Era predecible que Rossana Regiés se alojase en el Park South la noche del domingo 21 de octubre. Después de todo, nunca hizo un esfuerzo por buscar un estudio privado por Airbnb. En el pasado, Jared le había mencionado que se trataba de su hotel favorito. Ella había tomado nota por entonces y, en consecuencia, suele alojarse ahí cada vez que visita Manhattan.
Y son muchas más ocasiones que las que Jared tiene noticia.
A las ocho de la mañana del lunes 22 de octubre, luego
–Vine a ofrecerles un trato –dijo Rossana, a manera de grito de guerra, en la improvisada sala de reuniones en la que se transformó el auditorio No. 4 una vez que entró, saludó a los presentes con una voz mucho más alta que la habitual y Jared se vio obligado a presentarla a sus compañeros como la madre de Marcel–. Claro, si es que les interesa que mi hijo forme parte de su… proyecto cinematográfico, o lo que sea que se traigan entre manos.Las audiciones fueron canceladas en cuanto el rostro preocupado del Goodboy anunció que lo que se tenía que discutir en ese momento era de carácter urgente, y, por cierto, bastante serio.Sus compañeros comprendieron su lenguaje corporal enseguida y despidieron a todos, incluso a su manager, porque se intuyó que aquello que se trataría en aquel momento tendría un
–Es demasiado riesgo –se quejó Jared, cuando leyó el documento digital del plan de Rossana desde su teléfono celular y comprendió el peligro que significaba–. ¡Tenemos una reputación que cuidar!–Ese es precisamente el problema –respondió Rossana–. Que la suya ya es, de por sí, una reputación de mierda.–Oye, eso no era necesario –dijo Kaoh, a sabiendas de que lo que había soltado Ro, sin pensarlo siquiera, no dejaba de tener su buena dosis de razón.–No me refiero al aspecto musical, sino al personal –dijo Jared, consciente como estaba de la valoración de la crítica especializada sobre las boybands en general–. Llevamos treinta y cuatro años labrando una clean image que nos ha costado mucho sostener, como para que tú vengas a…–¿A desbaratar la menti
Resultaba imposible que Jared y Rossana se encontraran aquella mañana del 22 de octubre de 2018 en medio de la inabarcable Manhattan, una vez que ambos abandonaron el Libery Hall con treinta minutos de diferencia. Porque Jared, al salir del auditorio ubicado en Broadway, atravesó la 110th St. hasta North Central Park y emprendió aquella tradicional caminata para despejar sus pensamientos. En el pasado, la sola operación de haber abandonado el edificio habría sido imposible sin la ayuda de, por lo menos, sus dos guardaespaldas de confianza. «Nunca habría salido vivo de ahí hace treinta años», pensó, al haber cruzado el portón del Hall en el total anonimato. Y este pensamiento le llenó de mucha más melancolía que la que de por sí cargaba en medio de los variados eventos ocurridos con antelación. Dos mujeres lo interceptaron en el primer cruce de calles. De treinta y tantos o cuarenta y pocos y de muy buen ver. Jared se
Jared Cavalier condujo a Rossana Regiés, en sus brazos, hasta la puerta de su suite. Las circunstancias eran tan similares como hace años; lo que variaba era el hotel, la ciudad, la edad de ambos y su disposición al placer. –Bájame, por favor, ¿quieres, Jared? –dijo Rossie, visiblemente abochornada. Su ex amante no la había tocado en tanto tiempo. Su vínculo estaba roto, y ella lo sabía. Jared la acercó hasta la cama y la depositó con suavidad a un costado, de manera que Rossie quedó sentada confortablemente en la king size de aquella suite que, a pesar de las diferencias decorativas, le resultaba extrañamente familiar. Sin pensarlo siquiera, el Goodboy se percató de que Rossie se veía adolorida. Se colocó de rodillas y, una a una, deslizó su mano de nieve por la pantorrilla de Ro, para bajar el cierre corredizo de sus botas de cuerina. En un acto reflejo, a Rossie se le humedeció la entrepierna, en el momento exacto en que esta acción se llevaba a cabo. Ya con los pies descalzad
La prensa contra Jared No tengo por qué explicar a nadie sobre detalles de mi vida privada, ¡faltaba más!, pero esta vez haré una excepción, solo para aclarar lo que pasó entre la señorita Regiés y yo aquella tarde. Y eso, si es que acaso es estrictamente necesario, por supuesto. Sobre los pormenores íntimos no hay nada que contar. Por favor, no insistan. ¿Quiénes se creen que son para formularme semejante pregunta? No me porto como divo, ¡maldita sea! Solo pido que se respete mi privacidad. ¿Y de dónde diablos sacaron lo del foot massage? ¿Y con aceite de menta? Pero, ¿quién carajos les dio detalles tan específicos? ¿No se les ha ocurrido ya, que, tal vez, quien ofrece información demasiado puntal probablemente está mintiendo? Claro que no, es demasiado pedir. El tipo del servicio a la habitación me va a oír. Haré que lo despidan ya mismo. Y para su información, le dolían los pies. Era lo menos que podía hacer por ella.
