Capítulo treinta y cinco: El hombre que destruyó mi vida Praxis se volvió, aunque no se acercó.Thalia reprimió un escalofrío.—¿Una familia como la tuya? —preguntó él amenazante—. Con una madre que se sobremedica para olvidar el dolor. Un padre moralmente corrupto que prostituye a su hija virgen para proteger a su hijo de las consecuencias de sus acciones. Un hombre que no conoce límites ni los respeta, que siempre hace lo que quiere. ¿Esa es la familia que quieres para mis hijos? ¡Qué atractiva perspectiva!Thalia podría enumerar miles de razones por las que no le encantaba su familia, pero no le gustó que lo hiciera él.—Las familias son complicadas. La tuya desde luego… Él se acercó con una inquietante expresión en la cara.—¿Quieres saber por qué mi familia es tan complicada?‘Ahora mismo no’.—Cuando mi madre regresó de su estancia en la clínica, intentó arreglar las cosas. Con mi hermano y conmigo fue fácil. La amábamos —la mirada de Praxis era fría—. Con mi padre no tuvo éxi
Capítulo treinta y seis: Lo planeé todo Para Thalia el mundo pareció borrarse. Thalia lo miró fijamente. Le pitaban los oídos y estaba segura de que se le había detenido el corazón. Sin duda lo había oído mal.—Tu padre —repitió Praxis—, llevó a mi madre a ese estado precario, la mató en vida. Jamás echó la vista hacia atrás. Por el contrario, el muy sádico se burla en mi cara. Revolotea a mi alrededor, como si yo no supiera lo que hizo. Cómo si yo no supiera lo que es.—Pero… pero tú…—Di por hecho que eras un cuchillo más con el que intentaba apuñalar a mi familia —explicó él—. Algunos hombres se enfrentan con extravagancia a sus sentimientos de culpa. Por supuesto que te envió a mí. No me cabe duda de que espera que la historia se repita.—Todo este tiempo, has… —susurró Thalia a punto de desvanecerse—. No solo me odias, ¿verdad, Praxis? Quieres utilizarme para hacerle daño a mi padre. No te has vengado todavía… me has convertido en tu venganza.Él le mostró los dientes, como si e
Capítulo treinta y siete: Mi cuñado y la niñera Habían pasado dos días desde que Praxis había confesado las fechorías de su padre a Thalia. Aunque, siendo honesta eran fechorías gananciales porque ambos padres habían sido iguales de crueles con la madre de él y la descendencia de ambas familias.Ella se sentía tranquila por un lado, pues su marido había confesado lo que ya sabía según esos audios que Marcia le había facilitado, sin embargo ella no creía más en lo que teníanHabía visto demasiado cerca el odio de su marido y cuñado por los West, que por mucho que le doliera, la incluía a ella y a sus hijos. No creía en ese punto en el que podrían solucionar todo. Thalia pudo comprobar que la venganza a veces te consumia tanto que es como un pantano en el que al final, no ves más que el lodo que te engulle. Su marido y ella no podrían salir de allí si él no alzaba la vista al horizonte y desgraciadamente Praxis solo sabía mirar atrás. Al pasado. Un aplastante pasado que en nada favore
Capítulo treinta y ocho: La marca de nacimiento El día anterior había sido extraño. Thalia se había preparado en su cabeza todo tipo de opciones para que Athos tuviera una marca de nacimiento idéntica a la que ostentaba su padre.No podía ver el error en lo que pensaba y definitivamente no quería hacer preguntas que después no estaría dispuesta a afrontar la respuesta. Pero algo estaba claro y aunque no dijera nada, tendría que tener la certeza.Ella no dejaba de dar vueltas en la cama pensando en que sus teorías no dejaban de degenerar. Todo sería muy retorcido si tuviera que dar por hecho todo lo que pensaba y aquello se resumía en una sola cosa: Athos podía ser… hijo de… de… su padre.Dios no lo quisiera pero ella no podía pensar en otra cosa.—¿Qué te sucede?Praxis la había sorprendido saliendo a la terraza en medio de la noche. Eran exactamente las tres con cinco minutos de la mañana y su mujer se asomaba semidesnuda al balcón. Él no pudo resistir el impulso de abrazarla por de
