—Sí… pone en riesgo mi vida… —murmuró Gael, su voz apenas un susurro. No quería mentirle, no a ella. —¡Olvídalo entonces! —exclamó Connie, cruzándose de brazos mientras le daba la espalda con brusquedad. Su ceño fruncido declaraba su enojo, su frustración. —Pero sería realmente eficaz… pequeña. —Gael hizo una pausa, pensando detenidamente qué decirle—. ¿Por qué crees que tu padre se fue solo sin querer ayuda? No te diste cuenta, pero él nunca nos mostró el fragmento del anillo de la hechicera Ingrid, del que nos comentó. ¿Entiendes lo que significa? Va a hacer algo. Algo peligroso. Tal vez buscará a Alfa Zefor… o a Maray. Las palabras de Gael impactaron a Connie… Ella se quedó inmóvil, paralizada, observándolo con incredulidad por encima de su hombro. "¿Papá sería capaz de arriesgar su vida…? Claro que sí. Él lo haría. Siempre lo haría…" Pensó esa Alfa, sintiendo cómo una oleada de emociones la asfixiaba. «¿Qué deberíamos hacer? Yo… no lo sé», confesó internamente, buscando
✧✧✧ En el territorio de la manada "Luna Plateada". ✧✧✧ El aire estaba impregnado de olor a ceniza y sangre cuando Connie y Gael atravesaron el portal hacia Luna Plateada. La imagen que los recibió fue impactante. El pueblo de la manada estaba en ruinas. Las casas destrozadas ardían aún en pequeños focos, el suelo estaba teñido de un rojo oscuro que no dejaba lugar a dudas. Había cuerpos sin vida… Connie se llevó una mano al pecho, como si el dolor la atravesara físicamente. Su respiración se volvió errática, sus ojos buscaron desesperadamente señales de vida. Pero todo lo que encontró fue destrucción. —¿Cómo… cómo pudo pasar esto? —murmuró, con la voz quebradiza. Gael, a su lado, la miraba seriamente. Sus ojos violetas brillaban con una furia contenida, pero no dijo nada. Sabía que, en este momento, no había palabras que pudieran consolar a Connie. —¡CONNOR! —gritó Connie, avanzando con pasos temblorosos hacia lo que alguna vez fue el centro del pueblo—. ¡CONNOR, RESPONDE! —
✧✧✧ Esa noche, el territorio de la manda "Noche Carmesí". ✧✧✧ Bajo la luz de la luna, Connie caminaba por los terrenos de Noche Carmesí, sus pasos lentos, sus pensamientos envueltos en el caos que había dejado atrás tras su pelea con Alfa Connor. La brisa nocturna acariciaba su rostro, pero no lograba calmar el ardor en su pecho. Sentía que cada palabra de su hermano había dejado una marca, un recordatorio de lo mucho que ambos habían cambiado. Al llegar a un claro, donde la manada solía reunirse, un aroma familiar llenó el aire. La figura tranquila de Aeron, ese macho maduro, apareció entre las sombras. Su mirada serena, la buscó de inmediato. —Alfa Connie —dijo Aeron con voz grave pero cálida. —Aeron —respondió ella, con un intento de sonrisa que fracasó al instante—. Gracias por venir. Me alegra verte… —susurró sin poder ocultar su tristeza. Él asintió y caminó hacia ella. Se detuvo a unos pasos, observándola con esos ojos azules que parecían comprenderlo todo.
