MARIANEN EL PASADO—¡Tienes que ser fuerte como tus hermanos!El látigo choca contra mi piel, el dolor adormece mis demás sentidos y por más que intenté no llorar, es imposible cuando la piel se te abre dando paso a la sangre.Uno tras otro, mis ojos se empañan por las lágrimas, veo borroso y aún me cuesta trabajo entender cómo es que sigo despierta y no desmayada por el insoportable dolor que me inflige mi padre. A quien no le tiembla la mano a la hora de azotarme.—¡Tus hermanos jamás habrían hecho eso!No cesa, no baja la guardia, su voz sigue firme y nadie alrededor interviene, nadie aboga por mí, estoy sola, como siempre lo he estado, mamá murió cuando yo nací, y creo que por eso mi padre me odia. No me soporta.—¡Eres una m*****a vergüenza, m*****a, mil veces m*****a!Mis suplicas son silenciadas por el dolor que siento en el pecho, el cual hace que los golpes sean caricias, mi corazón se rompe, solo quería jugar a las muñecas, me encontró, me gritó débil y ahora me estaba cast
Cierro la nevera y subo las escaleras a paso de plomo. Entro a la habitación de huéspedes y observo que ya está despierto, parece desorientado hasta que sus ojos grises chocan contra los míos, con dificultad se incorpora, realizando una mueca de dolor en el rostro.—Hermano —dice con voz ronca.Es su voz, es él. No obstante, no puedo moverme, estoy tan paralizado, tan confundido.—Julian, soy yo, Andrew —insiste.Me acerco lentamente.—Cuando éramos niños —hablo—. Solíamos tener un escondite secreto, en casa, cuál era.Un brillo lleno de diversión se ancla en sus pupilas y suelta una sonora carcajada, una que golpea mi pecho como vendaval.—El túnel que encontramos debajo del sótano, era un salón de papá donde solía torturar, ahí siempre planeábamos misiones —responde con naturalidad.Relajo los hombros, es él, nadie hasta la fecha, sabe de aquél sitio, solo él y yo.—Creí que estabas muerto, yo mismo fui y reconocí tu cuerpo.Asiente en silencio.—Imagino que esto debe ser un duro go
Me quedo callada. Me muerdo el labio inferior y asiento con la cabeza.—Vale —respondo rindiéndome por ahora—. Mañana firmaré lo que necesites, en cuanto al trabajo…—No hay discusión en eso —niega—. Nos veremos mañana…Da la vuelta y harta de que se comporte así, de esa manera, le detengo tirando de su brazo.—Espera ¿puedo saber por qué te comportas de ese modo?No detiene el paso y me interpongo.—No sé de qué hablas.—Claro que lo sabes —replico—. Y me lo dirás ahora mismo.Sus ojos se oscurecen, su pecho sube y baja, cierra los puños pero no pierde la compostura.—Tengo demasiado trabajo, lamento no estar muy cerca de ustedes, solo.—¿Te estás poniendo en plan peliagudo solo porque nos acostamos? —replico.Eso hace que un brillo de malicia resplandezca en sus pupilas.—No quiero hablar de eso, lo mejor para los dos es que olvidemos lo que pasó —se acomoda de manera nerviosa el nudo de la garganta.Sus palabras me sientan como un duro golpe en el estómago, respiro hondo, yo sabía
EMMAJulian me devora, rodeando mi cintura, mordisquea mis labios de un modo que me hacen derribar las barreras que he puesto, estoy cruzando los límites y no me importa, estoy cegada por el deseo que siente insano e inmoral. Su lengua baila con la mía hasta robarme el aliento.—Maldición —gruñe entre dientes.Toma mi mano, tira de mí subiendo de nueva cuenta las escaleras, mi corazón late frenético, vamos a su habitación, cierra con pestillo y vuelve a mí como vendaval. Sus dos manos rodean mi cara, me empuja contra la pared y gimo mientras mi espalda recibe lo frío de la superficie sólida.No hablamos, no hay palabras que queramos decir y que puedan detener esto. Mis piernas se envuelven alrededor suyo mientras me levanta como si no pesara. Mis brazos se enrollan alrededor de su cuello, jugando con las hebras de su cabello.—No quiero que salgas con alguien más —susurra besando la curvatura de mi cuello.Succiona con fuerza, dejando marca, como si estuviera reclamando mi cuerpo como
