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Me puse a correr nada más ganar la calle en la seguridad de que el gordo no tendría tiempo de alcanzarme aunque quisiera.

No terminaba de asimilar lo que había pasado, era incapaz de imaginar qué podía llegar a ocurrir con un poli tan raro siguiéndome la pista, lo único que tenía claro es que necesitaba otro trago, pero esta vez en soledad.

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