Capítulo 20. Juegos sexuales. Selín lo acomoda en la cama, donde ella se sube sobre él, causando que Leandro quiera tocarla, pero ella solo corresponde a sus besos, sujetando sus manos a la cama. —¿Me atas? —pregunta, incómodo. —También te ataré los pies. —¿Es una broma? —le dice mirándola desconcertado. —No, te dije, al aceptar, estás aceptando que haga lo que yo desee y tú no puedes decir que no. Te voy a explicar un poco: yo fui una sumisa, alguien que servía a un dominante o amo, la categoría más alta de todas. Existen varias facetas como Sádico, Daddy o Mommy; aquellos que se denominan papi o mami, les gusta que los traten así. A mí no me gusta ese rol; están Tarn y Dueño o Jinete, que son roles parecidos al dominio. Yo, en particular, juego a Dominante, Amo y Sumisa. Te daré un ejemplo, mi hermano. —¿Tu hermano? —¿Esto viene de familia? —La hace sonreír. —Así parece, mi papá es un amo, tenía de sumisa a mi mamá y a otras personas. Aquí puedes jugar con cualquier persona
Capítulo 21. Complemento. Ella se toma una y, a los minutos siguientes, ambos están sudando; Selín se lo come completo, no lo deja, experimentando diversas posiciones. Ella se pone de espaldas y se mueve haciendo rebotar su trasero frente a él, lo toma de la mano y lo anima a que la apriete del cuello, lo que la llena de placer. Leandro le baja el corset dejando sus senos expuestos y la besa, desde el cuello, a su boca, mientras juega con sus senos, placer tras otro; ambos se entregan sin medidas. El estimulante, las pulseras, el afrodisíaco, todo los enloquece. Él la toma en cuatro boca abajo haciéndole un intenso oral, de pocos minutos, volviendo a entrar en ella para torturarla; la toma sin piedad y a ella le gusta, le gusta sentirlo hasta el fondo y eso lo tiene hechizado. Le gusta que le jalen el cabello y la tomen de la nuca; además, lo mira con maldad. Cada gesto de ella queda grabado en su mente. Leandro está arrodillado sobre la cama, la carga en sus brazos, ella lo ayuda
Capítulo 22. Órdenes. * Al llegar a la base, Alessandra de inmediato aborda a Leandro. —Ya he borrado la pequeña multa que se ganó tu corredora, y los videos de grabación están borrados. ¿Estaban follando dentro del auto? —Omite los detalles. —Joder, esa tía iba como a doscientas millas por hora… —Bruno aparece y Leandro mira a Alessandra muy serio. —¿Qué? Estaba aquí cuando estaba borrando las grabaciones. —Cálmate, hermano, no pasa nada, no le diré nada a nadie, tu secreto está a salvo; ya sabemos quién te trae ocupado estos días. —Gimena, ¿qué pasó con los detalles para el envío? —Estamos en ello, jefe, coordinamos todo para la entrega; el avión con las modelos saldrá en unos días, solo debemos estar preparados para que el cargamento esté en el avión. En América se encargarán de recibir el cargamento; nosotros solo cumpliremos en enviarlo. —Envía entre esas modelos a Alma; quiero tener a alguien que solvente la situación, en caso de que algo salga mal. La vamos a vigilar
Capítulo 23. Confesiones. Ella apoya ambos codos sobre la mesa y se inclina hacia ella, moviéndose el trasero, como se lo ordena, sintiendo su cuerpo caliente, las mejillas rojas de la vergüenza. No sabe qué sentir, todo se nubla en su mente, cuando de la nada, él se sale de ella y la acomoda sobre su regazo, penetrándola con su miembro, lo que le saca un suspiro ahogado. La música está muy alta, ella se mueve rápido, buscando su orgasmo, se enfoca en los meseros, en las personas que entran y salen del lugar, todo; la adrenalina es inquietante, pero ella no se detiene, se corren casi al mismo tiempo, terminando con un intenso beso, que es interrumpido por el mesero que se aproxima a la mesa. —Señor, ¿desea algo más? —Sí, tráeme otra botella de tu vino más caro. —Sí, señor, como ordene. El mantel de la mesa y el vestido de Selín cubren la desnudez de Leandro, mientras él aún sigue dentro de ella, una complicidad que a simple vista parece una pareja normal, su mujer sentada sobre
