Ha pasado una semana desde que ella desapareció, la policía no tiene ninguna pista, mi gente tampoco y ni siquiera han llamado pidiendo un rescate, nada, no hay nada y yo estoy a punto de volverme loco. Comienzo a soltar la frustración, a golpes con el armario de mi apartamento, no me importa el dolor de mis puños. Renata me encuentra encarnizado en ese momento donde la vista se nubla por completo, como un animal con rabia. Ella me grita, intentando que pare, pero no tiene suerte; un golpe en seco cerca de mi nuca me hace caer al suelo inconsciente. No tengo idea cuánto tiempo ha pasado, solo sé que al despertar no estoy en mi casa. Miro a mi lado y encuentro a Axel, dibujando en la venda de mis puños. Los gritos de Dilan me ponen sobre aviso, me pongo de pie y le digo a Axel que no salga de la habitación. El pequeño obedece, quedándose tranquilo en medio de la cama, con la tele encendida, sus lápices y el cuaderno de dibujos. (Cinco minutos antes) Escucho el sonido de la puer
—Por favor, Rebecca; déjanos ir—le supliqué sentada en ese viejo colchón con Aurora a mi lado, pero ella se ríe de forma tenebrosa. — Ustedes dos no saldrán de aquí hasta que yo lo diga— nos avienta agua a las dos, mojándonos por sexta vez en lo que va del día. Aurora no soporta más y rompe en llanto, esto molesta a mi madre aún más, tanto que se acerca a ella y le da un golpe en el rostro. — ¡Cállate, m*****a niña, estás aquí por haberte atrevido a declarar en mi contra! — le grita y en ese momento José aparece, pero no nos mira y solo termina llevándose a Rebecca de nuevo. Intento calmar a Aurora como puedo, yo también me siento mal y tengo frío desde que estamos aquí, ni siquiera hemos visto un rayo de sol. — Me quiero ir— susurra entre sollozos. — Tranquila, niña, te prometo que mi esposo y tu hermano, así como los demás, nos deben estar buscando y no descansarán hasta encontrarnos— le digo intentando animarla mientras acaricio mi vientre que se pone tenso, haciéndom
Después de lo ocurrido, ambas mantenemos la esperanza de que alguien nos encuentre pronto y ninguna de las dos se atreve a llevarle la contraria a Rebecca que ahora está peor que antes, pues perdió la poca cordura que le quedaba. La maldad que la carcome es tan grande, que llevamos mucho rato escuchando cómo habla sola, insulta y pelea con alguien que solo existe en su propia mente. Cuando volvió a entrar en la habitación, yo estaba con contracciones y apenas podía moverme. Llevaba así desde hacía varias horas o, por lo menos, eso creía, midiendo mi propio tiempo entre una y otra. Así que aprovecho la situación para arrebatarme a Aurora, aunque quise aferrarme a la joven y ella a mí una nueva contracción me hizo gritar perdiendo el agarre de Aurora. — Parirás sola y me comeré a tu bebé frente a tus ojos antes de acabar contigo— fue lo último que dijo saliendo de la habitación con ella. Podía oír los gritos, el llanto y súplicas de Aurora junto a los golpes que Rebecca le daba.
