Lo que más temía Rossie que pudiera ocurrir, pasó el lunes. Tenía que ir a trabajar al mismo lugar en el que Jared Cavalier trabajaba, junto con ella. Hubiese podido quedarse en el Park South, si aquel lugar no se hubiera convertido, para ella, en el símbolo de su frustración.«Ni contigo ni sin ti se puede vivir, Jared Cavalier».No había sido una buena idea regresar al lugar que tantos recuerdos le traía con el hombre que ¿aún? amaba. Pero Rossana Regiés no sabía vivir de otra manera: era un maldito pajarillo enjaulado, desde que era una niña.Lo primero que hizo al regresar a su pequeña oficina, aquella mañana, fue preguntar por Marcel.–Está en el estudio –le dijeron–. No vendrá por aquí en lo que queda del día.«¿Y Jared?», es lo que se hubiera atrevido a preguntar, de haber tenido las agallas para hacerlo.Lo segundo que hizo, y que solía inaugurar, siempre, su ritual, era servirse su chocolate matutino con leche falsa. Lo hizo en su tacita de la suerte y, luego de un par de min
–¿Se puede? –preguntó la amazona latina más grande del mundo. O, al menos, es lo que parecía, desde la perspectiva de Rossie–. ¿O vas a cerrarme la puerta en la cara?–No te confundas, Adalyn. Tú y yo no somos iguales –respondió Ro, arriesgándose a una virada de buche por parte de su interlocutora–. Eres bienvenida, pasa.Y le hizo, enseguida, un gesto con la mano derecha para que avanzara hacia el asiento de su oficina, mientras sostenía la jarra vacía en su mano izquierda.–¿Quieres algo de beber? –preguntó Rossie, a tiempo que salía a recoger su chocolate matutino, esta vez, frío, por ocasión del verano.–Un té helado –respondió Adalyn, mientras examinaba sin miramientos la minúscula oficina de la supuesta querida de su esposo–. Si no es mucha molestia.Mientras Rossie fue a servir las bebidas, Adalyn tomó asiento en la silla de los invitados, frente al escritorio de la showrunner de la serie en la que ella misma se había negado a colaborar en el pasado.Lo primero que llamó su ate
Extracto de la primera entrevista realizada a Adalyn Fernández-Cavalier, esposa de Jared Cavalier (1998-presente) Fecha de la entrevista: lunes, 1 de julio del año en curso Bien, acabemos con esto. O, mejor dicho, empecemos. No se me da nada bien conversar. Digo, cuando era pequeña tenía muchas amigas, hablaba y tal. Pero, tú sabes, desde que me involucré con Jared, las cosas cambiaron radicalmente para mí. Pero, dejemos que te lo explique desde el principio. ¿Crees en el amor a primera vista, Rossana? ¡Carajo!, ¡qué pregunta más cursi!, hasta yo entraré en un coma diabético por formularla. Aun así, te lo pregunto en serio. Oh, sí, en serio. Por supuesto que lo crees, porque lo has vivido, ¿verdad? Te enamoraste de Kaoh Leod a primera vista. Lo sé. Jared de lo contó. No quieres saber cuándo ni en qué circunstancias, pero lo único que necesitas conocer es que estoy más enterada de ti que
La tarde del 1 de julio del año en curso, Rossie Regiés regresó a su habitación del Park South, aproximadamente, a las 22h00. Prefirió hacerlo en taxi, era demasiado tarde como para caminar con relativa libertad.Al llegar a su modesta recámara, lo primero que hizo fue quitarse los zapatos y arrojar su cuerpo a la cama, como si fuese un peso muerto.Se trataba, en realidad, de algo que le pesaba en serio: los recuerdos del pasado del hombre que todavía amaba.Su Jared Cavalier estaba casado aún con una mujer que, con toda probabilidad, lo amaba –y seguía haciéndolo– con mucha más locura que ella. Y, para más inri, aquella esposa suya lo había acompañado durante muchos más años de los que Rossie podía siquiera imaginar.«No se puede competir contra eso», pensaba Rossie. «Pero, por otro lado, yo nunca estuve en
