Capítulo veinticuatro. Lo tienes todo pensado. — ¿Y bien? — insistió el recién llegado a la casa de Athos, Praxis Stratos —. ¿Va a explicarme alguien lo que está sucediendo aquí? — Praxis, hermano, ¿por qué no me avisaste que venías? — Porque no eres mi mujer para que te esté diciendo o pidiendo permiso de a dónde voy y porque se me dio ka gana venir a ver a mi hermano. ¿Qué ahora tengo que pedirte una cita para venir a verte o qué? — No — dijo Athos en el acto —. Solo que no te esperaba. — Es evidente — resopló su hermano mayor con toda la intención de sonar sarcástico. — ¿Cuándo regresaste de tu viaje? Pensé que estarías fuera más tiempo. — Llegué hace unas horas, ¿y vas q seguir sometiéndome a un interrogatorio para desviar el tema o me vas a decir qué demonios hace Liliana con un niño en tu casa? — Lily déjanos a solas por favor — pidió Athos a su esposa lo más amable que pudo. Ella obedeció con premura —. Será mejor que te sientes, hermano. La historia es larga.
Capítulo veinticinco. La atracción no es amor. —¿Cómo te encuentras? —fue lo primero que le preguntó Athos a Lily cuando se reunieron en el jardín de la mansión para pasar el día con Praxis Stratos, su esposa y sus hijos como habían quedado. Aquella mañana Lily no había bajado a desayunar con Athos, alegando encontrarse indispuesta, cosa que al griego le preocupó. —Bien —mintió Lily por educación, antes de volverse a saludar a Thalia, su antigua jefa y después se entretuvo con Owen y Olivia, los niños a los que había cuidado y que además adoraba. Ellos estaban muy contentos de ver a su niñera preferida y no la soltaron ni a ella ni al bebé que llevaba en brazos. —Es tan pequeño y lindo —dijo Olivia acariciando las manitas de su primo —. Es igual que mi hermanito cuando era pequeño. ¿A qué sí mamá? —Si cariño —respondió la madre —. Aunque tu hermanito todavía es pequeño. —Sí, pero ahora camina solo y no quiere jugar a las muñecas conmigo, y cuando lo hace me las rompe. L
Capítulo veintiséis. No soy Cenicienta. —¿Sabes? Tu casa es preciosa — dijo Lily en la noche después de despedir al servicio y hacer el amor en el salón frente a la televisión. Una ocurrencia por supuesto de Athos porque el muy ladino no podía agiantarse a llegar hasta el dormitorio. —Es nuestra casa ahora, Liliana. Y respecto a eso… gracias. Aunque si te soy sincero, pensé que no te gustaría —reconoció el griego —. No es tan lujosa como la casa de mi hermano Praxis o la de mi madre en la que solía vivir hace unos meses atrás. Esta siempre fue más bien una casa para hacer una escapada o algo así por el estilo. —De todos modos, será mucho más lujosa que aquello a lo que estoy acostumbrada —apuntó Lily, y no mentía, porque aunque si padre había sido rico alguna vez, los lujos con los que se había criado no se compraban con los que estaban acostumbrados la familia Stratos. Athos se levantó, tiró del brazo de su esposa y luego le puso la mano suavemente en la espalda y la condujo al
Capítulo veintiséis. No doy la apuesta por perdida Athos no podía creer lo que estaba escuchando. Ni siquiera sabía cómo sentirse, si indignado o espantado. Y él no era un hombre que se espantara fácilmente, pero lo cierto es que aún no podía procesar del todo la noticia.Porque todo lo que creía saber de Liliana Anderson era mentira. ¡Qué Anderson ni nada! Aquel no era ni siquiera su verdadero apellido.—Me has mentido, me has mentido con cosas importantes que yo tenía que saber. ¡Malditą sea Liliana! —explotó el griego.—Lo sé —Lily agachó la cabeza —. Y lo siento Athos. Pero tenía miedo, todavía lo tengo. Lily Anderson era mi tapadera para que no me encontraran. Llegué a sentir que esta era muy vida real y los años en Rusia por mucho tiempo quedaron como una muy malan pesadilla que quería olvidar.—¡Cállate! —exclamó el griego desesperado —. Te has burlado de mí.—No, eso no Athos. No digas eso.—¿Y qué quieres que diga? ¿Cómo quieres que me lo tome y me siento como si me hubieran