Caminando con cautela, mirando cada sitio con ella frente a mí, sus pasos se detuvieron cubriendo mi boca cuando quise preguntar el porqué de detenerse abruptamente. Esta chica era peor que un sabueso cuando de escuchar se trataba. — Escucho algo— susurró muy cerca de mí. Luego salió disparada en una dirección, yo me apresuré a seguirla y a metros de ella pude escuchar los gritos de Aurora que casi se podían confundir con el ruido de las olas. Renata se tiró al agua tras quitarse la campera y en ese momento distinguí a mi hermana gritando con el agua en el cuello. Cada m*****a ola le cubría la cabeza y sabía que aquella situación dejaría de ser un problema en pocos minutos, pues el agua estaba subiendo y ella se ahogaría. La seguí con astucia, sacando de las manos de mi esposa la navaja, para hundirme en ese instante e intentar liberarla. Poco tiempo después volví a la superficie. — ¡No es soga, es alambre!— exclame con ira, ella me tomó del hombro colocándome frente a mi her
(En el hospital) Fernanda aún sigue dormida. Aguantó tantos días en tan mala situación, que no puedo evitar sentirme culpable por no haber llegado antes. Nuestra hija tuvo suerte; la protección de su madre y su tío evitaron que muriera de frío. Cuando la enfermera me la entrega cada parte de mi ser tiembla, las lágrimas oprimen mi pecho mientras la pequeña se acurruca en mis brazos disfrutando de mi calor, mirándola es como ver el pequeño calco de la mujer que amo, sus labios; sus ojos, su nariz; hasta el remolino en su pelo son iguales a ella… Jesua, entra en la habitación con el brazo vendado y, a pesar de haber recibido un balazo, lo ves olímpico. — Haber, haber; dónde está mi sobrina— pregunta mientras Andrómeda se abre paso y camina hacia mí. Luca comienza a llorar solo con vernos. — ¿Mi hadita, cómo está ella, y mi mini hadita? Mis palabras se ahogan cuando intento contestarles, seguido de ellos; Renata junto a Axel y Dilan aparecen, ella no titubea y toma a la pequ
Estoy en el cementerio, frente a la tumba de mi abuelo, —Hola, querido abuelo, perdóname por no haber venido en tanto tiempo— me arrodillo frente a el, dejando las flores en frente a su foto, —Ahí tantas cosas que quiero contarte— comienzo con una charla íntima solo él y yo. “Abuelo, por fin pude ser feliz, ya han pasado dos años desde que la policía toco mi puerta para confirmarme que ella había sido encontrada muerta, pude vivir en paz cuando todos ellos pagaron por sus delitos, lo sé; lo sé, tú ya debes saberlo todo, jamás me has dejado sola, abuelo querido sé que por fin puedes descansar en paz, tengo a mi lado a un hombre bueno, que me ama, una enorme familia que sé que tú pusiste en mi camino y una preciosa hija que ilumina mi vida día a día con su ternura y ocurrencias”. Después de despedirme de él, también dejé flores en la tumba de mi abuela Clara. Mi pequeña Ariana viene corriendo hacia mi seguida de su apuesto padre, la tomo en mis brazos y ella me besa en la mejilla,
Este fin de semana largo decidimos pasarlo en familia, los tres solitos en la cabaña; donde tenemos tan bonitos recuerdos juntos, salgo de la misma dirigiendo mi vista cerca del lago, puedo ver a Matt corriendo atrás de su hija, que rebosa de vida y felicidad, su largo cabello vuela con el viento; mientras juegan juntos. Camino hacia ellos y él me toma en sus brazos alzándome del suelo, — ¡Mamá ha sido atrapada! — exclama mientras gruñe, Ari grita y sigue corriendo mientras paso mis manos por su nuca y le robo un beso. Cuando vuelve a bajarme, corre tras Ari y la levanta en sus brazos, comiéndola a besos y haciéndole cosquillas, ella no para de reír, ya exhausta por correr mientras le pide a los gritos que no se la coma. Continúo jugando con ellos un largo rato, hasta que decidimos entrar, ella juega encima del sofá con todos los peluches que decidió traerse de paseo con ella, mientras yo corto algunas verduras para acompañar la cena. Matt se aleja de ella y me abraza por detrá
Ya han pasado tres años desde la última vez que la vi, ahora me encuentro en Inglaterra, trabajando como custodia para un hombre importante. Mi rutina es igual todos los días, pero no me quejo; esta profesión se ha hecho parte de mi vida desde hace muchos años. Hoy es un día tranquilo, mientras espero que me den el reporte de seguridad; me puse a revisar mis redes sociales encontrándome con ella. Una sonrisa se dibuja en mi rostro al verla tan feliz y llena de vida; notando la preciosa familia que ha formado junto a él. Su pequeña hija y el precioso niño que tiene me hacen confirmar una vez más que haberme alejado de ella fue lo mejor que he hecho, pues su corazón le perteneció a él desde el comienzo y sé que le pertenecerá la vida entera. A pesar de todo, aún tengo contacto con todos ellos, en mis vacaciones seis meses atrás; fui a visitarlos, verlos con sus hijos fue muy lindo. William vino a visitarme hace un mes y tuvimos una charla muy agradable. Como siempre no pierde la o