Era 1992. Jared Cavalier regresaba definitivamente de las Islas Galápagos, tomado de la oreja por Oscar Moon, su productor. Las circunstancias de este viaje sin retorno ya las conocemos. Luego de reunirse con sus compañeros para delinear las estrategias del que sería su cuarto trabajo discográfico, cada uno de los Boyz tuvo permiso para ausentarse del estudio por lo que quedara de la semana, con la condición de que regresaran enteros el lunes, sin falta, para iniciar el trabajo. Jared volvió a la casa de sus padres en la enorme camioneta Ford que le había comprado a su madre por ocasión de absolutamente nada. –Para agasajarte –le había dicho Jared, sin razón alguna. Y Nora Cavalier, ni corta ni perezosa, no tuvo más remedio que aceptar (es un decir). Como el auto era de ella, fue quien manejó hasta llegar a su vecindario brooklyniano de Ditmas Park. La casa victoriana en la que vivían no colindaba con la de Adalyn. Ella vivía casi al frente de Jared. Cuando el Goodboy llegó a su
Extracto de la segunda entrevista realizada a Adalyn Fernández-Cavalier, esposa de Jared Cavalier (1998-presente) Fecha de la entrevista: miércoles, 3 de julio del año en curso Tú mejor que nadie conoces, Rossana, el odio que me profesan las GoodGirlz. Obviamente, todo comenzó en el 99. Solo entonces entendí las motivaciones de mi marido para mantenerme en secreto. Hasta ese tiempo, mi paranoia me había tomado por completo. Estaba segura de que Jared se avergonzaba de mí y que, por esa razón, me escondía de la prensa y de los medios, y no me permitía hablar con ellos ni se dejaba ver conmigo por ningún lugar. Y, probablemente, yo tenga un poco de razón, no te lo niego. Se esperaba de Jared Cavalier un matrimonio mucho mejor avenido que el que tuvo conmigo. Oscar o Nora querían que se casara con Claudia Schiffer o con Alicia Silverstone. Yo pintaba solamente como un mero distractor en lo que olvidaba a… en lo que te olvidaba a ti. Se les viró la tortilla, en consecuencia. ¡Ja! Tan
Aquel miércoles 3 de julio del año en curso, en el que Adalyn fue por segunda vez a la oficina de Rossie para la continuación de su entrevista, Jared Cavalier decidió asistir, también a “trabajar” (nótense las comillas), luego de un más o menos largo período de ausencia en el Hall; pero, eso sí, por muy diferentes motivos.Esa mañana se levantó motivado, y su ímpetu estaba investido de una esperanza: recuperar, por enésima vez, a Rossana Regiés.Por supuesto, no tenía la más mínima idea de cómo lo conseguiría. Pero algo se le ocurriría en el camino, eso era seguro.Llegó a las nueve en punto de la mañana al Libery Hall y, lo primero que hizo, fue saludar efusivamente al guardia, porque, para entonces, ya eran algo así como bastante amigos.
La oficina de Rossie estaba cerrada, cosa muy extraña en verano. Y Jared lo notó, en cuanto Adalyn Fernández-Cavalier dejó la oficina como una ráfaga. Nadie había salido a curiosear, siquiera. Y menos ella, con lo cotilla que era. El Emperador golpeó la puerta sin esperar respuesta, pero la recibió. –Pase –una voz femenina y algo aniñada para su edad fue la que respondió. No podía ser de otra persona que de Rossie. Jared entró con decisión y Ro, que tenía los audífonos puestos y la mirada clavada en la pantalla de su laptop, solo atinó a reconocerlo cuando lo tuvo suficientemente cerca de ella. –Jared –la voz de Rossie languideció, a tiempo que se quitaba los auriculares de sus oídos–. ¿Qué haces aquí? El Goodboy se sentó sin esperar autorización y, en un arrebato de honestidad o desesperación, cerró con su mano la laptop de Rossana para que no existieran más barreras físicas entre los dos, porque con las emocionales y mentales ya tenía más que suficiente. –Vuelve –le dijo