Capítulo cuarenta y seis: Digno de amor Un grito escapó de la garganta de Thalia y ella se cubrió la boca con la mano. La rubia dio un respingo, como si se hubiera quemado, y Praxis levantó la cabeza en un gesto perezoso, lacónico, enarcando una ceja.—Thalia, esposa mía —su marido pronunció su nombre como si no estuviera sorprendido. Como si no lo lamentase—. No te estaba esperando.—Es evidente —dijo ella, con la voz vibrando de rabia.—Estaba un poco aburrido en la fiesta.—¿Eso es lo que haces cuando te aburres en una fiesta? ¿Venir aquí para fornicar con cualquier zorra contra la pared?—No te pongas dramática. No estaba haciendo nada… aún.La rubia carraspeó con expresión irritada.—Yo no quiero dramas. Solo quería un poco de diversión con el señor Praxis Stratos.—Pues lo siento —dijo Thalia, que no lo sentía en absoluto—. Este señor viene acompañado de mucho drama. Y ese drama soy yo.—Pues entonces me voy —la mujer se apartó y, cuando pasó a su lado, Thalia vio que se le hab
Capítulo cuarenta y siete: No te perdonaré—Eres un mentiroso —Thalia gritó rabiosa y desgarrada.—¡No! —rugió Praxis—. Es más que eso. Al final, lo hago todo a propósito.—¿Qué? Praxis no…—Traté durante años de ser una buena persona, pero no servía de nada. Así que dejé de intentarlo. Hice todo lo posible por ejercer mi tiranía sobre los demás hasta que ya no había redención posible y el mundo entero no podía dejar de tenerme miedo. Ese es el hombre que soy ahora, el que se deja llevar por el odio y el egoísmo sin pensar en nada más. Me alegré de perder a mi madre porque eso significaba que no quedaba nadie para quien intentarlo siquiera. Podía hundirme en la más profunda depravación. Puedes odiarme con todas tus fuerzas si quieres, pero yo nunca te querré. Y nunca podrás estar segura de mi fidelidad. ¿Cómo vas a estarlo cuando yo mismo no lo estoy? ¿Cuando jamás trataré ni siquiera de resistirme a mis deseos? No lo he hecho por nadie nunca y no lo voy a hacer por ti.—Yo estoy atra
Capítulo cuarenta y ocho: El plan perfecto Todo el camino de regreso Thalia trató de contener sus lágrimas y terminó por conseguirlo. Ella era la clase de mujer que tenía un fuerte instinto de supervivencia y si antes había tratado de hacer de todo por su familia, después por el bien de sus hijos y por último por salvar su matrimonio, ese era el momento de hacer todo por ella misma. El hombre al que tanta humillación le había regalado, ahora debería ver el otro lado de sus monedas. Ya no volvería a tener la misma esposa servil y apasionada que había sido ella, tampoco jugaría a sus maniobras sociales ni mucho menos le serviría de escudo ante el mundo en el que pisaba con pie de plomo, ella se iría y le dejaría justo lo que había pedido: libre albedrío. Si él no quería ser amado ella no quería ser ultrajada nunca más. Y detrás de todo aquello se preguntó: ¿Por qué el chófer la había dejado ir sin avisar a su marido? También se supo responder y llegó a la conclusión dolorosa de
Capítulo cuarenta y nueve: La huída de la esposa Praxis no dejaba de dar vueltas sobre su propio eje como un poseso completamente loco. —¡Soy un tremendo imbécil! Mientras había dejado escapar a su mujer esas eran las palabras que se repetía una y otra vez, porque sabía sin asomo de dudas que eran reales. Él estaba loco por ella. Si bien no iba a aceptar nada más que eso, no estaba dispuesto a engañarla más que nada porque no le apetecía. Con ella se sentía lleno, por primera vez sentía que podía pertenecer a alguien y al final de todo se había llenado de miedo y echado por tierra todo lo verdadero para sostener un reverendo engaño. —¿Podemos seguir donde lo dejamos? Se dió la vuelta encontrándose a la rubia dispuesta a saciar sus apetitos pero ella no sabia que ya no tenia ninguno, que hace tiempo estaba bien servido. —Podemos hacer dos cosas —propuso él protegiéndose y protegiendo a su mujer—. La primera te callas y olvidas esto que ha pasado recibiendo una comprensiv
