Capitulo 27:

Hat se quedó helado, firme y de piedra, observando con profundo pavor los dorados ojos de su hermana…

No.

Los ojos de la bestia.

Una de las adolescentes, Sarah Noisvik, se encontraba en el frío suelo a varios metros de ellos, desparramada como una muñeca de trapo.

Durante varios segundos, la respiración del lobo negro se detuvo, sintiéndose incapaz de recordar cómo hacerlo; pero cuando finalmente escucho el bajo y persistente golpeteo del corazón, todo su ser se relajó.

"Al menos no la mató" se consoló el chico de cabello negro como la noche, dando un paso hacia adelante con firmeza.

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