✧✧✧ En ese momento. En la manada de Luna Plateada. ✧✧✧ El grito mental de Arlen resonó en la cabeza de Alfa Connor como un rugido ensordecedor. Ese Beta, apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando una segunda explosión iluminó el cielo nocturno, esparciendo llamas y escombros por todas partes. ¡¡BOOOOOM!! El Alfa volteó hacia Blanca, quien lo miraba con los ojos abiertos de par en par, su vestido plateado reflejando el caos que se desataba en el territorio. —¡¿Cómo se infiltraron evitando las trampas, Alfa?! —preguntó Blanca, sin poder creer lo que sus ojos ahora de un intenso rojo carmesí, observaban. —¡Blanca, ve al refugio con los demás! —ordenó Alfa Connor con un rugido que dejó al descubierto sus colmillos. —Pero, mi Alfa, yo… —empezó a protestar ella, su voz temblando con rabia contenida. —¡HÁZLO AHORA! —rugió ese macho pelirrojo, su tono lleno de autoridad, antes de girarse y lanzarse colina abajo, transformándose en un enorme lobo de pelaje oscuro como la n
✧✧✧ Horas atrás en la manada Colmillo Blanco. ✧✧✧ Los pasos de sus botas resonaban lentamente por las escaleras de piedra. Ella sabía de quién se trataba, el olor a lobo fácilmente identificable y… ¡asqueroso!, para esa dragona. Un túnel subterráneo. El hombre-lobo continuó caminando por el pasillo en línea recta, un pasillo rodeado por paredes de piedra sólida en ambos costados. No había absolutamente nada, más que las antorchas que proporcionaban una tenue luz dorada y calidez. Al fondo de todo ese camino, había un enorme salón; grandes columnas lo sostenían. El ambiente era más frío ahí, por el amplio espacio entre las antorchas. Una jaula. Una enorme y poderosa jaula se alzaba en medio del salón circular, con barrotes que estaban incrustados con unas rocas púrpuras similares al anillo de Ingrid, con el que daba forma a su magia. Y ahí… Como un animal encerrado… yacía Arthelis. La dragona, en su forma bestial, estaba libre de cualquier cadena, sí… pero… ¡un collar grueso y
✧✧✧ Más tarde esa madrugada, en el palacio del Clan Frostwind. ✧✧✧ Mirza. Ese era el nombre utilizado como protección para la dragona más longeva de todo el Clan. Había vivido el tiempo suficiente, envejecido, pero nunca se mezcló del todo con otras especies. ¿Su trabajo en el Clan? Era ser el escudo. Si Leo fue la espada, ella era el escudo del Rey dragón, Gael. Su magia era una de resonancia. La vibración en el aire de esa magia invisible se extendía en un trayecto casi ilimitado, hasta donde llegaba el poder de ella y su energía. Le permitía a la dragona mantener a todo el Clan conectado con los fragmentos que creaba, pequeñas joyas púrpuras. Así mismo, utilizaba esa misma magia como un método para emplear la sanación que aprendió a lo largo de su vida. Ambos métodos fueron implementados cuando curó el vientre de Alfa Connie. Sentada en el salón de la torre más alta del palacio, Mirza percibió una alteración en las vibraciones de su magia en el aire. ¡La dragona ab
✧✧✧ Esa madrugada, en el palacio del Clan Frostwind. ✧✧✧ Connie despertó de golpe, sus ojos parpadearon confundidos mientras intentaba reconocer dónde estaba. No era la cueva. No era el lugar donde había compartido aquella noche ardiente y apasionada con su mate. Su corazón se hundió al darse cuenta de que estaba, una vez más, en la habitación del Rey dragón. Se levantó de inmediato, su mirada cabizbaja, mientras apretaba los labios con resignación. La cama estaba fría. Él no estaba ahí. —¿Me trajo sin que me diera cuenta? ¿Por qué? —murmuró entre suspiros, su voz quebrada por la incertidumbre. Bostezó y, mirando a su alrededor, preguntó en voz baja—. ¿Gael…? ¿Estás aquí…? El silencio fue su única respuesta. Clack~ La puerta se abrió de golpe, rompiendo la quietud. Mirza entró con su habitual postura rígida y seria. —Connie. Vístete, tienes una visita. Ella lo miró, con las cejas alzadas en claro asombro. ¿Mirza llamándola "Connie" y no simplemente "loba"? Algo