Capítulo 24. Amo y Señor. Ella se mueve al baño, dejando a Leandro con una sensación amarga; algo renueva la ira por dentro. Se siente impotente, con una sed de sangre inminente. Ambos se arreglan para salir; Leandro la lleva a su casa, notando a los de seguridad muy activos al verlo llegar. —Gracias por traerme. Por esa noche. —Suena a despedida. —Ella sonríe ligeramente. —Me estoy despidiendo. —Pero no por siempre, te llamaré más tarde; escríbeme si necesitas alguna ayuda con lo de la habitación. —¿Aún quieres seguir con eso? —Lo haremos, después de todo, es hasta que dure. —Ella lo mira un poco incómoda, acercándose lentamente hacia él; nota como él aprieta su mandíbula mirándola serio, y la besa. —¿Me dirás en algún momento cómo se llama ese tipo? —No, prefiero no volver a tocar ese tema. —Ok. Descansa, Selín. —Tú también, Leandro. * Días después. La adrenalina del sexo ha cambiado; las ganas se han incrementado al jugar a la abstinencia. Leandro se e
Capítulo 25. Planes. El cabello de ella roza los muslos de sus piernas. Leandro la lleva hacia la habitación, donde se meten en la ducha, dejando un desastre en la habitación de juego. Como una reina, él la baña con la esponja dentro del jacuzzi, admirando su belleza, lo dulce de su mirada, un ángel entre sus piernas y en la cama una demonía. Lo tiene hechizado, le gusta su cabello, su sonrisa, sus perfectos dientes blancos, ese hoyuelo que se crea en su barbilla cuando sonríe, su mirada, su cuerpo, su olor, la manera en que ella se acomoda sobre su regazo frente a frente, lo mira y acaricia su mejilla antes de acercarse lentamente y besarlo, como se acomoda sobre su hombro y permite que el silencio entre los dos sea más que suficiente; ella lo tiene en su hechizo. Al igual que él, Selín a encontrado en Leandro un amigo leal, un buen amante, le encanta lo posesivo que es con ella, su inteligencia, su astucia, esa manera de analizar todo y tener un plan para cada cosa, la mane
Capítulo 26. Viaje a la isla. Van en el avión, comiendo y disfrutando de su compañía. Leandro la tiene abrazada sobre su pecho, mientras ella mantiene sus piernas cruzadas sobre las de él, dejando ver sus hermosos muslos que él acaricia. —Faltan 3 horas. —Confirma Leandro. —Lo sé —afirma Selín. —¿Por qué lo dices? —Ella lo mira y él no duda en acariciar sus labios, dándole la señal de sus deseos. Ella lo entiende, se acerca a sus labios y lo besa, causando que pierda todo sentido. Él empieza a desnudarla, al igual que ella procede a hacer lo mismo, ambos sintiendo la necesidad de sentirse. * Selín está sobre él, se mueve a su ritmo; él la toma del cuello, metiendo en su boca su pulgar, que ella chupa, cerrando los ojos ante la sensación que recorre su cuerpo ante su intenso orgasmo. Lo tiene deslumbrado, ella no se niega a sus locuras, la besa sintiéndose dichoso, ya que jamás lo había hecho durante un vuelo; la adrenalina que ella le hace sentir es la misma que él siente
Capítulo 27. Fiesta de cumpleaños. Leandro recibe un bolso con dinero, unos documentos y una caja con unas piezas de diamante rojos que mandó hacer. —Cómo lo ordenaste, Tania hizo todo para crear esa réplica que enviaste. —Gracias, nos vemos más tarde. Leandro va saliendo, cuando aparece Tania. —Hola, Leandrito, ¿te gustó lo que te hice? —Le da un corto beso en los labios, saludándolo de manera seductora. —Muy buen trabajo, espero que tu recompensa sea suficiente. —Siempre puedes recompensarme de la manera que tú y yo sabemos, yo encantada. ¡Bienvenido, jefe! Leandro la deja pasar; es una belleza, sin duda alguna un gran entretenimiento para sus visitas, sin embargo nada lo detiene para volver con Selin. Quien ha estado pensando muchas cosas desde que vio a la mujer de cabello castaño, dice un hombre que se llama Tania, una belleza, pero no sale de su mente la sonrisa y la manera en que tocó el pecho de Leandro; la hace sentir incómoda, tanto que no puede continuar p