Capítulo veintisiete. No escaparás de mí Lily se miraba al espejo y sentía mariposas en el estómago. Tenía tantas teorías del futuro baile en su mente que cada cosa era más absurda que la anterior. Miraba por su ventana a la luna que bañaba los jardines con su luz y pedía, o más bien imploraba en suplicio que todo saliera bien cuando volviera a ver a Athos. Se daba cuenta de que pronto conocería a su pérfida suegra y de que carecía totalmente de defensas para enfrentarse a ella. Al fin y al cabo, ante los ojos del mundo Lilu no era más que una simple niñera, una que se había casado con él hermano de su patrón para colmo. Para colmo, había tenido un hijo antes de casarse, seguro que en cuanto la gente se enterara del niño pensaría que ella se había valido del bebé para atrapar a Athos Stratos. No reunía los requisitos para formar parte del mundo de Athos. Para decirlo francamente, y por Dios que lo había hecho, se había casado por encima de sus posibilidades y Athos por debajo
Capítulo veintiocho. No sabes a lo que estás jugando La pobre de Lily no podía reaccionar a semejante amenaza. Ella sabía bien que era la perdición de aquel hombre. Durante mucho tiempo Lily había jugado a ser la inaccesible mujer que no era única en su empeño de no ser poseída por Vladimir pero eso había sido en un pasado muy lejano ya. Un día ella supo que él no estaba jugando en absoluto, supo que ella más bien era la presa de un experto cazador y ahí le tenía de nuevo...jugando con ella a llevarla a todas sus trampas, sin posibilidad de escape.—Me encanta la boca que tienes y el gesto que haces cuando te muerdes los labios asustada —había reconocido el ruso mientras el coche aceleraba ella no sabía a donde –. Siempre ha sido hechizante ver como lo haces. Es algo que solo me haces a mi. Nadie más tiene el privilegio de saborear la imagen de tus dientes desgarrando tus carnes evidenciando ese temor que amo saborear en ti.Ella solo podía oirlo. Aún era un poderoso hombre que siemp
Capítulo veintinueve. Lily y Athos contra el mundo Athos la tomó del brazo ayudándola a ponerse derecha y cuando estuvo seguro de tenerla donde quería con todo el orgullo del mundo —uno, incluso humillante para Lily que guardaba tamaños secretos —, alzó el mentón y recitó feliz: — Es mi hermosa esposa, Sophie. Te presento a Liliana Stratos —ambas chicas se quedaron igual de estupefactas —. Lily, mi amor...ella es Sophie Lagarde, una amiga de la familia. Fue demasiado obvio que aquel no era el caso. Las dos mujeres pudieron sentir en cada una de ellas el peso de aquella mentira pero para la rusa era todavía peor, él estaba barriendo el camino para pasear con ella su amor ante todos mientras Lily por su parte escondía bajo la alfombra el churre de un pasado que podía dinamitar su presente y futuro junto a él. De repente se sintió incluso más miserable que si hubiera tomado la decisión de irse y dejarlo allí plantado con el peso de su abandono y la carga de un hijo pequeño, todo est
Capítulo treinta. Ya eres abuela La visión de la fiesta de la inmaculada —al menos para algunos —, madre de Athos había variado para todos y en cada uno de una forma muy distinta y hasta dispersa. Se habían quedado en modo incógnita, eso si, todos. La pobre Lily que era la única que conocía a aquellos dos hombres comenzó a temblar asustada, tanto miedo sentía que se puso delante de su marido en un acto absurdamente protector puesto que si los rusos querían, acabarían allí mismo con Athos Stratos. —Les presento a mi buen amigo Sergey Smirnov y Vladimir Imitrov —indicaba Magda —. Ellos son mis hijos y sus esposas. Y Sophie, mi protegida. Entre los ojos en blanco de Athos ante su último comentario, la dura expresión de Praxis y los temblores de Lily, el padre de esta coló su sarcasmo para extender su mano hacia Athos y presentarse diciendo con acento ruso pero en perfecto griego: —Un placer inesperado conocer a mi yerno. Estas palabras llegaron justo cuando ambos hombres tenían s