Capítulo veinte. No me hagas perseguirte Athos pudo comprobar cuando sus lenguas se tocaron, que siempre le pasaba lo mismo: Lily era la única mujer que había conocido en su vida que le aceleraba el corazón solo con un beso. Con una roce sin explicación, con un susurro de sus bocas juntos él se perdía en aquella mujer.Él se moría por ella y aunque le había costado reconocerlo estaba más que seguro de ello, estaba muy enamorado de esa peculiar mujer que mientras más cosas descubría de ella más muros por derribar se encontraba. Lily era un enorme enigma para Athos pero ni siquera eso lo detenía en su empeño de mantenerla a su lado.Él sabía que dentro de aquella burlesca historia todavía faltaba más de la mitad por descubrir. Todos los niveles que estaban bloqueados aún, él se propuso desbloquearlos uno a uno.Y, ¡por un demonio si lo haría! Independientemente de que sabiendo lo que sabía ahora jamás la dejaría sola siendo amenazada de la manera en que lo estaba.—Me vuelves loco, mu
Capítulo veintiuno. No hay mal que por bien no venga Una oleada de pesar invadió a Lily. La noticia de su hijo había destruido su relación con Athos. Habría acabado de todos modos después del baile real, se dijo. Su relación tenía fecha de caducidad, y solo faltaba una semana para el baile. Porque el griego iba a casarse con ella, pero no por las razones correctas, no por amor. —¿Qué piensas de la situación? —preguntó el griego sentado en una esquina de la cama, sin previo aviso—. ¿Cómo fue el embarazo? Quiero saberlo todo. —Al principio, estaba destrozada, pero después a medida que mi vientre crecía no podía evitar sentirme también un poco emocionada. Lo siento si tú no querías ser padre Athos, pero nuestro hijo ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. —No tienes que disculparte. Es evidente que te gustan los niños. —¿A ti no? —No lo he pensado, porque creía que pertenecían a un futuro muy lejano — dijo él con voz tensa—. Pero también es cierto que con los pequeños
Capítulo veintidós. Una oportunidad Athos y Lily iban en el coche nerviosos los dos. Athos no sabía —porque nunca se le habría ocurrido planteárselo— qué hacer con un bebé entre sus brazos. Aunque ya lo había visto en el hospital no era lo mismo. Ahora lo tomaría en sus brazos sabiendo que era suyo, que tenía una responsabilidad con otro ser humano para toda su vida y pensaba mientras el coche avanzaba, en todas las veces las veces que se burló de su hermano por la demencia que le entró cuando supo de sus hijos y cómo obligó a su cuñada a casarse con él, cuando ahora él estaba haciendo lo mismo. Fuese por protección, amor o interés...Los dos hermanos habían tomado el mismo camino en el amor. Quizás era el sello de la familia Stratos. Su madre y todos los problemas en ambas infancias los llevaron a ser esquivos en el amor y l familia. Ya ni qué decir del matrimonio. Ellos habían luchado contra todo eso siendo unos solteros sin compromisos que dejaban las cosas mas que claras a todas l
Capítulo veintitrés. Cada día me gustas más Lily estaba viviendo como en un sueño. Llevaba dos días en los que se había olvidado de los problemas, de aquel mensaje y de todas las advertencias de su madre sobre lo errado de su decisión respecto a irse a vivir con Athos y ponerle en brazos a un bebe que según su opinión, debían proteger ambos y estar juntos no ayudaba. Muy a pesar de eso la muchacha estaba en la gloria con su marido y su hijo. Sí, un día después de haber enviado los datos al ayuntamiento la pareja se casó sin más invitados que los testigos civiles que ponía en mismo sitio y el juez que los casó. Luego de convertirse en la esposa de Athos Stratos los problemas de su apellidos se volvieron una sombra de su pasado. Ella le dijo a su marido que solo usaba el apellido de su madre y que así quería que se llamara su hijo: Nyan Stratos Anderson. En su caso prefirió mantener junto a su nombre el apellido de su marido y así borrar de su vida todo vínculo con la anterior.
