Capítulo 3

Esa tarde del sábado, en otro lugar de la ciudad.

Después de lo que paso en casa de Dyl, como ya sabéis me fui corriendo a mi casa y esperé a que viniera la policía y mis amigas. Una vez en mi casa me cerré con llave y empecé a recordar todo lo que me había pasado. No podía creerme que eso me estuviera pasando a mí, estaba muy asustada, más de lo que podía recordar, y eso que yo, aunque parezca una chica frágil y fácil de asustar, no lo soy, no me da miedo casi nada, pero lo que había pasado con ese chico me tenía aterrada. Aun estando encerrada en mi casa seguía teniendo miedo de estar sola. En mi cabeza lo único que rondaba en esos momentos eran las últimas palabras que me había dicho, con esa voz tan grave y temerosa que tenía el chico, que hacía que cualquier persona se debilitara ante él. Esas palabras que hacían que me entraran ganas de llorar e ir corriendo a abrazar a mi madre, como cuando era pequeña y me caía de un columpio. En este momento necesitaba a mi madre más que nunca, necesitaba que estuviera aquí conmigo y me dijera que no pasaba nada, que yo estaba a salvo y todo se arreglaría, pero tengo tan mala suerte que mi madre se había ido 2 meses a un viaje de trabajo, así que solo me quedaban mis amigas y la policía. En ese momento, cuando estaba sumida en mis pensamientos, el timbre de mi casa sonó e hizo que me asustara, pero luego recordé que seguramente serían mis amigas o la policía, ya que hacía más de media hora que los había llamado. Despacio y aún con miedo en el cuerpo, me asome por la mirilla de la puerta y vi que eran mis amigas, así que abrí rápidamente la puerta y me abalance sobre ellas, las abrace muy fuerte y ellas me agarraron, fue en ese momento cuando después de toda la larga noche que había pasado, por fin me sentía protegida y a salvo. Ahora sé que con ellas no me sentía sola y fue ahí en ese preciso momento cuando me desmorone, empecé a llorar como nunca antes lo había hecho, como si no hubiera un mañana, pero ellas no me soltaban, ellas me estaban acariciando la espalda y diciéndome palabras tranquilizadoras, que hacía que poco a poco volviera a la normalidad.

—Tranquila Sammy, todo estará bien —me dijo Amanda con una voz suave y angelical que hacía que poco a poco me fuera relajando.

—Cálmate Sam, cuéntanos que te ha pasado y te podremos ayudar —me dijo Carol. Carol era otra de mis mejores amigas, era la más responsable y la que siempre mantenía la calma del grupo.

—Está bien chicas, ya estoy mucho mejor —dije no muy convencida.

—Perfecto, pues ahora quiero que nos lo cuentes todo, queremos saber porque estas así y si alguien te ha hecho daño —me dijo Carol mientras Amanda asentía.

Les conté absolutamente todo lo que me había pasado, mientras se lo contaba ellas ponían caras de terror y de miedo, después de contárselo todo me abrazaron muy fuerte y me dijeron que todo saldría bien.

—Me has dicho que has llamado a la policía ¿no? —me pregunto Amanda.

—Sí, nada más salí de la casa me encerré en casa y la llame y después a vosotras, no creo que tarden en llegar. —Y justo cuando dije esas palabras, como si pudiera predecir el futuro, llamaron al timbre. Carol dijo que ella abriría la puerta, y siguiendo el mismo procedimiento que había realizado yo anteriormente, se asomó por la mirilla y al ver que era la policía abrió.

—Hola señoritas. —Entraron tres policías con un uniforme y miraron para todos los lados, supongo que para comprobar que todo estaba bien—. Venimos porque hemos recibido una llamada avisándonos que alguna necesitaba ayuda, que había un hombre raro o algo así ¿Estáis bien? ¿Podéis contarme lo que ha pasado? —dijo el policía más mayor con voz dulce y tranquilizadora.

—Si, estoy un poco asustada, pero estoy bien. —Les conté todo lo que me había pasado, sin dejarme ningún detalle, mientras ellos me escuchaban atentamente.

—Entonces me estás diciendo que tu habías ido a regar las plantas de casa de tu amigo y fue cuando de repente apareció ese hombre ¿es eso? —me pregunto el policía más joven para confirmar lo que les había contado.

—Si es eso, y cuando conseguí escapar, el chico o ladrón, como le queráis llamar me dijo: "Maldita niñata, de esta no te salvas, más vale que tengas cuidado porque te encontraré y me vengaré.", tengo miedo de que sea verdad y de que ahora venga a por mí —confesé aterrado y temblando.

