Capitulo treinta

—Lo siento, señora, pero es nuestro deber decirle al señor lo que pase con usted — Suspiro resignada porque este hombre no tiene la culpa de nada de lo que está pasando y es su trabajo cuidarme

—No te preocupes, yo hablaré con él — Me abrí paso por el camino de la entrada a casa.

Al entrar me consigo a Gabriel alterado caminando de un lado a otro, su cabello despeinado ha perdido un vaso en la mesa, el saco y la corbata se encuentran tirados en el piso de forma desordenada. Lo observó ir hacia Cristóbal en cuento, lo ve y no me da tiempo de evitar que le dé un puñetazo lanzado al hombre al suelo.

—Gabriel — Grito su nombre — ¿Qué mierda te pasa? ¿Por qué le pegas? — Le tomo del brazo con fuerza alejándolo de chico a quien Rafa ayuda a ponerse de pie, todos estamos sorprendidos.

—Él no debió dejar que ese maldito se acercará a mi mujer — Grita fuera de sí — te dije que no podías dejar que nadie le hiciera nada a Ana y es lo primero que haces — Lo señala con su dedo, todo lo miramos con
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