¡Rezef se levantó de inmediato del sofá, observando analíticamente a su hija! Sus ojos grises se detuvieron en el vientre de Connie, ahora un poco más visible debido a su embarazo. De inmediato, ese hombre lobo dirigió su mirada hacia Gael. —¿Acaso tú…? Gael exhaló profundamente, llevando una mano al borde de su frente y masajeando su sien con evidente cansancio. —Obtuve la aprobación de su hermano… —dijo, omitiendo el hecho de que dicha aprobación se había logrado mediante un contrato de límite temporal—. Además, soy su mate y… —Cállate —lo interrumpió Rezef con firmeza, volviendo a mirar a Connie y acercándose rápidamente a su hija—. ¿Él te ha obligado a quedarte aquí? ¿Qué pasa con Noche Carmesí y la alianza? ¿Acaso te has casado o ese cachorro en tu vientre es un…? —¡Papá! —exclamó Connie, incapaz de procesar la avalancha de preguntas. Ella misma tenía tantas dudas, tantas cosas que necesitaba entender. —Yo… En realidad, me casé con Gael. Fue un contrato c
✧✧✧ Dos meses atrás. ✧✧✧ >>> Rezef: Cuando desperté, mi cuerpo estaba envuelto en un dolor insoportable. Abrí los ojos con esfuerzo, y lo primero que vi fue el techo simple de una cabaña de madera. El olor a hierbas y ungüentos llenaban el aire. Intenté incorporarme, pero un dolor agudo me hizo soltar un gruñido. —Despiertas al fin —dijo una voz grave y familiar. Su asquerosa aroma fue inconfundible. Al voltear la cabeza, ahí estaba él, Hugo. Su mera presencia era suficiente para revolver mi estómago… Nunca nos habíamos llevado bien. Bueno, al menos a mí, no me agrada el maldito. Su actitud falsa y su forma de ser nunca encajaron con la mía. Pero ahí estaba, sentado junto a mí, su mirada fija y su sonrisa despreocupada. —¿Dónde estoy? —gruñí, mi voz ronca y seca. —En mi territorio —respondió sin rodeos, mientras cruzaba los brazos—. Te encontramos inconsciente al borde de la frontera, hace dos meses… Habían rastros de un portal del círculo escarlata. Imagino que tu esp
✧✧✧ Más tarde ese mismo día, en el Clan Frostwind ✧✧✧ El cielo se tiñó de un rojo intenso mientras el crepúsculo extendía su luz sobre el territorio de los dragones. Los tonos carmesíes iluminaban las montañas y el bosque, envolviendo todo en una atmósfera de ensueño… Una, rota por la tensión de esos tres seres. —¡No tienes que ir, papá! —exclamó Alfa Connie, su voz llena de preocupación, con una pizca de súplica que no pudo ocultar. Rezef, a unos pasos de distancia, mantenía su postura firme, su mirada fija en el horizonte. —Solo me adelantaré —respondió ese hombre-lobo, su tono lleno de determinación—. No puedo quedarme sin hacer nada. Tú deberías regresar a Luna Plateada y ayudar a tu hermano. —¿Volver…? —Connie intentó hablar, pero las palabras se atoraron en su garganta. Su mente la arrastró de vuelta al momento en que huyó, dejando a su hermano atrás, previamente a un momento tan importante como su boda con su Luna. La culpa la invadió y bajó la mirada, sintiéndose pre
—Sí… pone en riesgo mi vida… —murmuró Gael, su voz apenas un susurro. No quería mentirle, no a ella. —¡Olvídalo entonces! —exclamó Connie, cruzándose de brazos mientras le daba la espalda con brusquedad. Su ceño fruncido declaraba su enojo, su frustración. —Pero sería realmente eficaz… pequeña. —Gael hizo una pausa, pensando detenidamente qué decirle—. ¿Por qué crees que tu padre se fue solo sin querer ayuda? No te diste cuenta, pero él nunca nos mostró el fragmento del anillo de la hechicera Ingrid, del que nos comentó. ¿Entiendes lo que significa? Va a hacer algo. Algo peligroso. Tal vez buscará a Alfa Zefor… o a Maray. Las palabras de Gael impactaron a Connie… Ella se quedó inmóvil, paralizada, observándolo con incredulidad por encima de su hombro. "¿Papá sería capaz de arriesgar su vida…? Claro que sí. Él lo haría. Siempre lo haría…" Pensó esa Alfa, sintiendo cómo una oleada de emociones la asfixiaba. «¿Qué deberíamos hacer? Yo… no lo sé», confesó internamente, buscando