Cómo destruir la autoestima de un popstar en cinco sencillos pasos
Fecha de la entrada: 31 de enero de… (hace 30 años)
Por Jimmy de Jail, para la Revista Pop-e-tears
Si no lo veía, no lo creía. Pero, a veces, los astros se alinean para permitirme atestiguar la caída a tierra de una estrella fugaz (nunca mejor dicho). ¿Adivinen de quién se trata esta vez? De Jared Cavalier, que, solamente para recalcarlo como se debe –por si acaso existe algún ser humano que acabara de despertar del coma luego de treinta años– se trata del vocalista de la infame banda de niñatos bonitos The Boyz in the Band.
Pues resulta que la noche de ayer coincidimos en la casa de mi queridísima bestie Ali Milá, nos reunimos con Fredo Touch (leadsinger de The Clusters) y con su concubina Lui-Mai-Tse (que no sé de dónde salió, en realidad, pero se le agradece), a co
Se acercaba la Navidad. Las filmaciones de la primera temporada llegaron a su fin. Marcel se hallaba de vacaciones de invierno en Aspen, con sus compañeros de equipo. Rossie decidió no acompañarlo. Quiso armarse de valor para pasar sus primeras navidades sola. Había tenido que pasar por mucho durante varias semanas: el hombre que amaba, el Goodboy, comenzaba a develar sus secretos, uno a uno y sin querer. Había descubierto a su amante más longeva de la forma más cruel, y hace un par de semanas se había sentado junto a ella para escuchar las razones de su primer desprecio. De existir un Premio Internacional al Estoicismo, con seguridad ella se lo habría ganado. Pero nadie premia a las personas que aguantan en silencio y con una sonrisa en los labios. Así que Rossie se dio, por primera vez en mucho tiempo, el permiso de llorar, a moco tendido, en su pequeño cuarto de su gran hotel, en completa soledad y en la época más peligrosa del año para los depresivos sol
Jared Cavalier tuvo cuidado de bajar hasta el quinto piso por las escaleras de emergencia. Esto le daría tiempo de pensar en la estupidez que estaba a punto de hacer. Amaba a Rossie, claro, estaba loco por ella (en palabras de él), pero había algo que se interponía entre los dos, desde hace rato. Él sabía qué, pero no se atrevía a verbalizarlo. «Si algún día fuimos felices», se consolaba en silencio, «con seguridad esta vez también». Rossie Regiés actuó mucho menos resuelta. Su cabello estaba desaliñado, no se había bañado en ese día y digamos que los efectos de su sesión depilatoria mensual se hallaban… ¿cómo decirlo?, debilitados. No era un buen momento para encontrarse con el Goodboy. Necesitaba acicalarse. Y, no nos engañemos, nadie quiere desnudarse para afeitarse las piernas o el bikini a menos tres grados bajo cero, por más calefacción que hubiera. Pero Rossie lo hizo. Acababa de quitarse la ropa y colocarse su salida de baño corporati
A Rossie no le extrañó no volver a encontrar a Jared por la mañana. Habían tenido una difícil conversación de almohada la noche anterior. –¿Sigues queriéndome ahora que sabes tanto de mí? –le había preguntado el Goodboy (y no debió hacerlo), mientras se dejaba acariciar la cabeza por Rossie. –Mis sentimientos no son tan volátiles como los tuyos, querido –Rossie tenía a Jared recostado sobre su pecho, así pasó él la noche con ella. –Pero, me amas, ¿verdad? –insistió él. –Hoy, menos que ayer. Creo que eso fue todo. Al menos, así lo comprendió él. Con suerte, Rossana acabaría por tratarlo con indiferencia, cuando no con odio. Y no había nada que pudiera hacer al respecto. –En cuanto solucione mi problema con Adalyn, Rossie –dijo el Goodboy–, te juro que te llevaré de aquí muy lejos. Y nos casaremos en Maldivas, o algo así. Rossie se había quedado en silencio ante la descabellad
