue precisamente el doctor, tanto Tayler como yo no dudamos ni un segundo en subirnos a la camioneta y salir disparados para el hospital. En cuanto entramos, la enfermera nos lleva al consultorio donde encontramos al médico revisando papeles de su escritorio y archivos en la computadora frente a él. Parece sumamente concentrado, lo que me hace preguntarme qué será tan importante y si se tratará sobre nosotros, lo que me hace apretar con fuerza la mano del pelinegro por la anticipación. Él me devuelve el apretón con suavidad a modo de intento de apoyo y nos acercamos a las sillas frente a su escritorio, haciendo que note nuestra presencia finalmente. Parece que o el
El doctor se toma un momento antes de responderme y, lo que sale de su boca, me deja completamente anonadada.-Quizás unos siete u ocho años más, mi Luna. -¿Qué? ¿Es una broma? ¿Tanto tiempo?-Lamento decir que sí, que es mi estimativo mirando todos los resultados obtenidos. No estoy diciendo que sea imposible, al contrario, es más que evidente que su concepción es propicia, sin embargo, tomará tiempo que eso ocurra, que su cuerpo esté listo para lo que implicará. Cada implante que ocurra, hasta que no estén las condiciones correspondientes, todo terminará en aborto. -¿Aborto?-Será espontáneo, su cuerpo la está protegiendo, por eso no dejará que aquello que pueda lastimarla continúe. Sé que no es algo agradable de oír, mas no es algo que se pueda evitar. Escuchar eso me deja completamente descolocada, y Luana gimotea en mi cabeza, porque como yo, ella quería poder ser madre, queríamos tener a nuestro cachorro. Saber que puede pasar cerca de otra década por poco antes de poder conc
-No, no mi poder como tal, sino la suma de ambos en una sola y pequeña criatura, la cual crecerá dentro de mí mientras se alimenta de mi interior, no solo de lo que yo coma, sino hasta de mi fuerza vital. -Lo sé, pero no sabía que sería tan peligroso. ¿Qué dijo mi hijo al respecto?-Por supuesto que le preocupa, la idea de arriesgarme, de poner en peligro mi vida por tener un heredero, no le ha causado ninguna gracia, incluso intentó insinuar la idea de no tener heredero con tal de protegerme.-¿Y cuál fue tu respuesta a eso?-Puede quedarse tranquilo, conozco la "tradición"/deber que tenemos al estar en la posición en la que nos encontramos y, como extra, quiero la posibilidad de ser madre. Los hijos son el legado que les dejamos a quienes "abandonamos" cuando nuestro tiempo nos llega, y son una de las alegrías más grandes que puede tener alguien. Es cierto que no todo siempre es sencillo o sale bien, he visto la prueba de esto con mis propios ojos, no obstante, el mundo no viene co
En cuanto entro, su cabeza está baja frente a varios papeles que parecen planos, pero en cuanto se da cuenta que soy yo, su cabeza se alza y me observa con curiosidad. -Angi... ¿ocurre algo? Hueles a mi padre. -Sí, estuve en el lago hablando con él, y de hecho, tú y yo tenemos que hablar. Parece desconcertado momentáneamente, hasta que parece caer en lo que estoy refiriéndome y suspira. -Sí, supongo que sí. -¿Qué estás mirando? Parece importante. -Son planos de terreno. Toma un papel más pequeño y me lo ofrece, el cual me acerco para tomar y examino curiosa. Parece un dibujo de una zona y solo dos frases en él: "El tiempo se agota." "Aquí al atardecer". -¿Viene de parte de él? -Creemos que sí. -¿Cómo es que lo tienes? ¿Vino un mensajero?-Algo así, Liam lo trajo, parece ser que lo encontró uno de los guerreros que patrullaba hoy, clavado en un árbol en el límite de nuestro territorio. Alguien se atrevió a acercarse mucho... -Eso parece. ¿Qué sitio es éste? ¿Lo conoces?-Sí,
