Alessandro Black trataba de mantener a raya a su hijo. Jhon estaba como tigre defendiendo a su cría. El desmayo de Oliver había sido la gota que derramó el vaso. El ex mano derecha aguardaba junto a Deeguel Rodríguez para poder pasar a ver a su hijo. Su enfado no desaparecía aún. — Ya cálmate Jhon, seguro que es una resaca y un poco de debilidad, Oliver es fuerte y lo sabes. — Eso no hace que me preocupe menos, cuando Nami se entere de que su hijo está en la clínica va a asesinarme. Me va a culpar Deeguel. Mi egipcio vive para mí y para Oliver. — Todo se resolverá, y hablando de eso, dame un minuto — El padre mafioso salió a buscar a su hijo. Lo encontró cerca de una máquina expendedora sacando una bebida energética. — Emill, te levanto el castigo, desde ahorita vuelves a tu puesto, rescata la carga y envíala a los clientes, denme un momento de paz, carajo. — ¡¿Qué pasa si no quiero volver?! — Sencillo, Degél seguirá al frente y veremos cuánto dura el negocio antes de q
Al escuchar esas palabras automáticamente Jhon guardó el arma, Los Black se quedaron igual de sorprendidos como cuando la sacó, más no dejaban de preguntarse que hizo cambiar de opinión al mafioso. — Tío Jhon, entiendo que estés molesto, sabemos que Oliver es tu único hijo y que lo quieres proteger, pero conozco a Axel, es un hombre de honor, estoy seguro que sería incapaz de lastimar con mala intención a Oliver. — Lo siento Rey Black Jr. Me dejé llevar por mi amor de padre, somos mafiosos despiadados pero la familia siempre es lo más importante para nosotros. El actual jefe de la mafia mexicana, le habló en clave a Jhon para que conociera su lugar, aquí el jefe y dueño de todo era Emill. Su palabra era ley, era órden, lo era todo. Los manos derechas lo sabían perfectamente. — Oliver va a estar bien. El y Axel solucionaran su situación a su debido momento, Jhon, Disculpate con los Black. — Pidió Deeguel. — En verdad lo siento. Alessandro, espero que perdones mi exabrupto
La gente se amontonaba para mirar el aparatoso accidente. Alguno de ellos afortunadamente llamó a la ambulancia, Cecilia se encontraba golpeada e inconveniente. La jóven Alcántara tenía una pierna bastante lastimada, de la frente le corrían sangre que manchaba su rostro. El golpe en todo su cuerpo fue demasiado fuerte, ella comenzó a sangrar, el pequeño bebé se estaba yendo. La estaba dejando ya que no soportó el impacto. El chófer del coche que la chocó, resultó estar mínimamente herido, los transeúntes no lo dejaron marcharse cuando pretendió huir. Todos ellos estaban de acuerdo en que tenía que pagar por su imprudencia. Pronto la ambulancia llegó y los paramédicos fueron a atender a la jóven mujer. — !Es una chica, ella está muy herida! — Se escuchó a una señora decirles. — Troy, ella está inconsciente, está sangrando de la frente y de una pierna... ¡Oh por dios, ella está sangrando también de la vagina, puede tratarse de un posible aborto! ¡De prisa, saquemosla de aqu
Los paramédicos bajaron de la ambulancia a Cecilia. Pero el personal no estaba convencido de dejarla entrar. — ¿Quién viene con ella? ¿Hay algún familiar que se haga cargo de los gastos médicos? — ¡No, su familia apenas viene en camino, ellos pidieron que se le trasladara aquí al Bartolomé, ella conducía un porche de modelo reciente, no creo que tengan problemas para pagar, atiéndala m*****a sea, la chica está muy mal! Aunque dudaron un poco, el equipo de doctores de urgencias del costoso hospital de primer nivel. la metieron a su esterilizada e impoluta sala de espera, una vez ahí procedieron a hacerle todo lo que necesitaba esperando que si hubiera quien pagara por todos los procedimientos. — ¡Rápido, un ultrasonido móvil para saber si efectivamente esto era un embarazo, que el trauma le vea la pierna, el cirujano se encargue de la herida que tiene en la frente, tenemos que hacerle radiografías, muevance que se nos va! — Doctor, esta joven necesita una transfusión, ha perdido de
