Por fin llegó el día de la última audiencia, fue un día agotador en el que mis dos mejores amigos no me dejaron sola. La parte acusada ya no tenía pretextos para evitar lo inevitable, fue asombroso escuchar a Bruno por fin decir la verdad y aceptar el hecho de que él ayudó a Rebecca en su malicioso plan, también acepto haberme golpeado y el intento de abuso hacia mí. “No me arrepiento de haber intentado hacer la mía, si pudiera lo volvería a hacer”, sus últimas palabras me dieron escalofríos… La jueza estaba asqueada con el tema y realmente molesta de que aún no hayan aparecido los otros dos acusados… Después de que el jurado los encontrara culpables, por los delitos planteados, la jueza pidió a todo el mundo que se pusieran de pie y comenzó a dictar su sentencia. “Declaro al acusado Bruno Ravanoch, culpable por los cargos de cómplice en intento de asesinato, agresión e intento de violación, a cumplir 45 años en prisión con posibilidad de salir con libertad bajo palabra después d
Después de haberlo pensado por mucho tiempo, decidí vender tanto la empresa como la mansión, no quería nada que me recuerde a ellos y por suerte ambas ventas salieron en solo tres días. Luego convoqué a todos los chicos a una reunión en el hospital, pues tenía decidido hacer algunos cambios importantes. — ¿Qué ocurre hadita, porque esta junta tan repentina? — Luca se sienta a mi lado, para cubrirme de la vista de los demás, — Vamos chica, habla de una vez, que no tengo todo el día—Aclara Renata mientras mira el teléfono con nerviosismo, por tener al pequeño con una niñera en la que no confía. Todos los demás se mantienen en silencio esperando mi respuesta, — Chicos, como algunos ya saben, decidí vender tanto la empresa como la mansión y las ventas ya salieron— les dije con calma, — ¿Y? — argumentó Jesua, —Compre el terreno que está pegado al merendero, así como el merendero mismo. Renata se pone de pie y exclama — ¡Pero por qué hiciste eso, yo podía pagarlo bien! Dil
Cuando el efecto del calmante terminó; me levanté del sofá, notando a Jesua sentado alado de la ventana; fumando. —¿Cómo te encuentras, hermano? — me pregunta y yo solo suspiro sonando mis hombros, —No lo sé. Pero me iré a casa ahora— le digo caminando hacia la puerta, —Si necesitas de nosotros solo dilo— me dice mientras voy saliendo y solo le hago una señal con la mano como agradecimiento. Sin quererlo vuelvo a detener mis pasos en cuidados prematuros, suspiro y entro junto al bebé. Al mirarle puedo ver lo bien que se encuentra mucho más grande y sano que cuando nació, introduzco mi mano en la incubadora y acaricio su pie, —Lo lamento pequeño, no soy tu padre, pero te juro que si te quiero— le dije con pena, —Cuídate mucho y sé un niño feliz… Espero que tu verdadero padre sea un buen ejemplo para ti bebé— agregué y él movió la cabeza sutilmente al sentirme. No tenía idea de que le depararía el destino ahora, pero sabía que su lugar era con su madre y ese desgraciado, es
Miro a mi preciada hija, totalmente dormida, con varios circuitos en su mano; me siento tan mal de haberle sugerido que hiciera un curso tan difícil, tanto que; en su situación, podría llevarla a la muerte. Juré protegerla desde que llegó a mi inconsciente, que verla así, me transporta a ese pasado donde la angustia y tristeza eran el tan pesado plato de cada día. En este momento no era solo mi niña, las lágrimas salían del interior de mi alma, también mi tan deseada nieta corría peligro, me sentía tan responsable como culpable por verlas así. Debí pedirle que abandonara al saber su situación, pero no lo hice y ya la culpa me corroe por dentro como si de ácido se tratara. No me he separado de ella en estos dos días que lleva en el hospital, a pesar de que me lo dijeron, prefiero estar a su lado por si llegase a despertar sin que yo estuviera aquí. He llamado a mi amiga todo el día y comencé a angustiarme al no poder contactarme con ella, después de muchos intentos, decido comunic