Nota de la redacciónFecha de la entrada: miércoles, 23 de octubrePor Lia Mera, reportera de farándula para la Revista Digital Pop-e-tearsNunca habíamos visto a Jared Cavalier tan alterado como hoy en la mañana (no le apodan el Goodboy sin ninguna razón). Y no era para menos, porque fue pillado in fraganti (y sin que se diera cuenta) en la tarde de ayer por los paparazzi ocultos cerca de la entrada del Park South, en pleno centro de Manhattan, con nada más y nada menos que Rossana Regiés, la madre de Marcel Cavalier, el hijo perdido del mítico lead singer de The Boyz in the Band y recientemente seleccionado para interpretar a su padre en el proyecto de biopic sobre la boyband más legendaria de todos los tiempos, cuyos integrantes volvieron a reunirse, luego de más de una déc
La mañana en que Rossana Regiés conoció a Adalyn Fernández-Cavalier será recordada como el día en el que su vida se vio irremediablemente arrastrada hacia una espiral de la que, a partir de entonces, le sería difícil escapar. Esto no significó que no le gustara su nueva condición, pero, ciertamente, le costó algo de tiempo acostumbrarse.Eran las nueve de la mañana del martes, 28 de octubre, en la sala No. 4 del Libery Hall. Ro se encontraba en la fila intermedia del auditorio, sentada de espaldas a la entrada principal.Jared Cavalier se aproximó hacia ella, la besó en la mejilla y se sentó a su lado en el asiento contiguo. A Rossie se le encendieron las mejillas cuando recibió su tibio aliento y el roce de sus labios, pero ni siquiera regresó a ver, concentrada como estaba, en sus notas.El Goodboy había tenido que comprar un g
–¿Estás bien, mami? –Marcel Cavalier soltó a su madre para poder examinarla con detenimiento. Asió sus manos a la cabeza de Ro, para percatarse de que no hubiera recibido ningún golpe por parte de Adalyn Fernández-Cavalier. Por su parte, Rossie se veía ilesa. Y lo estaba, al menos, físicamente. –Sí, hijo, solo un poco desorientada –dijo ella, mientras intentaba, en vano, zafarse de las rotundas y blanquísimas manos de su hijo (que le recordaban a las de su padre, por cierto)–. Ya era hora de que aparecieras. El pequeño Goodboy abrazó a su mamá como un padre lo haría con su hija pequeña, ofreciéndole su pecho como respaldo de su cabeza. Rossie descansó en él unos minutos, mientras lo rodeaba, también, con sus brazos. –¿Todo en orden por acá? –Jared se acercó hacia ellos, a una distancia prudente. Se sentía un forastero en medio de esa familia de dos. No tenía caso jugar al papá abnegado en esas circunstancias. Ni en ninguna circunstanc