—Tranquilízate, lo vamos a encontrar y no te pasara nada, te lo aseguro —dijo convencido el policía que aún no había hablado—. Pero para que lo encontremos vamos a necesitar tu ayuda, necesitamos que vengas a la comisaría de policía y nos describas todo lo que puedas al joven que has visto, así podremos hacer un retrato robot y lo encontraremos —dijo con su voz calmada mientras yo asentía.

—Como nos has dicho que tienes 17 años, eres menor de edad, por lo tanto, antes de venir a Comisaria debemos tener la aprobación de algunos de tus padres, así que como no hay nadie en casa los llamaremos por teléfono para que te dejen ir. —Después de decir eso les pase el número de mi madre y se lo contaron todo, mi madre se asustó mucho pero finalmente lograron tranquilizarla y me dejo que fuera a Comisaria.

Una vez en comisaria me pude relajar, allí sabía que nada malo podía pasarme, ya que estaba rodeada de policías y nadie en su sano juicio se atrevería a hacerme algo allí. 

Después de 15 minutos que para mí fueron eternos me dijeron que entrara en una sala. Cuando iba caminando hacia la sala todos los nervios que se me habian ido al entrar en la comisaria me vinieron de golpe, estaba muy nerviosa, tenía miedo de no saber describirlo o describir mal al chico, estaba asustada y eso se notaba. Al entrar en la sala me puse a temblar, era una sala pequeña y oscura, sin ventanas y con una mesa y dos sillas, a mi lado derecho había un cristal donde se veía mi reflejo, pero que supongo que sería donde estarían los otros policías observándolo todo, estaba asustada porque supongo que ese era el sitio donde llevaban a todos los delincuentes, y aunque sé que yo solo iba a describir al chico que vi, la sala no me daba buen rollo, era un poco siniestra y me ponía la piel de gallina. 

Dentro de la sala se encontraba el policía mayor que había estado conmigo en la casa, al ver una cara conocida hizo que me relajara un poco.

—Sam tranquilízate, no estés nerviosa, solo vamos a hacerte unas preguntas para poder encontrar al chico —dijo amable.

—Vale, empecemos —dije no muy convencida.

—Primero que nada, me gustaría enseñarte unas cuantas fotos de personas que más o menos encajan en la descripción que nos has dado en tu casa, para ver si tenemos suerte y es alguna de esta, ¿Te parece bien?

—Claro. —Empecé a mirar las fotos y no me sonaba ninguna cara, sí que tenían el cabello parecido al que yo había descrito, pero ninguno era el chico, él era diferente, las personas que me enseñaban en las fotos no daban ni la mitad de miedo del que me había dado aquel chico y eso me preocupaba, me preocupaba no poder encontrar al chico y que quedara libre. Finalmente, después de revisar todas las fotos le dije al policía que no era ninguno de ellos.

—Vale tranquila, era normal que eso pudiera pasar. Ahora vamos a llamar a un dibujante y queremos que nos describas al chico que has visto detalle por detalle ¿Te parece?

—Si. —En ese momento entro un chico que tendría unos 25 años, supongo que era el dibujante.

—Hola, me llamo Paul y quiero que me describas detalle por detalle todo lo que te acuerdes, yo intentaré dibujarlo lo mejor que pueda.

—Vale. —Empecé a describir al chico detalle por detalle, acordándome de cada fragmento de su cara y buscando alguna cosa que lo pudiera diferenciar del resto. Cuando ya había acabado de describirlo me vino una cosa a la mente, me acorde que cuando el chico me había cogido la cara y antes de que yo le diera una patada, el chico tenía en su brazo un singular tatuaje, era una especie de brazalete que le rodeaba todo el brazo como si fuera una serpiente. Cuando le describí el último detalle el chico me enseño el dibujo y yo me quede atónita, era él, era el chico que yo había visto, estaba perfectamente retratado—. Si es él, es el que entró en la casa. —El policía que estaba dibujando llamo a los otros policías con cara de preocupación y eso hizo que yo me alterara.

—¿Qué pasa? ¿Por qué me miráis así?

—¿Estás convencida de que ese era el chico que entró en la casa? —pregunto el policía serio.

—Si ¿Por qué? ¿Lo conocéis? —hablé rápido y agitadamente.

—Esto será más difícil de lo que creíamos —dijo el policía mirándome con preocupación—. Al chico que nos acabas de describir llevamos años detrás de él, ha cometido muchos robos y le ha hecho daño a bastante gente, se esconde muy bien, incluso creíamos que se había ido del país, pero con lo que nos acabas de decir acabamos de confirmar que sigue aquí, y que va a ir a por ti —me dijo cogiéndome de la mano al ver que estaba a punto de llorar—. Tranquila, no te vamos a dejar sola, vas a estar vigilada por la policía y no queremos que salgas sola de casa ¿de acuerdo?