Ella alza nuestras ropas que parece que las ha juntado en el camino de buscarnos y ambos nos levantamos para ir a buscarlas y retomar nuestra forma humana. En cuanto estamos listos, volvemos hacia donde está ella. Siento mucha curiosidad sobre quién puede ser ésta vez. No parece tan enojada, por lo que no puede ser Alefrick, o de lo contrario estaría furiosa y hasta por poco gruñendo en lugar de hablar. -¿Qué pasó? ¿Quién vino?-Bueno... La verdad me dejó impactada, pero se trata de Lisa. -¿Qué? -Como lo escuchaste, se acercó al límite del territorio, buscó a uno de los guerreros y pidió hablar contigo. -¿Conmigo?-Sí, dijo que necesitaba hablar "con la nueva Luna de la manada". Según el guardia, lo dijo de forma extraña, aunque no supo explicar a qué se refería. -Ok... no estoy segura de qué podría querer ella, mas supongo que si vino así de "tranquila", siendo la ex Luna de su manada, sería grosero no recibirla adecuadamente. -Técnicamente... aunque no veo qué razón podría ten
Cuento hasta diez, y no funciona, por lo que intento con veinte y hasta con treinta para mantener la calma, pero es que se me está complicando bastante. ¿Realmente me está preguntando semejante tontería? ¿Cómo es que se le ocurre? Ella misma me dijo que merecía ser feliz, ¿y ahora viene con esto? ¿Es en serio? Incluso siento cómo Nina se tensa a mi lado, como si quisiera responder exactamente lo mismo que yo estoy pensando justo ahora, mas se contiene de la misma forma que yo, simplemente para no causar problemas. Nos moleste o no, Lisa sigue siendo una ex Luna, que aunque ya no tenga el cargo oficialmente, merece respeto, incluso por su edad y experiencia. Eso no quita que Luana quiera prácticamente rugirle en la cara, y quizás algo más también. Pasan varios segundos en silencio en la oficina hasta que creo que puedo responder sin gruñir y respiro profundo antes de hablar.-Con todo el respeto que mereces, Lisa, te diré que no, que eso no es posible, y sabes perfectamente el porqué
Cuando la noche nos alcanza, me siento agotada. El enojo que conseguí hoy por causa de mi encuentro y charla con Lisa, más el sinfín de conjeturas que he estado formulado en mi cabeza sobre sus verdaderas razones para venir aquí como lo hizo, la verdad que han agotado tanto mi cuerpo como mi mente. No digo que no sea verdad que ella haya querido ver si había posibilidad de que regresara, porque la conozco, por más buena que pueda ser, es orgullosa y no le gusta perder, en ningún sentido. Pudo haberse llenado mucho la boca diciendo que se preocupaba por mí, que quiso venir para asegurarse de que estuviera bien y ofrecerme un refugio, una opción u oportunidad si no era así, mas no, yo sé que no era solo eso. Si lograba llevarme, eso habría sido bueno para ella, sin embargo, si lograba lo que fuera que quería, entonces habría sido todo un éxito. El problema es que no sé qué es lo que buscaba y eso es lo que me pone de mal humor. Necesitando relajarme, me recuesto en la cama con pesadez
La luz aumenta momentáneamente de golpe, como si alguien hubiera encendido uno de esos enormes reflectores desde el fondo del lago, y cuando vuelvo a enfocar la mirada, me quedo helada ante lo que veo. Del centro del remolino, una figura empieza a surgir. Su rostro está oculto bajo una capucha negra (que no está mojada en absoluto, como si no estuviera realmente saliendo de lo más profundo del lago) y la corona hecha de piezas como de plata del siclo lunar brillando como el astro mismo, flotando unos cuantos centímetros por encima de la capucha, es lo que me hace estremecer, porque me estoy imaginando lo que va a pasar y me corta el aire.Cuerpo esbelto, con curvas pronunciadas y piel tan blanca como la nieve, la túnica negra que continúa desde la capucha, cubre la zona de sus pechos, parte de su abdomen y sus caderas, cayendo finalmente en estolas que flotan a su alrededor como si realmente estuviera bajo el agua. Una tobillera en su pie izquierdo, un collar al rededor de su cuello q