Bella…Mi padre me llevó al altar. Me soltó el brazo, se acercó y me besó en la mejilla. “Todos estamos aquí para ti”, susurró.“Gracias, papá”.Papá me dejó y tomó asiento en primera fila, junto con todos mis hermanos y mamá. Me sonrió y me mostró un pulgar hacia arriba. Le dediqué una pequeña sonrisa y me giré hacia Ace. Miré hacia arriba, ya que era mucho más alto que yo, aunque llevara tacones.“Veo que te gusta mi regalo”, susurró. Sus ojos se clavaron en mí; me miró directo a los ojos.“Sí, gracias”, respondí con sinceridad.“Estás preciosa, Bella”, sonrió Ace. Lo miré y me di cuenta de que no estaba nervioso en absoluto. ¿Por qué no estaba nervioso?“No puedo decir lo mismo de ti”, sonreí con satisfacción. Él soltó una risita y negó con la cabeza.La ceremonia fue corta y Ace tenía una sonrisa estúpida en la cara. Ojalá pudiera abofetearlo aquí y ahora, pero no podía hacerlo delante de toda esta gente. Puse mis manos en las suyas y sentí una chispa en cuanto nuestras man
Bella…Ace me miró con cara de diversión. “Pensé que ibas a matarlas”. Parecía decepcionado de que no las hubiera matado.Dio un paso adelante y sus ojos se posaron en el collar que la zorra me había arrancado del cuello.“No te preocupes, lo repondré”, dije mientras miraba el collar.Todo lo que quería hacer ahora era regresar a mi habitación de hotel y dormir. Los párpados me pesaban cada vez más.“Parece que te vas a quedar dormida en cualquier momento. Ven, déjame enseñarte la habitación de invitados donde te alojarás esta noche”.Fruncí los ojos mirándolo. “¿Qué quieres decir?”. Iba a volver a mi maldita habitación de hotel. De ninguna manera iba a dormir aquí.“Ahora eres mi esposa y la mayoría de la gente sigue aquí. Se verá mal si te vas de aquí sin tu esposo”.Tenía razón. La gente hablará de mí durmiendo en una habitación de hotel en lugar de la casa de mi esposo.“Probablemente debería decírselo a Val y a los demás”. Me levanté de la barra y empecé a marcharme, pero
Bella…Me desperté con el olor a pan recién horneado y café. Dios, cómo me gusta el café. Gruñí mientras me incorporaba en el sofá. Me sentí aliviada de que no me llevara a la cama porque odiaba que los hombres me tocaran sin mi permiso.“Ah, la bella durmiente está despierta”, dijo Ace desde la cocina. Joder. ¿Todavía estaba aquí?“Valentina te dejó ropa limpia por si quieres cambiarte primero”.Lo ignoré y me dirigí a la habitación donde se suponía que iba a dormir anoche, pero no lo hice. Entré en el baño y vi la bolsa que Val me había dejado en la encimera. Rápidamente me cepillé los dientes, me duché y me vestí. Me hice una coleta alta y salí de la habitación.Cuando regresé a la cocina, una criada ya estaba sirviendo el desayuno para dos mientras llevaba el resto al comedor. Me serví una taza de café y me senté frente a Ace, quien me observaba atentamente. “¿Qué?”, pregunté un poco bruscamente.“¿Supongo que no eres una persona madrugadora?”. Levantó una ceja. Yo entrecerré
Bella…Regresamos a la mansión de Ace. Yo seguía echando humo de la rabia. “A esos idiotas hay que darles una puta lección”. Agarré una botella de vino y me serví una copa, con la esperanza de que calmara mi ira, joder.Val se limitó a negar con la cabeza mientras yo bebía otro sorbo. Está comprobado que si necesitas que se haga algo, tienes que hacerlo tú mismo. Estábamos sentadas en la sala con la chimenea encendida. Miré las llamas parpadear, sintiendo que mi ira disminuía un poco. Me sentía tranquila mirando el fuego.Ace entró y, cuando lo miré, estaba cubierto de sangre. Algo me decía que su reunión no había salido según lo planeado. Me levanté y me acerqué a él. Parecía sorprendido de verme aquí. ¿Creía que me habría ido en cuanto volviera?“Parece que hoy te divertiste”, le dije. Se miró las manos y flexionó los brazos, mostrando sus músculos. “Digamos que la persona necesitaba algo más, ya sabes”. Se interrumpió.Sabía lo que quería decir, especialmente si se volvía per