Capítulo cincuenta: Más hombre que tú Aquella noche Thalia odavía podía sentir el corazón latiéndole en la boca, por lo que comió sin ganas y también para no trastocar más a sus pobres hijos.Se sentía culpable (aunque no sabía de qué o por qué), irritada (aunque no debería, no era su culpa), confusa (aunque su decisión estuviera tomada)... Un montón de emociones se acumulaban en su interior sin parar y no sabía cuál era peor.«A este paso terminaré volviéndome loca», pensó.¿Por qué se sentía de ese modo? No tenía más que concretar el divorcio con Praxis para ser libre por fin de todas sus ataduras al pasado. A él jamás le habían importado los sentimientos de ella.Llevada por el cansancio y la tensión de todo el día, Thalia decidió irse a la cama temprano ya que sus hijos habían hecho lo mismo. Por el momento, los mellizos creían que estaban de paseo en España con mamá y que su padre tenía mucho trabajo como para acompañarlos.Thalia se lamentó de no tener un camisón y al final se
Capítulo cincuenta y uno: Más allá de la cordura La mirada de Praxis había mutado de irritado y celoso a rabioso y peligroso. Thalia no sabía lo equivocada que había estado al provocarlo de aquella manera. Si bien esa no había sido su intención en un principio, y él había malinterpretado más imágenes de su huida con Samuel que de seguro había visto en las cámaras de seguridad de su casa, el destino estaba a punto de jugarle una mala pasada y de la peores. Lo peor sería que el pobre Samuel pagaría las mayores consecuencias. —Que conste que te he advertido —puntualizó el griego cuando se apartó de ella del todo—. Ya sabes que bien dicen que el que avisa no es traidor. —No me das miedo —sostuvo la fiera de su mujer. —Un error por tu parte... Para cuando su marido salió de encima suyo las cosas habían cambiado de manera irreversible y ella no podía imaginar lo que este haría. Se acomodó su ropa irguiéndose como un lobo, teniendo la templanza asesina de mirarse a un espejo mien
Capítulo cincuenta y dos: Me has perdido para siempre —Pero, ¿qué has hecho?Praxis volvió a la realidad justamente al oír a Thalia chillando desde abajo de su posición alta.Entonces fue que se dió cuenta de lo demente de su actuar, había perdido la cabeza del todo. Esa no era la idea. Pretendía asustarlo tanto como para que confesara todo y jurara dejar a su mujer en paz pero lo que había hecho no tenía excusa.Lo que había hecho era demasiado incluso para él. Había empezado intentando defender su matrimonio y sus derechos como esposo, si se quiere...pero a medida que iba haciendo aquella atrocidad sus resultados se iban diluyendo en la basura que quedaba detrás de su acto cruel.—Detenla—ordenó a uno de sus hombres—. Y sacalo a él de la piscina.Thalia pataleaba mientras la llevaban en el aire para una habitación donde sabía que se encontraría con su marido mientras se aseguraba a su vez que su amigo era rescatado. Praxis esta vez había ido demasiado lejos y ella también. De ciert
Capítulo cincuenta y tres: El infierno que has creado Tanto Praxis como Athos ignoraban las palabras hirientes y cargadas de medias verdades de Samuel. Mientras Thalia y Praxis solo podían pensar en la confesión de Praxis y en el lugar donde eso les colocaba en su matrimonio y su vida en general. Aquello era demasiado para procesar de forma inmediata. —Perdóname —por fin habló ella a su amigo—. No quería que pasara esto. Él no te haría daño estando en sus cabales. Lo conozco. —Pero, ¿qué dices? —su amigo la tomó de los brazos y Praxis apretó sus puños—. ¡Tienes que estar bromeando! —¡Aléjate de mi mujer! Las palabras volvían a ser un dardo cargado de amenazas. Praxis estaba experimentando nuevas emociones y ninguna buena acerca de todo eso, pero sobre cualquier cosa se estaba dando cuenta de los límites que podía cruzar por ella. Estaba sacando lo peor de él y lo mejor también. Se sentía amenazado por que se la quitaran y muerto de miedo de no poder gestionar sus emociones