—¿Acaso no piensas dejarme en paz? —manifiesto en tono glacial.—Ya te expuse el tema, perdí a mi hermano en manos de la mafia, no pienso perder a mi sobrino también —me detalla con la mirada en silencio.Me quedo callada, lo que leí acerca de la mafia no me agradó. Cierro los ojos y suspiro.—Muéstrame.—¿A qué te refieres? —sus ojos adquieren un color sombrío.—Dame una prueba de que todo lo que me dices es verdad, apenas y nos conocemos, Michael es tu sobrino, pero todo sigue siendo… —lo miro con una mezcla de desconfianza y desconcierto—. Alucinante.De pronto, sus ojos relucen con enojo y la desazón se mantiene latente en sus pupilas.—Bien, acompáñame —toma su saco—. Te mostraré.Camina hacia la salida y me muerdo el labio inferior, dudando.—No voy a lastimar a la mujer de mi hermano, si eso es lo que te preocupa —aclara mirándome por encima del hombro.—No soy su mujer, él está muerto, jamás nos casamos —esclarezco.—Pero te amaba.Sale de mi departamento y agarro las llaves,
No presta atención a mis palabras, por el contrario, me carga sobre sus hombros con gran facilidad y me lleva hasta el baño, entramos a la regadera y enciende haciendo que el agua caliente me empape más, pataleo y le araño la espalda hasta que me baja.—¡Idiota! —le pego en su pecho, luego le doy una bofetada.El mundo se paraliza al darme cuenta de lo que he hecho, me quedo quieta. El agua cae a chorros por mi rostro, su pecho sube y baja, por un momento creo que se ha enfadado, pero entonces sucede, merma el espacio que nos separa, toca mi rostro con una mano.—No lo hagas —susurro.No soy idiota, sé lo que quiere hacer, el problema es que quiero que lo haga, mis pensamientos no concuerdan con lo que siento que es correcto, se acerca lentamente, y estamos a nada de besarnos, cuando retrocedo llena de miedo.—No voy a besarte —niego viendo como se sigue acercando.—Está bien —traga grueso y rodea mi cuello—. Solo hay un problema.—Cuál —remojo mis labios.Su rostro está demasiado cer
EMMAAlguna vez escuche que la locura viene de muchas maneras, pero jamás de una como esta, en la que siento que he traicionado a Andrew, me remuevo inquieta en mi cama, lo que me ha dicho Julian sobre la mafia, hace que las tripas se me remuevan, no he podido dormir y pronto va a amanecer, por lo que me levanto y me dirijo a la cocina, donde, para mi sorpresa, veo a mi hijo Michael, queriendo agarrar galletas de chocolate.Sonrío, enciendo las luces y da un respingo, sus ojos grises me miran con asombro y pongo las manos en jarras.—¿Hambre? —enarco una ceja con diversión.Él cierra sus manitas en perfectos puños y asiente.—Mucha, ¿podrías servirme leche también? —inquiere con cautela—. Por favor, mami.—Vale —lo cargo en brazos y lo subo a su silla—. Ladronzuelo.Le vierto leche fría, galletas de chocolate y me siento a su lado, deja algunas moronas, se disculpa apenado, pero le digo que no tiene mucha importancia.—¿De qué has hablado con Julian? —la pregunta me pica la lengua.Su
No me responde, pero sus manos tiemblan, sé lo que es pasar hambre, meto la mano en la bolsa que cargo en brazos y saco un bollo.—Tome, no es mucho, pero ayudará —le digo sonriendo.Él me sostiene de la mano con fuerza, me quedo quieta y luego me suelta, le regalo una última sonrisa aunque no pueda verme, y sigo mi camino, estoy llegando a mi apartamento cuando mi móvil comienza a sonar, veo la pantalla, aparece un número desconocido, frunzo el ceño y contesto.—¿Diga?Silencio, es la única respuesta que obtengo hasta que…—Emma.Una voz masculina me nombra y luego cuelga, los bollos se me caen al suelo y un frío me recorre todo el cuerpo, porque juraría que esa voz es la de… Andrew.NARRADOR OMNISCIENTE Bajo la tormenta, a unos cuantos kilómetros de distancia del centro, Marian Carson, la hermana menor de Julian, baja del auto sin importarle mojarse, sus tacones se clavan en el lodo con cada paso que da, mantiene las manos dentro de su gabardina, escoltada por sus hombres, entra a