— Estoy aquí mi amor, prometo no irme nunca si me aceptas— me dice y las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos sin que pueda evitarlas. Él pasa su mano por ellas, delicadamente; secándolas, para luego dejar un sutil beso en mi frente, — ¿Por qué no me lo dijiste, princesa? — me preguntó y entre murmullos le respondí lo mejor que pude, — Por miedo, no quería angustiarte aún más. Ya tenías demasiado sobre ti, para ser culpable de un nuevo peso. Él levantó mi rostro apenado, depositando un tierno beso en mis labios, —Escúchame bien; jamás nada que tú me digas, me agobiará, eres muy importante para mí, eres mi princesa, mi amor verdadero— me aseguró con ternura. Me sentía tan sensible que comencé a llorar, como una niña pegando mi rostro a su pecho, él me contuvo entre sus brazos; acariciando mi cabello con dulzura, buscando palabras tiernas que logren calmarme, pero solo el contacto de sus labios en lo míos retuvo mi aliento, lográndolo. —Es una niña— susurré en medio d
Las lágrimas se apoderan de mí, mientras asiento afirmando que quiero todo con él, Matt coloca con delicadeza el anillo en mi dedo y este me queda perfectamente. Luego de eso lo abrazo cálidamente y él responde a ese gesto besándome con ternura, un beso largo y lleno de amor que termina por sellar nuestra unión. Al día siguiente, Matt vendo mis ojos para llevarme a algún sitio, — ¿Ya llegamos, puedo sacarme la venda? — pregunto entusiasmada cuando él apaga el motor, — No princesa aún no— la puerta se abre y alguien me ayuda a bajar, — Confía en mi hadita— me dice y con solo reconocer su voz, camino con cautela guiada por él, — Quédate aquí— me pide mientras aparta su mano de mí y me quedo de pie, — Ahora pueden sacarse las vendas— obedezco para ver a mi amiga a mi lado y una lluvia de confeti cayendo, — ¡Sorpresa! —, todos gritan al unísono y ambas nos ponemos sentimentales al ver el cartel de baby shower con nuestros nombres. — ¿Ustedes armaron todo esto? — pregunto
Estos meses pasaron de prisa, llenando mi vida de lindos momentos llenos de felicidad junto a Matt. Todas las chicas me ayudaron con los preparativos de mi boda, pues; no quisimos esperar al nacimiento de nuestra hija y por fin; hoy sería ese tan deseado día… La boda se llevaría a cabo en la playa, todos los arreglos son blancos con rosas rojas, las delicadas telas, se entrelazan en el arco y también en cada borde de los asientos, terminando el decorado con un precioso moño y muchas farolas. Uniríamos nuestras vidas en sagrado matrimonio frente al sacerdote y a un juez, mis damas de honor estarían vestidas con delicados vestidos largos en color salmón, mis preciosos sobrinitos serían los encargados de entregar los anillos; ambos formalmente vestidos, los padrinos del novio llevaban un esmoquin azul marino y Matt usaría uno; color gris. La fiesta también seria en la playa, la plataforma decorada, las mesas; sillas, adornos; banquete, la enorme torta; la música, todo estaba listo,
El primero que tomó la palabra fue el juez, abriendo un enorme libro frente a ambos, mientras decía aquellas palabras. Nuestros testigos firmaron junto a nosotros como fieles creyentes de nuestro amor y después las palabras del sacerdote, inundaron el espacio junto al ruido de las olas. “Queridos amigos aquí presentes, nos hemos reunido hoy para unir a este hombre y a esta mujer en sagrado matrimonio…” Frente a él, escuchando las palabras, llegó mi turno de responder, — Yo te recibo a ti, para ser mi esposo, para tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en salud y en enfermedad, para amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe. Luego me quedé en silencio mirándolo a los ojos con emoción, mientras Matt dejaba un beso en mi mano antes de responder. — Yo te recibo a ti, mi princesa, para ser mi esposa, para tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en salud y en enferme