Aquellos ojos de tormenta se abrieron aún somnolientos. Su esbelta figura se removía con inquietud en el asiento afelpado del coche de Jean Pierre._ ¿Por qué lo hiciste Jean Pierre? _ La joven lo miró alicaída, su entonación emanaba cierta desazón por haber desamparado a Jean Paul en el hospital. El hermano del medio tras escuchar su incógnita frenó fortuitamente el vehículo, obstaculizando la carretera principal.Sus manos trémulas acogían el volante con fuerza, la respiración incesante le perforaba los pulmones, el sudor gélido brotaba desde la frente hasta caer por el mentón, mientras su visión se entornaba cada vez más borrosa._ No quería verte sufrir. _ Musitó el joven trepidado.Adeline con preocupación accionó desabrochando su cinturón, situó su mano sobre la sudorosa nuca de Jean Pierre, en tanto su otro brazo tiraba de él. Posicionó su temblorosa figura en el asiento del copiloto.La joven rebuscó en su cartera hasta dar con los ansioliticos. Introdujo varios en la boca de
La ventisca del invierno azotaba la cabellera rubia de Adeline. Sus ojos grisáceos contemplaban las centellantes luces de la ciudad, mientras Jean Pierre conducía rumbo al Palais Royal._ Pronto nevará. _ anunció con preocupación, adhiriendo sus ojos dorados en el cielo nocturno.La joven lo miró, percibiendo el estado azorado de él, las manos tensas en el volante y su mirada ensimismada en la carretera delataban como Jean Pierre, repetidamente, era consumido por sus propios pensamientos._ Quiero saber más de ti. _ preguntó ella, rescatando al joven del oscuro abismo al que estaba apunto de resbalar. _ Desde pequeño, mis estudios los llevaba con distintos tutores desde casa, mis padres concordaron enseguida por mi hermética personalidad, sin embargo, para respaldar su decisión inventaron que sufría del espectro autista, solamente porque odiaba estar con otras personas. _riendo, la miró ladeando la cabeza.Adeline en respuesta hizo una mueca de desaprobación._ Eso es horrible Jean Pi
_ Estamos a ciegas Eydrian, proporciónanos algo de iluminación. _ exhortó Jean Pierre por medio de los altavoces del coche._ Soy un empresario Jean Pierre, no un puto hacker. Así que dame un momento ¡por el amor de dios!. _ sus ojos de heterocromía se desviaban a múltiples aparatos electrónicos, mientras que sus dedos se desplazaban ágilmente por la computadora descifrando algoritmos complejos que accedían directamente a las cámaras de la ciudad. _ En vez de irte con André o dejar a Bastian custodiando la mansión, hubieras aligerado mi trabajo sin tan solo algunos de ellos estuviera junto a mí. _ Una sonrisa sarcástica se asomó en las comisuras de Eydrian.En respuesta, Jean Pierre resopló de aburrimiento._ Listo, estoy dentro. _ Canturrió victorioso al ingresar en el sistema de seguridad de París.El joven pelirrojo cabeceaba adormilado en el asiento del copiloto, no obstante, Jean Pierre lo zarandeó, adquiriendo la atención nuevamente de André, el cual bostezó sobando sus ojos negr
_ Adeline, recuerdas cuando te envié el avión de papel en clases de Informática?. _ La voz plácida de Darius resonó por el pasillo que conducía al mismo aposento en donde se encontraban Bastian y Adeline.Bastian se hallaba resguardado detrás de la puerta cercana a la habitación en la que Darius merodeaba meticuloso los alrededores del vasto pasillo._ Como olvidarlo. _ replicó la joven llorando silenciosamente._ La respuesta que me diste no estaba entre las opciones, te daré una segunda oportunidad para que vuelvas a escoger. _ Darius se dirigió sigilosamente al aposento en el que provenía la voz flaqueante de ella.Aquellos ojos azul marino se percataron de la proximidad del joven Lancaster a la puerta. Desenfundó presuroso el revólver y apuntó expedito hacia él._ ¡No lo hagas Darius, no vengas!. _ vociferó entre sollozos intermitentes. _ Seguiré esperando tu respuesta. _ sonriendo, percutió la puerta con su pierna remitida hacia Bastian. No obstante, Bastian disparó primero, hi