Sus ojos son dos llamaradas que me lanzan amenazas silenciosas, toma su bolso y sin decir nada pero con el mentón levantado, sale maldiciendo, cierro la puerta sintiendo que me quitan un peso de encima. Mi móvil no deja de sonar, mi hermana llama a cada tanto. Rechazo cada una de sus llamadas, respondo mensajes del trabajo.Estoy a nada subirme al auto, cuando recibo una nueva llamada de Marian, molesto, termino por responderle.—¿Puedo saber por qué tanta insistencia?—¡¿Le diste los terrenos completos a los Blacke?! —brama.—Sí, no los necesitamos.—Eres un hijo de p**a, es por esto que no deberías estar al frente de la empresa. Padre tiene razón, para lo único que sirves es para…Cuelgo. Hay una comida de negocios que espero con ansias, al llegar al restaurante, la recepcionista no tarda en sonreírme con coquetería, le devuelvo el gesto por amabilidad, y mientras me indica la mesa en la que me están esperando, mis ojos se clavan en la chica de cabello rubio y ojos azules que frunce
MARIANEN EL PASADO—¡Tienes que ser fuerte como tus hermanos!El látigo choca contra mi piel, el dolor adormece mis demás sentidos y por más que intenté no llorar, es imposible cuando la piel se te abre dando paso a la sangre.Uno tras otro, mis ojos se empañan por las lágrimas, veo borroso y aún me cuesta trabajo entender cómo es que sigo despierta y no desmayada por el insoportable dolor que me inflige mi padre. A quien no le tiembla la mano a la hora de azotarme.—¡Tus hermanos jamás habrían hecho eso!No cesa, no baja la guardia, su voz sigue firme y nadie alrededor interviene, nadie aboga por mí, estoy sola, como siempre lo he estado, mamá murió cuando yo nací, y creo que por eso mi padre me odia. No me soporta.—¡Eres una m*****a vergüenza, m*****a, mil veces m*****a!Mis suplicas son silenciadas por el dolor que siento en el pecho, el cual hace que los golpes sean caricias, mi corazón se rompe, solo quería jugar a las muñecas, me encontró, me gritó débil y ahora me estaba cast
Cierro la nevera y subo las escaleras a paso de plomo. Entro a la habitación de huéspedes y observo que ya está despierto, parece desorientado hasta que sus ojos grises chocan contra los míos, con dificultad se incorpora, realizando una mueca de dolor en el rostro.—Hermano —dice con voz ronca.Es su voz, es él. No obstante, no puedo moverme, estoy tan paralizado, tan confundido.—Julian, soy yo, Andrew —insiste.Me acerco lentamente.—Cuando éramos niños —hablo—. Solíamos tener un escondite secreto, en casa, cuál era.Un brillo lleno de diversión se ancla en sus pupilas y suelta una sonora carcajada, una que golpea mi pecho como vendaval.—El túnel que encontramos debajo del sótano, era un salón de papá donde solía torturar, ahí siempre planeábamos misiones —responde con naturalidad.Relajo los hombros, es él, nadie hasta la fecha, sabe de aquél sitio, solo él y yo.—Creí que estabas muerto, yo mismo fui y reconocí tu cuerpo.Asiente en silencio.—Imagino que esto debe ser un duro go
Me quedo callada. Me muerdo el labio inferior y asiento con la cabeza.—Vale —respondo rindiéndome por ahora—. Mañana firmaré lo que necesites, en cuanto al trabajo…—No hay discusión en eso —niega—. Nos veremos mañana…Da la vuelta y harta de que se comporte así, de esa manera, le detengo tirando de su brazo.—Espera ¿puedo saber por qué te comportas de ese modo?No detiene el paso y me interpongo.—No sé de qué hablas.—Claro que lo sabes —replico—. Y me lo dirás ahora mismo.Sus ojos se oscurecen, su pecho sube y baja, cierra los puños pero no pierde la compostura.—Tengo demasiado trabajo, lamento no estar muy cerca de ustedes, solo.—¿Te estás poniendo en plan peliagudo solo porque nos acostamos? —replico.Eso hace que un brillo de malicia resplandezca en sus pupilas.—No quiero hablar de eso, lo mejor para los dos es que olvidemos lo que pasó —se acomoda de manera nerviosa el nudo de la garganta.Sus palabras me sientan como un duro golpe en el estómago, respiro hondo, yo sabía