—Si, pero ¿es muy peligroso? —pregunté con más miedo del que había sentido nunca.

—No lo podemos asegurar, pero estamos convencidos de que irá a por ti, así que tienes que estar alerta, vamos a atraparlo.

Había pasado un día desde que había ido a la comisaria, como me dijeron los policías no me habían dejado sola ni un segundo, estaba vigilada todo el rato, y aunque eso me hacía sentirme incomoda, por lo menos nadie me podía hacer daño y eso me tranquilizaba. De repente me sonó el móvil anunciándome que tenía un mensaje nuevo y cuando lo abrí me derrumbé, me caí al suelo y empecé a llorar, el mensaje decía:

"TE ENCONTRÉ, ME HA COSTADO, PERO TE ENCONTRÉ, ¿ME TIENES MIEDO VERDAD?, ESO ME GUSTA, QUE ME TENGAS MIEDO, PORQUE NI TODOS LOS POLICIAS DEL MUNDO VAN A HACER QUE TE DEJE TRANQUILA. NOS VEMOS PRONTO, POR CIERTO, BONITO PIJAMA DE BOB ESPONJA QUE LLEVAS PUESTO, TE HACE ADORABLE."

***

Esa misma tarde en casa de Hugo, después del intento de robo

Después de contárselo todo a Bryan, decidimos que no la podíamos dejar escapar, la niñata no se podría salir con la suya, pasara lo que pasara la encontraríamos y la torturaríamos, hasta el punto de que tuviera tanto miedo que no tuviera más remedio que irse de la ciudad, de ese modo sabría que conmigo no se mete nadie. Después de dos horas discutiendo sobre que podíamos hacer, finalmente decidimos que llamaríamos a nuestros contactos, si ellos no la encontraban no lo haría nadie, ellos son los mejores del país por eso están a mi disposición y por ese mismo motivo a mí nunca me han atrapado.

—Hola, os llamo para que me ayudéis —dije serio, no me hacía falta ser amigable con ellos para pedirles el favor, yo les pago y ellos me obedecen ese es el trato y si me la juegan son ellos los que acabaran perdiendo.

—Hola Hugo, ¿Qué necesitas? —preguntó Asier, él era mi contacto y era una de las únicas personas que podía confiar, ya que había estado a mi lado desde que tenía 15 años.

—Necesito que me ayudéis a encontrar a una persona.

—Claro, te ayudare encantado, pero necesito que me des algo de información sobre esa persona.

—No sé nada sobre ella, si no, no te habría pedido ayuda ¿No crees? —maldije malhumorado, esta situación me estaba cansando, es que no entendían que si yo supiera algo sobre la niñata él no me haría falta.

—Solo necesito su nombre, su aspecto o el lugar donde la viste por última vez, con algo de eso me sobra —contestó Asier un poco resignado. Sé que estaba enfadado por cómo le había hablado, lo conozco y se cuándo se enfada, pero no me importaba, él se lo merecía. Me quede pensando en lo que me había dicho, necesitaba un nombre, así que recordé la "conversación" que tuve con la niñata el día que la vi, y me acorde que ella me dijo su nombre, empezaba por la S, era algo como Sara o Sally, no Sam, su nombre era Sam, lo recuerdo porque aunque no les estaba prestando mucha atención, recuerdo que cuando me dijo que se llamaba Sam pensé que ese era nombre de chico.

—La chica que tenéis que buscar se llama Sam, ella la verdad es que está bastante buena, tiene un aire añoñado e infantil que hace que deslumbre y unos preciosos ojos azules hipnotizantes que te corta la respiración. —Cuando acabé de describir cada detalle de ella me quedé callado, no me podía creer porque mierda había dicho todo eso, la había descrito como un ángel cuando en verdad era una autentica bruja de la que me tenía que vengar, cada vez que pensaba en ella hacía que mi odio aumentara por momentos.

—Tío, ¿Qué ha sido esa descripción tan precisa? No te habrá gustado la niña ¿no? —dijo Asier burlándose de mí.

—¡Cállate joder! —grité—. Es una puta niña de mierda, si dices una sola palabra sobre esto te mato ¿entendido? —pregunté con una voz tan grave que hasta a mí me dio miedo, me ardía las sangre, estaba más enfadado de lo que me imaginaba, ese comentario no me había gustado nada.

—Entendido, tranquilo que no diré nada.

—Okey, por cierto, la última vez que la vi estaba en la Avd. de Los Ángeles, en ese barrio pijo. Tengo otro favor que pedirte, llama al contacto que tenemos en la policía y mira a ver si alguien con la descripción que te he dado ha ido allí, o si alguien ha preguntado por mí en estos últimos días. —Después de eso colgué sin escuchar la respuesta, ya que sabía que me tenía que obedecer.

