—Bueno… ¿comenzamos? —pregunto y ella aprieta un botón de la grabadora de voz antes de sentarse manera correcta en su asiento y mirarme.—Comenzamos. —Dice de manera firme y profesional —. Buenos días, mi nombre es Stella Gilabert, reportera de ICON. Esta vez la revista ICON cuenta con un nuevo bloque titulado Los Millonarios no se Enamoran y que forma parte del área de entretenimiento. El día de hoy nos encontramos con nuestra primera víctima, nuestro primer entrevistado, y me complace revelar que es nada más y nada menos que Aarón Abernathy. Buenos días Aarón, muchas gracias por haber aceptado a hablar sobre un tema que sabemos es privado y personal.Ella espera a que yo hable, pero no puedo dejar de mirarla, de halagarla. Mientras hablaba de una manera correcta y, como ya dije, profesional, noté que no podía mantener sus manos quietas y era como si explicara todo lo que decía con ellas. También miraba mucho la pared detrás de mí, lo cual asumo que es su manera de concentrarse para
—Pasa que en ese momento yo no estaba tan de lleno en este mundo. Con esa tercera decepción amorosa decidí dejar de buscar, me cerré. Me dije que dejara de hacer cosas que no quería solo por el bienestar de mis padres, por más que fuesen mis padres, estaba mal. Es mi vida y nadie puede decidir por mí. Pueden opinar, sí, darme consejos, fundamentos, pero al final del día la decisión la tengo yo. Se lo comuniqué a mis padres, y desde entonces nos vemos de vez en cuando, no me cedieron el control de sus empresas y no fue algo que me quitó el sueño, en realidad yo quería levantar las cosas por mí mismo, crearlo, ganármelos y no que me regalaran las cosas con facilidad y menos por hacer algo que no valía la pena. Me duele es lo que perdí, el cariño de mis padres.>>Gracias a Dios tengo unos amigos que son mi soporte. No imagino una vida sin ellos. Me han ayudado en muchas cosas, me han brindado su apoyo incondicional en todo momento. No estoy seguro de haber logrado tanto o haber llegado t
Aarón Abernathy—Primera vez que soy nada para una chica. —Es lo primero que dice mi mejor amigo al entrar y cerrar la puerta por la que se acaba de ir Stella Gilabert —. Hasta la maniática de Fari no puede alejar sus ojos de mi belleza al verme y eso que me odia, pero esta chica, fue como si fuese un mortal mal para ella.—Quisiera pedirte que no seas dramático, pero ese es tu papel en nuestra amistad: tú eres el prostituto dramático, Archer es el desgraciado infeliz y yo el insatisfecho sarcástico.—Mejor no nos pudiste describir —está de acuerdo conmigo.—Y deja de llamar maniática a mi secretaria.—Bien, la llamaré psicópata —él simplemente se tira en el mueble, se quita los zapatos de un pie con el otro pie y viceversa y luego va estirando sus piernas sobre la mesa, dejando sus pies cubiertos por medias sobre ella.—¡Deja de meterte con ella! —suspiro, pidiéndole paciencia al cielo —. Es una buena mujer, trabaja duro para mantener a su familia y tú lo único que haces es pensar ma
—Esa mujer será tu perdición —mi amigo suena escandalizado y truena sus dedos contra el metal del ascensor —. Ah, y estoy hablando de tu secretaria, no del bombón que te entrevistó, aunque ella también será tu perdición, pero de buena manera.—¿Se puede ser la perdición de alguien de buena manera? —cuestiono, realmente interesado en saberlo.—Lo averiguaremos. —es todo lo que dice, saliendo del ascensor en cuanto llega a planta baja. Yo lo sigo detrás. Él me saca literalmente una cabeza, y eso que soy alto. Mido 1.80.—Yo creo que Fari te gusta y estás celoso de que me haga ojitos a mí. —Decido meterme con él, pero ahora si se detiene y voltea, mirándome con horror.—Dime que no te escuché decir tal barbaridad. Mis oídos casi sangran —dramatiza. Como siempre.—No, no lo hago.—En mi vida me fijaría en una psicópata como ella. Amigo, te lo digo en serio porque me preocupo por ti, así como tú te preocupas por mí. Despídela antes de que sea demasiado tarde. Yo entiendo que es buena traba
