Capítulo treinta y nueve: Tu arma de combate Thalia se había tenido que tomar la vida con las dos manos bien apretadas para poder llevar las riendas en firme, sin embargo comenzaba a sentir de repente que todo se le soltaba de entre sus dedos.Ella también tenía claro que habían fronteras que no se deberían cruzar nunca, pero por su familia estaba siempre más que dispuesta a hacerlo aunque, sabía perfectamente que aquello era una calle sin retorno si sus sospechas llegaran a ser ciertas. Su padre caería mucho más bajo de lo que ya estaba y lo que era peor: ¿cómo reaccionarían los dos hermanos Stratos ante la noticia? ¿Cómo reaccionaría Praxis? No quería ni imaginarlo.‘No se lo diré’, decidió mentalmente de momento. ‘No hasta que lo vea necesario.’—Llevas todo el día en silencio y con la mirada perdida en los celajes —la voz ronca de su marido interrumpió sus turbios pensamientos—. ¿Qué te pasa, mi pequeña esposa? Praxis la miraba desde la distancia y ella no lo había notado hasta
Capítulo cuarenta: Una West y una Stratos —¿No te vas a cansar de mí un día, Praxis? —Thalia siguió preguntando con ansias, al mismo tiempo que sentía que el corazón le latía a todo motor—. ¿Por cuánto tiempo durará nuestro acuerdo matrimonial?—Debiste haber leído el contrato, pequeña esposa. Pero no te preocupes. Esa será tu decisión —declaró él de pronto, tomándola a ella por sorpresa.—Hace unos días me dijiste que no desistirías de tus planes. Que irías en contra de la familia West a como diera lugar.—Lo dije y lo mantengo.—Pero yo soy una West —Thalia dejó ver algo que ambos sabían y que por más que desearan no podían olvidar.—También eres una Stratos, mi pequeña esposa —dijo entonces el griego—. Te has casado conmigo, ¿recuerdas?—Un papel y un anillo no me hacen una Stratos —objetó ella.—Técnicamente sí —apeló Praxis—. Sobre todo si la ceremonia es consumada con una apasionante noche de bodas.—No sigas por ahí, Praxis.—¿Por qué? ¿Por qué lo complicas todo?—¿Y todavía me
Capítulo cuarenta y uno: Te mueres por ella ‘¡Malditą fuera su suerte!’, se lamentó Thalia.Athos no podía imaginar que su hermano les observaba desde la ventana apretando los puños con enfado y menos aún que se puso tenso cuando oyó el tonteo de él con su mujer. Para Praxis también fue una ingrata sorpresa sentir esos celos arrasadores por ella y se quedó pendiente de la respuesta de Thalia para saber a que atenerse pero al final esta le dio la sorpresas de sentir que le encantó oírla repudiar a su hermano. Pero cuando llegaron al punto de interés de Athos, él se enfureció otra vez a un nivel distinto y mucho mayor, parecía ser que su linda mujer tenía la capacidad de hacerle perder los nervios cada dos por tres. Sintió con dolor que Thalia podía estar jugando con él de alguna manera y pretendiendo engañarlo cosa que se negaba a creer pero también a no hacerlo, siempre le rompía los esquemas, salía por algun sitio que no esperaba y aquello era demasiado. Si no fuera porque él mismo
Capítulo cuarenta y dos: El monstruo que pretendes ser Esa noche, Thalia llevaba el vestido rosa. Sí, esa cosa vaporosa que parecía flotar a su alrededor. Tenía el pelo con reflejos castaños recogido en un elegante moño y una tiara sobre la cabeza.Era extraño y, sin embargo, familiar al mismo tiempo. Aquella había sido su vida una vez. Fiestas, preciosos vestidos, tiaras. Había sido la heredera de la fortuna Dixon (su familia materna), pero solo había experimentado la distancia de la sociedad elitista, sus peligros, y ninguno de sus beneficios.Aquello era diferente. Esa noche estaría con su marido y los amigos de su marido, no sería la heredera, sino la esposa de Praxis Stratos, el hombre más poderoso, envidiado y temido de Grecia y Londres, sería parte de algo. Esa noche, se anunciaría ante los medios que Praxis y ella estaban casados.Y aunque sentía los nervios a flor de piel ,no tenía miedo… Por qué lo amaba de verdad. Lo amaba tanto que en cinco años no lo había podido olvidar