Capítulo treinta y nueve: Tu arma de combate Thalia se había tenido que tomar la vida con las dos manos bien apretadas para poder llevar las riendas en firme, sin embargo comenzaba a sentir de repente que todo se le soltaba de entre sus dedos.Ella también tenía claro que habían fronteras que no se deberían cruzar nunca, pero por su familia estaba siempre más que dispuesta a hacerlo aunque, sabía perfectamente que aquello era una calle sin retorno si sus sospechas llegaran a ser ciertas. Su padre caería mucho más bajo de lo que ya estaba y lo que era peor: ¿cómo reaccionarían los dos hermanos Stratos ante la noticia? ¿Cómo reaccionaría Praxis? No quería ni imaginarlo.‘No se lo diré’, decidió mentalmente de momento. ‘No hasta que lo vea necesario.’—Llevas todo el día en silencio y con la mirada perdida en los celajes —la voz ronca de su marido interrumpió sus turbios pensamientos—. ¿Qué te pasa, mi pequeña esposa? Praxis la miraba desde la distancia y ella no lo había notado hasta
Capítulo cuarenta: Una West y una Stratos —¿No te vas a cansar de mí un día, Praxis? —Thalia siguió preguntando con ansias, al mismo tiempo que sentía que el corazón le latía a todo motor—. ¿Por cuánto tiempo durará nuestro acuerdo matrimonial?—Debiste haber leído el contrato, pequeña esposa. Pero no te preocupes. Esa será tu decisión —declaró él de pronto, tomándola a ella por sorpresa.—Hace unos días me dijiste que no desistirías de tus planes. Que irías en contra de la familia West a como diera lugar.—Lo dije y lo mantengo.—Pero yo soy una West —Thalia dejó ver algo que ambos sabían y que por más que desearan no podían olvidar.—También eres una Stratos, mi pequeña esposa —dijo entonces el griego—. Te has casado conmigo, ¿recuerdas?—Un papel y un anillo no me hacen una Stratos —objetó ella.—Técnicamente sí —apeló Praxis—. Sobre todo si la ceremonia es consumada con una apasionante noche de bodas.—No sigas por ahí, Praxis.—¿Por qué? ¿Por qué lo complicas todo?—¿Y todavía me
Capítulo cuarenta y uno: Te mueres por ella ‘¡Malditą fuera su suerte!’, se lamentó Thalia.Athos no podía imaginar que su hermano les observaba desde la ventana apretando los puños con enfado y menos aún que se puso tenso cuando oyó el tonteo de él con su mujer. Para Praxis también fue una ingrata sorpresa sentir esos celos arrasadores por ella y se quedó pendiente de la respuesta de Thalia para saber a que atenerse pero al final esta le dio la sorpresas de sentir que le encantó oírla repudiar a su hermano. Pero cuando llegaron al punto de interés de Athos, él se enfureció otra vez a un nivel distinto y mucho mayor, parecía ser que su linda mujer tenía la capacidad de hacerle perder los nervios cada dos por tres. Sintió con dolor que Thalia podía estar jugando con él de alguna manera y pretendiendo engañarlo cosa que se negaba a creer pero también a no hacerlo, siempre le rompía los esquemas, salía por algun sitio que no esperaba y aquello era demasiado. Si no fuera porque él mismo
Capítulo cuarenta y dos: El monstruo que pretendes ser Esa noche, Thalia llevaba el vestido rosa. Sí, esa cosa vaporosa que parecía flotar a su alrededor. Tenía el pelo con reflejos castaños recogido en un elegante moño y una tiara sobre la cabeza.Era extraño y, sin embargo, familiar al mismo tiempo. Aquella había sido su vida una vez. Fiestas, preciosos vestidos, tiaras. Había sido la heredera de la fortuna Dixon (su familia materna), pero solo había experimentado la distancia de la sociedad elitista, sus peligros, y ninguno de sus beneficios.Aquello era diferente. Esa noche estaría con su marido y los amigos de su marido, no sería la heredera, sino la esposa de Praxis Stratos, el hombre más poderoso, envidiado y temido de Grecia y Londres, sería parte de algo. Esa noche, se anunciaría ante los medios que Praxis y ella estaban casados.Y aunque sentía los nervios a flor de piel ,no tenía miedo… Por qué lo amaba de verdad. Lo amaba tanto que en cinco años no lo había podido olvidar