Habían pasado unas horas y no sabía nada sobre Asier, me estaba empezando a enfadar, como narices una niñata de barrio pijo era capaz de esconderse de mí, eso no me gustaba nada, así que para olvidarme un poco del tema cogí una botella de Vodka que había encima de la mesa y empecé a beber. En ese mismo momento me sonó el teléfono, era mi contacto de la policía, así que no dude en contestar.

—Hola, ¿tienes noticias?

—Si, tengo malas noticias, te están buscando. Hace 1 hora ha venido una cría de unos 17 años diciendo que se había encontrado con un chico dentro de la casa de su amigo, dice que iba a robar y la ha amenazado. Han hecho un retrato robot sobre el chico y eres tú, saben que estás en la ciudad y van a ir a buscarte, la niña te ha delatado. —En el momento que me dijo eso sentí tal ira correr por mi interior que lo primero que hice fue estampar la botella de vodka al suelo, con tanta fuerza que se rompió en mil pedacitos pequeños.

—¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?

—Estoy bien, ahora dime todo lo que sepas de ella, necesito información, ¿Dónde vive? —exigí cortante

—Ella vive a dos manzanas de donde tu habías entrado a robar, es la mejor amiga del chico de la casa donde estabas —contestó finalmente.

—Vale, si sabes algo más no dudes en llamarme. —Con esas últimas palabras colgué el teléfono. Estaba más enfadado que nunca, no me podía creer que después de amenazarla se atreviera a ir a la policía, pero esto no se quedaría así, ahora sé dónde vive y aunque mi contacto de la policía me haya dicho que estará vigilada eso no será un impedimento para mí, yo siempre me salgo con la mía y esta no va a ser la excepción.

Me cambié rápidamente y me subí a mi coche, tenía que planear que hacer con la niñata, así que decidí ir a su casa para ver cuántos policías la estaban vigilando. Cuando llegue me relaje, solo había dos policías, así que sería pan comido vengarme de esa tal Sam. 

Para que nadie me viera me escondí arriba de un árbol de la casa de al lado, y no pude tener más suerte, desde el árbol donde estaba se veía perfectamente la casa de Sam y sobre todo su habitación. Entonces la vi a ella, llevaba un diminuto pijama de Bob Esponja que no dejaba mucho a la imaginación, le quedaba como anillo al dedo, como si hubiera sido creado para ella. Si fuera de los típicos chicos que van detrás de una tía seguro que estaría babeando en ese preciso momento, pero yo no era así, a mí no me gustaba nadie y mucho menos me enamoraba, para mí el amor es algo estúpido, es un error que solo cometen los idiotas débiles que no tienen nada que perder, y yo no soy uno de esos. Para mí, las chicas eran como un trozo de carne, las usabas una noche para satisfacer mis necesidades y a la mañana siguiente si las había visto no me acordaba, pero ellas no se quedaban atrás, sabían lo que les tocaba si se arrimaban a mí, pero ellas como estúpidas seguían viniendo, pensando que ellas serían las indicadas, pensando que me harían cambiar y me enamoraría de ellas. Pero lo que no saben, es que nadie podrá conseguir eso, nadie podrá ocupar un trozo de mi corazón, ya que mi corazón ya fue roto a pedazos cuando era pequeño. El chico sensible y cariñoso que existía hace años había desaparecido, ahora solo quedaba lo que soy ahora y eso nunca cambiaría. En ese momento sumido en mis pensamientos me vino una idea a la mente, ya sabía cómo hacer para empezar a vengarme de Sam, primero que nada, le enviaría un mensaje para que se diera cuenta de que la había encontrado y que ni los policías que tenía fuera vigilándola iban a impedir que me vengara de ella. El mensaje era claro y conciso, y para que se creyera que la estaba observando y le entrara miedo le puse lo del pijama de Bob Esponja.

Cuando ella cogió el teléfono y leyó el mensaje su cara cambio, estaba pálida, dejo caer el teléfono en el suelo y se puso a llorar, tenía miedo y eso era justo lo que quería que sintiera, quería que se diera cuenta de que no iba a estar a salvo en ningún sitio. Yo no pretendo hacerle daño físicamente, solo voy a hacer que se vuelva loca, que tenga miedo de ir sola por la calle y que no baje la guardia en ningún momento, voy a seguir cada paso que dé y voy a hacer que se sienta observada en cada movimiento que haga, esa será mi dulce venganza para la chica que me volvió loco en el mismo momento que la vi, pero no loco de amor sino loco de rabia y desesperación.

 

 

 

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