El CEO ruso nunca se esperó que le hubiese ocurrido tal cosa a Cecilia, su angustia se podía sentir, se podía escuchar, preguntaba por la jóven y preguntaba por su hijo. — !Dime Andye, quiero saber, quiero la verdad, Por favor no me ocultes nada! — La verdad no lo sé, Egon, apenas hace poco que llegó al hospital y todavía la están atendiendo, no han salido a darnos noticias. Trata de tranquilizarte y ven al hospital, mis padres y yo estamos aquí. — Claro. Estaré allá cuánto antes. — El jóven ruso cortó la llamada con su socio y se llevó la mano al rostro. Andye en ese momento recibía una llamada de Dallán. Necesitaba unos datos y se los iba a preguntar a su primo. — Hola Andye, ¿Estás muy ocupado? — La verdad es que si. — Respondió el CEO con tristeza. — ¿Qué te pasa Andye? Te escuchas muy extraño, ¿Puedo ayudarte en algo? — Dallán, es Cecilia, ella ha sufrido un accidente. No sabemos que tan grave está por qué sigue adentro con los médicos, estamos en el hospital
Tanto Andrés como Egon pedían entrar a ver a Cecilia, pero por el momento no se podía, tenían que pasar al menos un par de horas para ver su evolución, ella debía estar monitoreada con un doctor prácticamente al pie de su cama. — En estos momentos todavía no pueden pasar, su condición es estable pero no podemos abusar. Yo mismo vendré a avisarles cuando ya pueden entrar a verla, pero tenga entendido que solo podrá ser cinco minutos nada más, debemos cuidarla lo más que se pueda para que tenga una buena recuperación. — Pero... ¿Ella estará bien, cierto? Es que... ella estaba tan ilusionada con el bebé... Los dos lo esperábamos con tanto amor. Cecilia... va a estar devastada cuando lo sepa. Un silencio sepulcral se hizo en la sala de espera.. Esa era una terrible realidad. Cuando Cecilia supiera que había perdido a su hijo, ella se iba a entristecer muchísimo. De repente comenzaron a llegar Dallán, Daniel Alejandro y Donovan. — Tío Andrés, ¿cómo está ella? ¿Los doctores ya
Al CEO Alcántara le había tocado vivir duros y dolorosos procesos durante su vida. La muerte de sus padres siendo un niño muy pequeño, el ataque en la preparatoria que lo dejó discapacitado de la mano izquierda, y ahora el estado grave de su tercera hija y la muerte de su nieto. — Cariño, no puedo quedarme más tiempo aquí, tendré que salir... pero estaré en la sala de espera con la familia, todos han venido a verte, ¿Lo ves? Todo el mundo te adora, Princesa. — Señor Alcántara, debe salir, hice una excepción con usted porque es su padre, pero la paciente no va a despertar por el momento. — Si, entiendo. — El CEO dió un beso en la mejilla a su hija y muy en contra de su voluntad salió de la sala de cuidados especiales. Absolutamente toda la familia, abordó para preguntar a Andrés cuando salió de ver a Cecilia cómo estaba ella, incluso Dariana Ferreira y Aithana Ballesteros, habían llegado al hospital apenas se enteraron por sus esposos del accidente de Cecy. — Gracias a t
Era terriblemente doloroso para el hombre ruso ver como la joven Alcántara se deshacía en lágrimas y desesperación, ella gritaba que quería morir también para ir al lado de su pequeño. Las máquinas comenzaron a hacer ruidos y los doctores vinieron a ver qué pasaba. — ¡Señor, por favor salga de la sala, tenemos que estabilizar a la paciente de nuevo! — ¡No, no te vayas Egon, no te vayas, no le abandones, no puedo sola con este dolor, no puedo! — Cecilia no quería quedarse sola en la sala con extraños doctores que no comprendían su sufrimiento. — Está bien amor... No voy a irme, nunca voy a irme, me quedaré aquí, estaré a tu lado y juntos vamos a vivir nuestro duelo. Pero prométeme que vas a luchar por vivir, jurame que no vas a dejarme solo con esta pena. — Las inesperadas palabras de Egon fueron para Cecilia el aliciente justo que necesitaba. Ella lo miró y asintió. Solo ellos podían sentir en carne propia lo destrozados que estaban sus corazones. Los doctores no pudieron