Capítulo cuarenta y tres: Porque te amo, esa es la verdad.Ante aquella afirmación Praxis no dijo nada no dijo nada y eso a Thalia la molestó. Se había olvidado de todo estando sola con él, pero una vez de vuelta en público Praxis parecía diferente.Se sentó a su lado, con Athos a su derecha. La cena fue maravillosa, pero sus compañeros de mesa charlaban sobre cosas que no entendía y se volvió hacia la mujer de un ministro tratando de entablar conversación.—¿Te ha gustado la cena? —seguramente era absurdo preguntarle eso precisamente a la anfitriona del palacio, que habría planeado o al menos aprobado el menú, pero no tenía costumbre de hablar con otras mujeres. No había tenido muchas amigas en su vida. —Sí, mucho —respondió la mujer.—Todo está precioso. Hacía muchos años que no celebraba la Navidad así en grupo, pero creo que nunca había visto algo así.No había querido recordar porque era doloroso. Algo más que añadir a ese vacío de su corazón. Otra cosa que añoraba de su infanci
Capítulo cuarenta y cuatro: Empecemos de nuevo Thalia no sabía qué la había poseído para hacer tal confesión. Y, sin embargo, no se la había podido guardar. Amaba a Praxis Stratos, su cruel marido y quería que él lo supiera, quería jugarse todas sus cartas y asegurarse de que no había nada que hacer para arreglar las cosas entre ellos antes de tomar la drástica decisión de marcharse. Quería darle una oportunidad a Praxis, a su matrimonio, darse una oportunidad a sí misma y a su propia felicidad.¿Creería Praxis que alguien podía amarlo? No, seguramente no, porque él no se quería a sí mismo. Por eso le decía lo perverso que era, por eso siempre trataba de darle a entender que no había nada bueno en él.No podía quererse a sí mismo, pero ella lo haría por él.Aquel era su destino, más que ser una esposa florero, más que estar destinada a una vida de superficialidades y al matrimonio con un hombre poderoso y despiadado. Estaba destinada a ser una mujer que amaba a un hombre y a darle el
Capítulo cuarenta y cinco: Corazón aplastado —Empecemos de nuevo juntos, Praxis. Más amor y menos odio. ¿Qué dices?—Necesito una copa —Praxis la soltó para alejarse de la pista de baile, dejando a Thalía sola, con el corazón latiéndole aceleradamente en el pecho.Lo había estropeado. No entendía cómo o por qué, solo sabía que así era. Habría dado cualquier cosa por oírle decir que la quería. Había pensado que sentía lo mismo que ella.Tal vez estar sola era mejor en muchos sentidos. Si estuviera sola no tendría que enfrentarse a aquel dolor. Sin embargo, se sentía como si se estuviera derrumbando.En ese momento estaban sirviendo el postre en la mesa que Praxis y ella habían abandonado y Thalía decidió volver a sentarse.Le daría un tiempo y luego, cuando se hubiera calmado, iría a buscarlo.Praxis no podía respirar. No podía pensar. Thalia no podía amarlo, era imposible. Durante un segundo había querido creer que era verdad. Una mujer que lo adorase, que pensara que era una buena p
Capítulo cuarenta y seis: Digno de amor Un grito escapó de la garganta de Thalia y ella se cubrió la boca con la mano. La rubia dio un respingo, como si se hubiera quemado, y Praxis levantó la cabeza en un gesto perezoso, lacónico, enarcando una ceja.—Thalia, esposa mía —su marido pronunció su nombre como si no estuviera sorprendido. Como si no lo lamentase—. No te estaba esperando.—Es evidente —dijo ella, con la voz vibrando de rabia.—Estaba un poco aburrido en la fiesta.—¿Eso es lo que haces cuando te aburres en una fiesta? ¿Venir aquí para fornicar con cualquier zorra contra la pared?—No te pongas dramática. No estaba haciendo nada… aún.La rubia carraspeó con expresión irritada.—Yo no quiero dramas. Solo quería un poco de diversión con el señor Praxis Stratos.—Pues lo siento —dijo Thalia, que no lo sentía en absoluto—. Este señor viene acompañado de mucho drama. Y ese drama soy yo.—Pues entonces me voy —la mujer se apartó y, cuando pasó a su lado, Thalia vio que se le hab