El estrépito asiduo de los signos vitales de Jean Paul, alarmaron a la totalidad de médicos del hospital. El mayor de los Sonobe, sufría un desplome en su pulso cardíaco.Mientras la ola de médicos merodeaban presurosamente la estancia preparando el desfibrilador, la mente de Jean Paul viajaba al día en que le propuso matrimonio a Adeline._ Yo te amo, te lo he demostrado hasta el cansancio y aun así la prefieres a ella cuando solo te ha sido indiferente al amor que le concedes siempre. _ vociferó Zafira golpeando el escritorio.El mayor de los Sonobe reclinó la silla del escritorio pasmando sus ojos de avellana en ella._ ¿Un acostón de una noche te produjo tanta devoción hacia mí?. _ embozando una sonrisa altanera negó con la cabeza. _ Han trascurrido tantos años desde esa noche y sin embargo recuerdo nítidamente mis palabras. Que te coja no significa que sienta algo por ti. No puedes decir que no te lo advertí, no soy como mi hermano menor, no hago el juego previo para luego llevá
Sus ojos dorados, contemplaron la sangre brotar de los cadáveres desparramados en la nieve, al bajar desasosegado del Jeep. Montículos de soldados, de ambos bandos, se encontraban aglutinados en distintas áreas del palacio.La tormenta había cesado, el panorama blanquecino se dispersó por completo. El cielo se tornó oscuro, avecinando la noche.Jean Pierre caminó sobre el pórtico ensangrentado, atravesando la puerta entreabierta seguido por André.Soldados aún en pie, auxiliaban a los heridos, otros instauraban estrategias de contraataque y el resto se preparaba para el batallón.Cada ejército lo simbolizaba una tonalidad específica, según a la familia que servían. Los Petrova portaban una armadura roja, los Salvatore un arnés negro, los Lancaster vestían con coraza cobriza, los Grey con montura plateada y los Sonobe figuraban el dorado en sus carcasas._ Amo Sonobe, el ejército rojo y negro nos traicionaron. _ Informó Damien en muletas y con heridas severas en todo su cuerpo. _ El ej
Aquellos gélidos ojos grisáceos contemplaban las sombras que se adentraban al ventanal con temor. Como si la sombra proyectada por el roble fuera a tirar de sus pies y sumergirla nuevamente al abismo del que hace varios años se esmeraba por escapar. Adeline retrocedió tambaleante, temerosa por el monstruo que su imaginación había creado. Las frondosas ramas asemejaban filosas garras que amenazaban en capturarla. Se sentía atrapada, asfixiada, le habían arrebatado la máscara que portaba._ No lo entiendes, no tenía opción. _ musitó, escuchando su propio latir feroz._ ¿No tenías opción?. _ preguntó incrédulo sonriendo. _ Siempre hay opciones Adeline, tú escoges que camino tomar. Eres esto, una joven que consume medicamento como si fueran dulces porque no puede lidiar con lo que realmente es. _ acercándose a ella, zarandeó sus hombros. _ ¡Dilo! ¡Quién eres!._ ¡Soy un monstruo!. _ Vociferó derrumbándose en la alfombra, rompiendo en llanto.Castiel se hincó ante ella, apartando con deli
En la mansión Sonobe, el hermano del medio, contemplaba el reloj de madera que descansaba sobre la mesa de noche de su aposento.Se hallaba encorvado, sentado a un costado del colchón, portando unos pantalones de vestir negros y zapatos de cuero del mismo color. Su espalda tonificada y desnuda, dejaba a la vista cada una de las cicatrices que la recubría, todas amontonadas, encapotadas entre sí. Algunas por azotes de látigo, que de vez en cuando, su padre le infligía por desobediencia. No obstante, gran parte de estas, habían sido quemaduras de cigarro, que su madre propinaba, como si se tratara de un cenicero.Aquellos ojos de oro evocaron a su yo infante encadenado a uno de los escritorios de la biblioteca. Su cuello adherido a una gargantilla metálica, sujetaba las demás cadenas que lo sometían.El pequeño Jean Pierre, se restregaba con dolor a causa de un enorme cardenal provocado por la fricción del collar en su cuello. Aun cuando el dolor se volvía insoportable, no se atrevía a