09 de enero de 2021Stella GilabertMiro mi atuendo y sigo sin sentirme cómoda. No soy de usar vestidos, pero entiendo el grado de formalidad que una persona puede llegar a aparentar con ellos, y en esta ocasión la requiere. Esta vez llevo un vestido color rojo, el de ayer era azul, y aunque, como ya dije, me hacen sentir rara, también dan otras vibras. Creo que más que hacerme sentir incomoda, me hacen sentir insegura. Al ser vestidos ajustados resaltan mi figura y soy una persona con mucha más carne de lo normal en ciertos lugares, no es que sea gorda, pero sí rellenita, y no es que no me guste, para mí estoy bien. No quiero ser una modelo o parecerme a una, lo que me intimida son las miradas o comentarios que algunas personas me hacen.El último comentario que han hecho fue ayer, iba en el tren, de camino al trabajo. Justo había termina
—Buenos días, señorita Brownbear —digo educadamente al entrar. Ella me mira de arriba abajo y luego sigue viendo sus papeles. —Puedes sentarte. —Por supuesto. —Tomo asiento delante de ella, quedando la mesa de escritorio entre nosotras. Ella acomoda los papeles que estaba revisando dentro de una carpeta y la coloca en el lado derecho del escritorio. —Anoche estuve supervisando tu primer trabajo. Quise ver qué tal habías hecho la entrevista —me comenta y yo trago saliva con fuerza —. La verdad es que me gustó. Quedé tan encantada que envié la grabación a una estación de radio luego de hacer que peleara con otra por mi oferta. Obviamente vendí la grabación al mejor postor. Saldrá el día dieciséis, un día después de la salida de la revista. No puedo evitar sonreír. Escuchar a esta mujer decir estas cosas lo considero como un halago. Es muy raro viniendo de ella, aunque su tono al hablar sigue siendo igual de duro e intimidante, pero no me
Stella GilabertAl llegar al edificio me hacen entrar a un enorme y elegante salón ubicado en el tercer piso del edificio. Miro como está decorado todo y me distraigo con ello. Hay una enorme y larga mesa en todo el centro del lugar, está decorada con manteles color beige y arreglos florales color purpura y verde. Los almohadones de las sillas son de la misma temática de la mesa y no tienen apoyabrazos. Cuadros elegantes adornan las paredes pálidas debido al blanco de ellas, y hay una en específico que está pintada y parece importante ya que está protegida con postes separadores que impiden el paso a quien quiera admirarla más de cerca.Me acerco lo más que puedo hasta detenerme justo frente a las cintas color roja, prácticamente las toco, pero nadie me dice nada, y yo aprovecho que no lo hacen para admirar mejor la pintura. Es un aeropuerto, el John F. Kennedy de aquí, de New York, y he visto muchas imágenes de él, pero solo lo he visitado una vez y fue cuando llegué aquí, por eso no
—¿Por qué dices: ‘’Oh, ellos’’ como si fuesen algún anticristo? —Él se cruza los brazos y ella bufa.—Me odian. Siempre se burlaban de mi cuando decía que de grande te casarías conmigo y sería tu única novia.Okey, conversación incómoda.—¿Ustedes están comprometidos? ¿Son novios? —Pregunto alarmada mientras recuerdo como él hace un segundo tomó mi mano y no solo acarició el dorso de ella, sino que yo también acaricié la suya.—No, no. Solo somos amigos. —Aclara primero él.—Mejores amigos —dice esta vez ella, pero su sonrisa titubea y comprendo al instante que está en la zona de amigos —. En realidad, era yo diciendo esas cosas cuando tenía seis o siete años y no entendía lo que significaba, luego en mi adolescencia supe que era algo estúpido.—A mí me parecía tierno, y un poco turbio… —Elizabeth voltea a mirarlo indignada. —¿Qué? Te veía y sigo viendo como a una hermana.—Bueno, cambiando de tema. Díganme donde empezamos con la sesión de fotos, tengo dos horas para esto, luego debo