Ace…Bella se fue a Italia, y de alguna manera, mi casa se sentía vacía sin ella. Dijo que tenía que ocuparse de unos asuntos. Yo estaba en mi estudio, pensando en la mujer con la que me había casado. Había algo familiar en ella, pero no podía recordar qué era.“Jefe, lo tenemos”. Richard irrumpió en el despacho.Lo miré y sonreí. “Bien. Me encargaré yo mismo. ¿Agarraron al otro?”.Richard asintió. “Sí, señor”.Bien. Que nadie se meta conmigo y piense que puede salirse con la suya. Les haré pagar con sus vidas.Me dirigí al sótano; un lugar oscuro, frío e insonorizado. Era el lugar perfecto para torturar a alguien sin interrupciones. Bajé las escaleras y vi a algunos de mis guardias de pie, esperándome.Me quité la chaqueta y se la di a Richard mientras me subía las mangas. Me encanta el espectáculo que estoy viendo. Agarré una silla y me senté en ella. Saqué un cigarrillo y lo encendí. Este cabrón debe pensar que voy a jugar limpio.Miré al hombre que tenía delante. Le habían
Ace…Me giré para salir de la habitación. “Limpia este desastre”, ordené. Sé que soy un monstruo. Nací y crecí así. Todo el mundo sabe que es mejor no meterse conmigo y mi mafia. Ahora Ronald sabrá que es mejor no cruzarse conmigo en el futuro. Necesito que sea mi infiltrado si quiere vivir una larga vida.“Quiero que te asegures de que ese idiota no vuelva a traicionarme. Envía a alguien a seguir todos sus movimientos. Si se dan cuenta de que sigue trabajando contra nosotros, mátalo”, le pedí a uno de mis hombres.“Sí, Don. ¿Y su esposa?”.Miré a la rubia que había mostrado su lealtad a pesar de no estar en mi banda, como su esposo. “Llévala con las chicas. Se unirá a nuestra mafia. Asegúrate de que Ronald no se acerque a ella”.Me fui a mi habitación y me di una larga ducha mientras pensaba en todo lo que había pasado esta última semana. Tenía muchas cosas con las que lidiar, pero la persona que nunca se me iba de la cabeza era mi esposa, Bella. ¿Por qué no podía sacármela de la
Bella…Francisco frunció las cejas mientras me miraba. Sabía que ardía en deseos de saber quién era Ace para mí, sobre todo porque acababa de entrar en mi cabina privada. Apreté los labios y sacudí la cabeza. “Este es mi esposo, Ace King”, le informé a Francisco. Solo su nombre me produjo escalofríos, pero no en el mal sentido.Miré a Ace y luego a Francisco. Su sonrisa se desvaneció al mirar entre nosotros dos. “¿Tú y él?”. Parecía enfadado cuando le presenté a mi esposo. Sabía que Francisco siempre había sentido algo por mí, pero no era mi tipo. Solo lo veía como un amigo y nada más.Lo miré fijamente. Era molesto y engreído. Su forma de vestir parecía sacada de los años mil quinientos. Era calvo y su barba parecía robada a Papá Noel.Le di un sorbo a mi whisky y me giré hacia Ace. “¿Cómo sabías que estaba aquí?”, pregunté al ver que Francisco se levantaba. “Voy por más bebidas”. Ace me miró sin decir nada. Me estaba mirando descaradamente. Me alegré de llevar un vestido negro qu
Ace…Vi cómo se dirigía hacia mí y se sentaba en su silla. Francisco se excusó y salió de la cabina. Bella agarró un paño que Val le había pasado para limpiarse la sangre de la comisura de los labios. Me sentía orgulloso de mi esposa. Lo había hecho muy bien. Pude ver que algunos de los presentes le tenían miedo, mientras que había algunos que estaban en contra de mi mujer. Quería arrancarles la cabeza.Bella me miró y sonrió. “¿Te gustó el espectáculo, esposito?”. Crucé las piernas. “Mucho”, dije, sonriéndole arrogantemente. Se veía muy sexy ahí fuera, luchando con su vestido, aunque no quería que ningún otro hombre viera esas preciosas piernas. Están hechos solo para mí.Estaba a punto de responder cuando un hombre empezó a hablar. “Bella, lo hiciste muy bien, como siempre. Lo siento; llegué a último momento”. Cuando levanté la vista, vi a Raffael de pie junto a la mesa, sonriendo a mi mujer. ¿De dónde se conocían?Raffael me miró y sonrió. “Ah, el gran Ace King. ¿Qué te trae a