Ni Jared ni Rossie habían pisado las Islas Galápagos desde el triste episodio de Jared abandonando a Ro sola en la isla. De hecho, ambos se habían hecho la promesa –bastante vana y poco creíble– de no regresar nunca más al escenario principal de sus respectivas derrotas.Pero, como a los planes de ambos se los llevaba el diablo, pues ahí se encontraban, de camino –en una lancha–, hacia el por tercera vez renovado GoodGirl, el yate que Jared Cavalier se había negado con rotundidad a vender, pese a que le costaba un ojo de la cara mantenerlo encallado en cualquiera de los puertos del mundo en el que se encontrara en aquel momento.Se trataba, quizás, de la única posesión material realmente costosa que llegó a ocultarle a Adalyn, durante tantos años.Aunque Jared nunca supo, en realidad, si había tenido éxito en aquel intento.–Bienvenida, pequeña –el Goodboy desembarcó primero, se estiró después y elevó a su Rossie como a una pluma hasta la cubierta del yate–. Espero que esta vez sea l
–Y, ahora, ¿cuál es el problema? Rossana Regiés volvió a experimentar el pasado, en cuanto vio la cara de acontecimiento del Goodboy, luego de colgar el teléfono. –Adalyn –respondió él, en seco. –Todo se resume en Adalyn –dijo Ro. Jared quiso aproximarse a ella para abrazarla, pero Rossie dio, inconscientemente, un paso atrás. –Necesito regresar hoy en la madrugada. –Si haces eso, otra vez –amenazó Rossie–, no habrá un siguiente día para nosotros. –Pero Bobby necesita mi firma. –Nada que no pueda esperar hasta el día siguiente –protestó Ro–. Jared, por lo que más quieras, ¡no puedes hacerme esto por tercera vez! Pero, lo que no sabía Rossie, es que se trataban de circunstancias que siempre estuvieron fuera de su control. Del de ella, del de Jared, del de todos. Incluso del de Adalyn. –Podría perderlo todo, si no respondo ahora –dijo El Emperador–. Y tú no tienes la más mínima idea de cu
El 250 de Highbrook Avenue en Pelham era la única propiedad en la cuadra que carecía de adornos navideños. Lo que era extraño porque, en el pasado, había incluso ganado un par de premios especiales por la sofisticada elegancia de su decoración.Por supuesto, en este año, las circunstancias eran muy diferentes.Adalyn había llegado de Puerto Rico un par de días antes, para finiquitar, con su abogado, los papeles de la demanda de divorcio. Pasó el fin de año con el legista, bebiendo vino y leyendo documentos en su despacho, mientras conversaban sobre los pormenores de sus respectivos matrimonios deshechos recientemente, lo que les dio, a ojos del otro, una secreta complicidad que rara vez solía compartirse entre un experto en leyes y una clienta.Adalyn llegó apenas una hora antes que Jared a su casa. Apenas si le dio tiempo de tomar una ducha de agua muy caliente y cepillar
–¿Insinúas que piensas sabotear tu propia serie para salvar tus muebles? –no es que Adalyn Fernández-Cavalier fuese, precisamente, un modelo de virtud, pero, incluso para los estándares de ella, aquella proposición le resultaba totalmente… cuestionable, desde un sentido moral. –Yo no lo llamaría “sabotaje”, precisamente –Jared intentó suavizar el tono de la rotunda afirmación de su todavía esposa–. Pero podría arreglarlo con Rossie, para que se omita completamente la parte de nuestro… acuerdo. ¿Me hago entender? –Querrás decir que se omita completamente toda la parte en la que se mencione nuestra relación, Jared –Adalyn acostumbraba a no quedarse estática cuando estaba discutiendo. Así que se levantó de su sofá para pasearse a través del amplio living room que acogía, en aquel momento, a la pareja. –Yo diría que esa petición es un tanto aventurada, babe –Jared tenía claro que no podía prometer a su esposa algo que podría ser imposible (y que resentiría todavía más, si es que algo as
Son los primeros días de enero en Manhattan. Rossie se encuentra sola en su oficina. Nadie ha venido a desearle Feliz Año Nuevo, y probablemente nadie lo hará. Ro quiere pensar que está en paz con ese hecho, pero no es cierto. Sin embargo, intentará pensar en otra cosa: en iniciar la investigación para la segunda temporada de la serie, por ejemplo.Los productores ya han hablado de ello: en caso de que Netflix cancelara el contrato, buscarían otras estrategias de distribución. Aseguraron a Rossie que habría trabajo para rato y que no se preocupara, que se dedicara a escribir.Y eso es, exactamente, lo que tiene planeado hacer.Grabar la primera temporada de una serie podría tomar varios meses. Rossie está consciente de ello. No puede esperar a que eso ocurra para escribir la siguiente. Aprovechará aquel tiempo para cotillear sobre la vida de los Boyz y escribir