>>> Connie: Mi corazón no dejaba de latir aceleradamente. Caminaba entre el bosque hasta que llegué junto a Gael a las afueras del templo de Noche Carmesí. La estructura de piedra oscura se alzaba majestuosa esa noche, iluminada por la luz de la luna. Las copas de los frondosos árboles de los alrededores se mecían lentamente, la brisa nocturna acariciando mi rostro. Entonces, volví mi mirada hacia ese hermoso ser albino de pie a mi costado derecho. —Es aquí —dije en un susurro, mi mano se extendió y sentí la energía de la barrera mágica vibrar en mi palma. Así es, el templo de mi manada estaba resguardado por una barrera que solo se podía abrir, si se sabía el hechizo. No pacté con el Clan del Círculo Escarlata, del que proviene mi bisabuela paterna y mi madre… Sin embargo… Tengo la sangre de dicho Clan. Cerré mis ojos y comencé a pronunciar el hechizo que me fue enseñado por mi madre cuando me convertí en la Alfa, entonces, logré continuar, volví a ver hacia mi mate, y
>>> Gael: Sus hermosos ojos celestes me miraban fijamente, tornándose poco a poco de un intenso rojo carmesí. —Gael… ¡Cásate conmigo, ya mismo! —exclamó ella, su voz llena de una pasión que me dejó sin aliento. Mis ojos se abrieron con sorpresa. No era que no lo esperara, pero la intensidad con la que lo dijo me impactó. Ella no quería esperar, no quería protocolos ni rituales interminables; quería que en este momento, bajo la luz de las lunas carmesí, su diosa nos hiciera uno. —¿Aquí y ahora, estás segura, mi pequeña loba? —pregunté, aunque sabía la respuesta. Necesitaba escucharla… La verdad quería que me confirme, cuánto le importaba a ella, porque sentía, que estaría dispuesto a todo, incluso a morir, por ella y nuestro hijo. Connie asintió, y sus manos, cálidas y temblorosas, tomaron mi rostro. —Gael, no quiero esperar. No quiero que esta noche termine sin que seamos uno. Sin que seamos esposo y esposa, con la fuerza de mi manada y la bendición de la diosa. P
✧✧✧ Horas después. En la manada de la "Noche Carmesí". ✧✧✧ El sol apenas comenzaba a asomarse, dando paso a un nuevo día. La manada de la "Noche Carmesí" estaba reunida en uno de los claros principales. Un lugar rodeado por árboles altísimos cuyas ramas se entrelazaban como una cúpula natural, en la distancia se lograba escuchar el sonido de un río correr, y el cantar de las aves en compañia del rocío matutino. Los lobos, en sus formas humanas y animales, se encontraban reunidos en un semi círculo, todos expectantes. Alfa Connie se encontraba en el centro del claro. Sus ojos de un rojo profundo brillaban con la intensidad de la decisión que había tomado. A su lado, Gael permanecía en silencio, su postura firme pero relajada, aunque su mirada lo delataba: estaba listo para cualquier cosa… Sabía que este no sería un momento fácil. —¡Silencio! —Connie levantó la mano, y todos sus lobos se callaron—. Hoy tengo algo importante que anunciar. Los lobos intercambiaron miradas,
✧✧✧ Tres días después. En la mansión de la manada Noche Carmesí. ✧✧✧ En la habitación principal, Alfa Connie yacía en su cama llena de símbolos del Clan del Círculo Escarlata, su cuerpo sacudido por una oleada de dolor que la hizo arquearse hacia adelante. —¡¡¡AAAHHH!!! ¡GAAEEEL! —gritó la hembra, su voz desgarradora resonando por las paredes. Las sábanas estaban empapadas de sudor… Su rostro pálido reflejaba una mezcla de agonía y determinación. Gael estaba ahí, sentado a su lado, sosteniendo su mano con fuerza. Su rostro, habitualmente sereno, estaba marcado por la preocupación. —Estoy aquí, pequeña… No te dejaré. Aguanta un poco más… —susurró ese Rey dragón. Quería calmarla, pero sabía que las palabras eran insuficientes. La hechicera Zoraida, se movía rápidamente alrededor de la habitación. Sus manos expertas mezclaban hierbas y aceites que desprendían un aroma extraña, pero relajante para Connie. —Esto no será fácil. El niño lleva en su sangre el poder de do
✧✧✧ En el templo de agua del Clan Frostwind. ✧✧✧ El portal se cerró detrás de ellos con un chasquido, dejando a Connie y Gael en medio del puente cristalino que se extendía hacia el majestuoso templo. El ambiente era gélido, pero el aire estaba impregnado de magia pura y blanca. Connie sostenía al bebé albino en sus brazos, su pequeño cuerpo aún rodeado por ese aura blanca helada. El Rey dragón jadeaba, pero su mirada seguía fija en el templo blanco y casi cristalino que se alzaba frente a ellos. —No hay tiempo que perder —le susurró Gael con su voz débil pero decidida—. El ritual debe completarse aquí o su magia seguirá inestable. Connie lo miró con preocupación, pero no dijo nada. Sabía que Gael estaba al límite, y aunque quería exigirle que descansara, no podía ignorar el hecho que necesitaban primero ayudar al bebé. …………….. Cuando llegaron a las puertas del templo, estas se abrieron con un sonido suave, tras un chasquido del Rey dragón. En la habitación de iniciac