Capítulo veinticuatro. Lo tienes todo pensado. — ¿Y bien? — insistió el recién llegado a la casa de Athos, Praxis Stratos —. ¿Va a explicarme alguien lo que está sucediendo aquí? — Praxis, hermano, ¿por qué no me avisaste que venías? — Porque no eres mi mujer para que te esté diciendo o pidiendo permiso de a dónde voy y porque se me dio ka gana venir a ver a mi hermano. ¿Qué ahora tengo que pedirte una cita para venir a verte o qué? — No — dijo Athos en el acto —. Solo que no te esperaba. — Es evidente — resopló su hermano mayor con toda la intención de sonar sarcástico. — ¿Cuándo regresaste de tu viaje? Pensé que estarías fuera más tiempo. — Llegué hace unas horas, ¿y vas q seguir sometiéndome a un interrogatorio para desviar el tema o me vas a decir qué demonios hace Liliana con un niño en tu casa? — Lily déjanos a solas por favor — pidió Athos a su esposa lo más amable que pudo. Ella obedeció con premura —. Será mejor que te sientes, hermano. La historia es larga.
Capítulo veinticinco. La atracción no es amor. —¿Cómo te encuentras? —fue lo primero que le preguntó Athos a Lily cuando se reunieron en el jardín de la mansión para pasar el día con Praxis Stratos, su esposa y sus hijos como habían quedado. Aquella mañana Lily no había bajado a desayunar con Athos, alegando encontrarse indispuesta, cosa que al griego le preocupó. —Bien —mintió Lily por educación, antes de volverse a saludar a Thalia, su antigua jefa y después se entretuvo con Owen y Olivia, los niños a los que había cuidado y que además adoraba. Ellos estaban muy contentos de ver a su niñera preferida y no la soltaron ni a ella ni al bebé que llevaba en brazos. —Es tan pequeño y lindo —dijo Olivia acariciando las manitas de su primo —. Es igual que mi hermanito cuando era pequeño. ¿A qué sí mamá? —Si cariño —respondió la madre —. Aunque tu hermanito todavía es pequeño. —Sí, pero ahora camina solo y no quiere jugar a las muñecas conmigo, y cuando lo hace me las rompe. L
Capítulo veintiséis. No soy Cenicienta. —¿Sabes? Tu casa es preciosa — dijo Lily en la noche después de despedir al servicio y hacer el amor en el salón frente a la televisión. Una ocurrencia por supuesto de Athos porque el muy ladino no podía agiantarse a llegar hasta el dormitorio. —Es nuestra casa ahora, Liliana. Y respecto a eso… gracias. Aunque si te soy sincero, pensé que no te gustaría —reconoció el griego —. No es tan lujosa como la casa de mi hermano Praxis o la de mi madre en la que solía vivir hace unos meses atrás. Esta siempre fue más bien una casa para hacer una escapada o algo así por el estilo. —De todos modos, será mucho más lujosa que aquello a lo que estoy acostumbrada —apuntó Lily, y no mentía, porque aunque si padre había sido rico alguna vez, los lujos con los que se había criado no se compraban con los que estaban acostumbrados la familia Stratos. Athos se levantó, tiró del brazo de su esposa y luego le puso la mano suavemente en la espalda y la condujo al
Capítulo veintiséis. No doy la apuesta por perdida Athos no podía creer lo que estaba escuchando. Ni siquiera sabía cómo sentirse, si indignado o espantado. Y él no era un hombre que se espantara fácilmente, pero lo cierto es que aún no podía procesar del todo la noticia.Porque todo lo que creía saber de Liliana Anderson era mentira. ¡Qué Anderson ni nada! Aquel no era ni siquiera su verdadero apellido.—Me has mentido, me has mentido con cosas importantes que yo tenía que saber. ¡Malditą sea Liliana! —explotó el griego.—Lo sé —Lily agachó la cabeza —. Y lo siento Athos. Pero tenía miedo, todavía lo tengo. Lily Anderson era mi tapadera para que no me encontraran. Llegué a sentir que esta era muy vida real y los años en Rusia por mucho tiempo quedaron como una muy malan pesadilla que quería olvidar.—¡Cállate! —exclamó el griego desesperado —. Te has burlado de mí.—No, eso no Athos. No digas eso.—¿Y qué quieres que diga? ¿Cómo quieres que me lo tome y me siento como si me hubieran