–¡Contesta de una vez el maldito teléfono, Jared! –vociferaba, del otro lado de la línea, Bob Thorton, desesperado porque nadie atendía la llamada, luego de, exactamente, siete intentos contados.
Cuando, por fin, una voz agitada respondió a su abogado. Era Jared.
–¿Cuál es el problema, Bob? –dijo el Goodboy, quien sostenía el teléfono con la cabeza y el hombro, porque tenía su mano izquierda ocupada con Nathan, su mellizo varón, y un biberón de leche tibia, ligeramente azucarada, en la derecha.
–¿Estás sentado? –Robert casi gritó de indignación–, porque más te vale que te cuadres derecho para no caerte de espaldas cuando te dé esta noticia.
Jared se apresuró a tomar asiento en la mecedora de la primorosa habitación de bebé que había mandado a decorar para sus pequeños, tapizada con frescos de nubes y estrellas en tonalidades pastel.
–Suéltalo ya, Robert –dijo el Goodboy, bien acomodado en su silla–. Ya nada puede ser más difí
Aquella semana, Robert Thorton, abogado de las personalidades más influyentes de Manhattan, tuvo que enfrentar dos casos distintos para un mismo cliente: Jared Cavalier. Uno de ellos, sin embargo, le traería muchos más dolores de cabeza que el que se realizó días más tarde, en la ciudad Capital y completamente en un español tan correcto como agringado, al mismo tiempo.–¡Váyanse ustedes dos a la mierda! –un pisapapeles de mármol de Carrara voló por los aires, atravesando la mesa de reuniones del despacho de Bobby. Tanto él como Jared avanzaron a esquivarlo por los pelos–. ¡No pienso firmar ningún mugroso acuerdo!–Me prometiste que esto no pasaría –Bob se acercó al oído de Jared para hacer el reclamo, en la voz más quedita que pudo, para que Adalyn no los escuchara–. ¡Contén a la fiera, damn it!
Lo primero que hizo Bob Thorton cuando arribó a La Capital en su vuelo charter, fue dirigirse a casa de la familia Regiés. No tenía tiempo para nada más que para hacerles firmar los papeles que él había redactado en persona, bajo la venia de Jared Cavalier, con el objeto de que no quedara ningún cabo suelto por atarse.El señor Regiés y su abogado leyeron el documento, redactado en inglés y español, con bastante atención. Demoraron, por lo menos, un par de horas en hacerlo. En el piso de arriba, Rossie tomaba la siesta obligatoria que su embarazo de alto riesgo demandaba, para evitar cualquier sobresalto que pudiera afectar su estado y el de su futuro hijo, de aproximadamente cuatro meses de gestación.–Subamos –fue todo lo que dijo el padre de Rossie, en cuanto se hubo discutido con detenimiento los términos del contrato, con el objetivo de que quedas
Diecinueve años después Podría afirmarse que hoy es un día cualquiera, salvo porque no se trata, en absoluto, de un día cualquiera. Ya que, en esta mañana del 18 de octubre a las 09h30, en la sala de audiciones No. 4 del Libery Hall de New York City, Jared Cavalier recibirá la visita inesperada de un personaje insospechado. Pero él todavía no lo sabe. Aquel personaje arribará puntual, y se paseará por el pasillo del edificio como si le perteneciera, como si no hubiera acudido ahí para probarse, sino para reclamar aquello que por pleno derecho le pertenecía. Y vaya que así será. Mirará de soslayo a cada uno de los aspirantes al lugar que él reclamaría, minutos después, como suyo y por derecho propio. Y por unos segundos, extrañará a su madre, al verse solo en medio de tantos colegas acompañados por sus agentes, por sus managers… por sus padres. Con su imponente metro con ochenta y ocho centímetros y su espigada delgadez, Marcel Regiés entrará a través de la puerta posterior del min
