Leah
Incline mi cabeza una vez más sobre el retrete, aquella era la tercera vez después de haber prácticamente devorado la segunda porción de pastel Red Velvet que se me había antojado justo cuando pasábamos frente a una pastelería por la tarde con Henry.
Me sentía terrible y no solo había sido por el pastel, también el aroma a calamar me había provocado deseos casi incontrolables de correr al tocador para abrazarme inevitablemente al retrete durante el almuerzo con un grupo de inversionistas de Koch Tecnología.
Una vez las náuseas me obligaron a retorcerme en el suelo. Me había colocado un bonito vestido, aunque solo deseaba ponerme el pijama, acostarme y no volver a levantarme en lo que restaba de la semana, lo único que quería en el mundo era taparme hasta las orejas con el edredón. Me incorpor&eacutFrederickEl señor Koch abrió la puerta de su despacho y me invito a entrar con un gesto de su mano. Una vez adentro me señalo uno de los elegantes sillones negros que estaban frente a su escritorio de cerezo. Él se mantuvo de pie, observándome con detenimiento, como si desease adivinar qué era lo que estaba pensando, cual era mi jugada o que deseaba a cambio de firmar, todos parecían querer lo mismo, menos yo. Por primera vez en mi vida quería algo y todo parecía interponerse.Apoyó su cadera contra el filo del mueble y se cruzó de brazos.—Espero que no te importe hablar conmigo un momento —me miró con ojos negros, sombríos e inescrutables.Asentí con la cabeza ligeramente sin saber muy bien que debía decir, o si era mejor callar. De pronto no importaba si media un metro noventa, me sentía mu
FrederickSolo había bajado unos cuantos escalones cuando vi a Leah en el vestíbulo. Se veía preciosa con ese vestido rosa que había elegido con los hombros descubiertos. Su piel resplandecía y su cabello negro caía como una mata sedosa sobre los hombros. Cada centímetro de ese maldito vestido se ajustaba perfectamente a sus curvas y me daba una visión privilegiada de sus voluptuosas caderas, de sus generosos pechos, y ese trasero redondo que lograba que me empalmara en cuestión de segundos. Tenía la sensación de nunca la había visto antes, como si durante todos los años de casados hubiese tenido una venda en los ojos.Arthur se había quedado petrificado en el relleno de la escalera y Leah se dio la vuelta para verme de forma escrutadora cuando me escucho bajar a toda prisa. Ni siquiera necesitaba dar un paso más para saber que algo rea
Frederick— ¿Cuándo me lo pensabas contar? —Pregunté con aspereza cuando Serena, mi madre y mi hermana entraron al salón. —O mejor dicho ¡¿Por qué carajos se te ocurrió irrumpir en la casa de mi esposa para lanzar toda esa mierd@?! —Serena abrió los ojos de par en par al escuchar mis palabras.—Frederick —Me reprendió mi madre. —Está embarazada, no puedes tratarla de ese modo.— ¡Me importa un comino! Quiero que me responda en este instante…—Las miré a las tres con rabia, apretando los puños a los costados, siempre mantenía el control de la situación, pero desde que Serena había vuelto a entrar en mi vida todo estaba patas arriba y de no de una buena forma. Todo ese amor y cariño que le había tenido, poco a poco se estaba transformando en rencor. — &
FrederickTardé un segundo en procesar que era lo que estaba haciendo, había salido como un loco de la casa de mi madre para ir a buscar a Leah. Seguramente estaba furiosa conmigo, cuando me viese me insultaría, me echaría a patadas a la calle y con justa razón luego del escándalo que habían montado ese par. Luego de horas de discutir con ellas entendí que no llegaríamos a nada y que lo mejor era irme lo más lejos posible. Sin embargo, aún así necesitaba encontrar a Leah y pedirle perdón, saber que todavía teníamos una oportunidad. Estacioné mi coche sin ningún cuidado frente al departamento en donde vivía y bajé a toda prisa.Aporreé la puerta con el puño cerrado.—¡Leah! ¡Soy yo, Frederick! ¡Ábreme por favor! —Grité desesperadamente sin
LeahEl dolor y la rabia se agolpaban en mi pecho destrozando mi interior como lo haría un martillo de demolición. Que estúpida había sido, pensando que Frederick tendría los pantalones para enfrentar a todos, para elegirme. Claro que no lo haría, claro que saldría como un perro faldero detrás de esas brujas.Él me había mirado una vez antes de irse, yo estaba segura de que mi rostro mostraba lo que sentía, sin embargo él solo había suspirado con resignación. Como diciendo que nunca había querido hacerme daño, pero vaya que si me destrozo, pedazo a pedazo.Lo peor no había sido verlo irse con ella, lo peor es que ni siquiera fue capaz de mirar hacia atrás. Fue entonces que por mucho que me doliese, yo también haría lo mismo, me alejaría de él sin mirar atrás. Por eso había tomado e
Cinco años después…FrederickMe miré en el espejo del baño del aeropuerto antes de lavarme las manos. Estaba bastante nervioso, esa era la verdad. No había estado tan ansioso desde…, ya ni siquiera importaba. Tenía que enfocarme en aquel congreso, era una excelente oportunidad para crear nuevos contactos. La realidad era que desde que le Leah se había marchado casi cinco años atrás, todo iba de mal en peor. Las ventas bajaron estrepitosamente, no conseguíamos fidelizar a los clientes como antes y nuestra competencia; Futura, se había logrado mantener en tendencia durante tres meses con su último lanzamiento superando con doscientas mil unidades vendidas nuestro último lanzamiento.Arthur no parecía preocupado por el asunto, todo lo contrario parecía incluso satisfecho, sin embargo yo estaba furioso. Ni siquiera sabíamos quien
Unas cuantas horas más tarde tomé el programa de las charlas a las que asistiría y me moví hasta el auditorio central del hotel donde se presentaría Futura, estaba ridículamente atestado de gente, por lo que enseguida supe que había sido buena idea haberme adelantado al resto para estar en las primeras filas entre los asistentes, con suerte podría tener unos segundos con los dueños de Futura y convencerlos de hacer negocios con nosotros, ese rediseño que habían realizado de la placa base de sus ordenadores personales, era alucinante, por lo que no me sorprendía que nos hubiesen superado ampliamente en las ventas por tercer semestre consecutivo. Ellos habían logrado lo imposible, más de veinte núcleos, con un costo sorprendentemente bajo.Estaba dispuesto a entrar al auditorio cuando vi una de las cortinas de los ventanales laterales moverse y la curiosidad fue m&aacu
FrederickMe acomodé en el asiento y aplaudí cuando vi al presentador subir los escalones de dos en dos. Aún una sonrisa jugueteaba en la comisura de mis labios, después del encuentro con esas tres pequeñas máquinas de ocurrencias en el corredor antes de entrar a la sala de conferencias.No podía dejar de preguntarme quien sería la madre de esos niños. Alguien interesante sin duda a juzgar por esos traviesos e hilarantes pequeños que había criado. Collins había mencionado que era ingeniera, seguramente informática, por lo que quizás estuviese en esa misma sala.Miré hacia todos lados buscando un rostro familiar, cuando el presentador dio unos golpecitos en el micrófono.—Buenas tardes damas y caballeros, les damos una afectuosa bienvenida al decimocuarto congreso Digitrom —La sala completa se fundió en un a