Me despido de mi hijo y mientras salgo de la casa de Julian, le mando un mensaje de disculpas a mi tío por no asistir ayer. Entro al carro, no me mira, no me habla, pisa el acelerador y nos ponemos en marcha.No soporto más el ambiente hostil que nos rodea, y por ello, me tomo el atrevimiento de encender la radio, mala idea, porque enseguida la apaga.—No me gusta el ruido cuando manejo —se excusa apretando el volante con fuerza.—Lo siento —me disculpo de mala manera.Bajo la ventanilla y…—Hace frío por las mañanas, súbela de nuevo —demanda.Hago lo que me pide de mala manera.—¿Vas a seguir comportándote de este modo cada que follemos? —exclamo con rabia.No me responde.—No puedes hacer esto.—No sé de qué hablas.—¿Entonces así van a ser las cosas? —frunzo el ceño—. ¿Me follas y al día siguiente te comportas como m****a, me ignoras y haces como que nada pasó?Vuelve apretar el volante con fuerza, sus labios se sellan. Llegamos al estacionamiento y apaga el motor del carro.—Lo qu
Esta vez me dirijo hacia ella.—¿Puedes traerme café?Los ojos de Emma me lanzan dagas de fuego, asiente en silencio, le regala una sonrisa fingida a Daniel y enseguida sale. Sin ella en el mapa, puedo respirar a gusto.—Ella y tu…Daniel suelta una ligera carcajada, toma asiento delante de mí y sonríe como si se hubiera encontrado con la mujer más hermosa del planeta, y lo creo.—Emma y yo fuimos novios, o al menos lo intentamos, pero no funcionó —responde con soltura.—¿Diferencias? —enarco una ceja con incredulidad.—No, más bien teníamos propiedades distintas —encoge los hombros dándole poca importancia al tema.Abro la boca para decir algo más, cuando la puerta se abre y entra Emma, con cara de pocos amigos, me deja el café a un lado y se cruza de brazos. Se supone que le enseñaría algunas cosas, pero tenerla cerca, bajo el ojo crítico de otro hombre, no me agrada nada.—Emma, espera afuera por favor, tengo que…No espera a que termine de hablar, gira sobre sus talones y camina a
Bajo su cremallera, desabotono sus vaqueros y meto mi mano, de su garganta brota un gruñido que se intensifica cuando toco su grueso tronco.—Nadie tiene porque enterarse —musito y las palabras que brotan de mi garganta suenan vergonzosas.Sus ojos brillan con maldad, me toma de las caderas y me gira, baja mi ropa y de una estocada me penetra, duele una m****a, pero al mismo tiempo me gusta. Agarra mis nalgas con rabia, las abre y empuja las caderas con más ímpetu que la primera embestida.—Ah —jadeo con fuerza.Julian me rodea con sus brazos y cubre mi boca con una mano, penetrándome una y otra vez, haciéndome tocar el cielo y el infierno al mismo tiempo.—Me gustas, mucho —ronronea a mi oído—. No está bien esto.Sigue cubriendo mi boca, intento hablar, no me deja.—Te gusto, pero no podemos… estar juntos…Quiero preguntarle por qué dice eso, por qué no podemos tener algo, si es por Michael, él le está tomando cariño, no hay problema, no tenemos compromisos, al menos yo no, quiero pr
EMMALas horas pasan, llevo toda la noche dando explicaciones, las mismas, no sé de qué se me acusa realmente, yo no he cometido ningún delito, ni siquiera me han permitido hacer una llamada, nadie me dice nada más, intenté hablar con mi tío, pero Ricardo me lo impidió.No me escuchan porque soy mujer y porque ellos son los ricos, los poderosos, y ahora me tienen encerrada en una celda temporal de castigo, es fría, no he podido dormir nada, tengo hambre, sed y quiero ver a mi hijo. Estoy por volver a pedir que me dejen salir, cuando la puerta se abre dando paso a un policía, quien trae en manos unas llaves.—Yo no hice nada —expreso por milésima vez.—Eso lo sabemos —abre las rejas—. Al parecer su caso ya se ha arreglado y todo fue un malentendido, acaban de pagar su fianza.Le miro con el ceño fruncido.—Fue una enorme cantidad de dinero la que se dio para que pudiera salir —sigue hablando el policía—. Creo que es una mujer con mucha suerte.—¿Quién la ha pagado? —pregunto al salir.