¿Marcel Cavalier?, ¡Marcel Cavalier! ¡Pero, qué se habrán creído! Borrar mi apellido del nombre de mi unigénito como si yo no existiera, como si nunca hubiera tenido que cargar en mi panza y en mis brazos y en mis hombros y en mi espalda al hijo oculto del Goodboy, como si Jared hubiera hecho algo al respecto, salvo dejarse ver con la plata, cuando de criarlo se trataba. ¿Dónde estaba Jared cuando Marcel enfermó de varicela, de rotavirus, de escarlatina? Seguramente cuidando a sus hijos reconocidos por el ojo público, o mejor aún, pretendiendo que así era.Es más, ¿qué ha hecho Jared por Marcel, durante todos estos años, salvo cubrirse las espaldas? ¡Nada!, ¡absolutamente nada!Soy yo quien tenía que cerrar el pico y hacerse la estúpida cada vez que mis amigas señalaban el asombroso parecido de Marcel con el Boy favorito de las GoodGirlz e insinuaban que fue Jared quien me había preñado. De buena gana se los hubiera dicho, salvo por nuestro pequeño acuerdito.Que creyeran que mi niño
¿Adivinen quién quiere recuperar el trono (otra vez)? Fecha de la entrada: 20 de octubre Por Jimmy de Jail, para la Revista Digital Pop-e-tears No es un secreto para nadie que The Boyz in the Band hicieron su regreso triunfal a los escenarios hacie ya diez largos años. Como si no hubiésemos tenido bastante ya de este exquinteto devenido cuarteto (para fortuna visual de su fanaticada y alivio estético del resto de la humanidad) durante los últimos treinta años y contando, resulta que ahora la ¿legendaria? The Boyz in the Band planea jugar su última patada de ahogado, digo, su última carta dentro del show business, con el fin de recuperar su lugar dentro de la industria (como si algo así fuera posible). Para fortuna de los profanos, ni a la mencionada agrupación ni a Ricky Fernández, su maquiavélico manager, se les ha ocurrido –todavía– la pintoresca idea de profanar el oído musical popular con el anuncio de otra gira global para seguir llenándose los bolsillos con la nostalgia de ti
Cuando Jared Cavalier quiso introducir la llave en el pestillo de la puerta de entrada de su domicilio, ubicado en Pelham, NY, la noche del 20 de octubre, notó de inmediato que la cerradura había sido cambiada. Muy pronto comprendió el porqué, y dejó de intentar al momento. Timbró de forma insistente, golpeó la puerta y las ventanas aledañas, trató de ingresar por la puerta trasera que daba a la cocina de su residencia, pero todo fue en vano.Parecía que no había nadie en casa, las luces estaban apagadas y ni siquiera Rosco, el perro familiar, apareció para darle la bienvenida, com
Era predecible que Rossana Regiés se alojase en el Park South la noche del domingo 21 de octubre. Después de todo, nunca hizo un esfuerzo por buscar un estudio privado por Airbnb. En el pasado, Jared le había mencionado que se trataba de su hotel favorito. Ella había tomado nota por entonces y, en consecuencia, suele alojarse ahí cada vez que visita Manhattan.Y son muchas más ocasiones que las que Jared tiene noticia.A las ocho de la mañana del lunes 22 de octubre, luego
–Vine a ofrecerles un trato –dijo Rossana, a manera de grito de guerra, en la improvisada sala de reuniones en la que se transformó el auditorio No. 4 una vez que entró, saludó a los presentes con una voz mucho más alta que la habitual y Jared se vio obligado a presentarla a sus compañeros como la madre de Marcel–. Claro, si es que les interesa que mi hijo forme parte de su… proyecto cinematográfico, o lo que sea que se traigan entre manos.Las audiciones fueron canceladas en cuanto el rostro preocupado del Goodboy anunció que lo que se tenía que discutir en ese momento era de carácter urgente, y, por cierto, bastante serio.Sus compañeros comprendieron su lenguaje corporal enseguida y despidieron a todos, incluso a su manager, porque se intuyó que aquello que se trataría en aquel momento tendría un