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Capítulo 3: Parte 2

Zack se encontraba revisando algunas cosas detrás del mostrador cuando escuchó el sonido de la puerta principal abrirse, no conocía al sujeto que se encontraba a escasos centímetros de él

— Buenas tardes señor, bienvenido. ¿Puedo ayudarle en algo?—

— Buenas tardes— el hombre achicó los ojos para leer el nombre en su placa — Zack. Soy un... Amigo de Marisa Carrington y quiero entregarle esto— fue cuando notó el enorme arreglo que cargaba

— Oh, la señorita no se encuentra en este momento—

— Lo sé, esperaba poder encomendártelo... No puedo esperarla en esta ocasión aunque me gustaría—

— Claro que sí, no hay problema. Apenas llegue se lo daré con mucho gusto—

— Te lo agradezco mucho—

— No es molestia. ¿De parte de quién le digo que es el obsequio?—

— El arreglo tiene tarjeta, pero puedes decirle que es de parte de Jace Smith. Que tengas un maravilloso día Zack—

— Igualmente señor Smith—

La curiosidad lo estaba carcomiendo, sin embargo, sabía que sería completamente inapropiado inmiscuirse en asuntos. El regalo estaba lleno de preciosas flores de diferentes colores, tamaños y formas

El chico pensó en aquel momento que era el obsequio perfecto para una mujer como Marisa

El día pasó volando entre todos los pendientes y las capacitaciones que estaba recibiendo para terminar de establecerse en ese empleo. A eso de las 3 de la tarde, entró Alessandra con una niña que no conocía. La pequeña parecía distraída, tanto, que no se dio cuenta cuando su cuaderno cayó al suelo y Zack se agachó para devolvérselo

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La chica aparcó frente a la escuela justo a tiempo, Gabriela pronto reconoció el auto y subió afanada. No lucía feliz

— Hola chicuela, ¿Qué tal tu día?—

— Hola Ale, pues... Estuvo bien, tengo mucha tarea y solo quiero llegar a casa. ¿Dónde está mi mami?— preguntó con lo que a ella le parecía desesperación

Alessandra frunció el ceño, estaba actuando muy raro. Gabi siempre hablaba hasta por las orejas luego de la escuela por muy cansada que pudiera estar

— Tu mamá aún está trabajando linda. ¿Está todo bien?— la observó a través del retrovisor, no quería perderse de ninguna de sus expresiones

— Oh, creí que ya estaría en casa—

— ¿Qué tienes Gabi? Sabes que puedes confiar en mí—

No obtuvo respuesta y no insistió más, pero se propuso que al llegar a la casa intentaría subirle los ánimos a toda costa. No le gustaba verla así

Marisa le había pedido encarecidamente que se quedara con ella, pues Zuri había quedado atascada en el tráfico de la ciudad y no había nadie esperándola en casa. Apenas llegaron al edificio Gabriela se bajó sosteniendo su cuaderno de deseos contra su pecho, ella caminaba unos cuantos pasos atrás

Entonces lo vio

Marisa ya le había comentado que Zack ahora trabajaba ahí, sin embargo, no lo había visto desde el día del accidente. Encontrarlo de nuevo la emocionó

Se distrajo un poco cuando la puerta se atascó y retrasó un poco su entrada. Para cuando ingresó, por alguna razón era Zack el que sostenía el cuaderno de la niña. Gabriela prácticamente había corrido hasta el elevador sin mirar atrás

— Hola— saludó y el chico le sonrió — Gabi, espérame—

La niña regresó sobre sus pasos cuando notó que algo le faltaba. Zack sle devolvió el preciado objeto

— Gracias— evitó mirar al desconocido

— Con mucho gusto—

— Te presento a la hija de Marisa. Gabi, él es un amigo de tu mamá—

Una pequeña "o" se formó en su boca ante la revelación. Ahora que la veía de cerca, tenía mucho sentido

— Son como dos gotas de agua, un placer conocerte Gabriela— le extendió su mano y la niña tímida la tomó

— Antes de que nos vayamos y se me olvide Zack, Marisa me pidió que te dijera que estás invitado a cenar esta noche, no faltes. Vamos Gabi— la pequeña salió disparada — No suele ser así, al parecer tuvo un mal día. Nos vemos en la cena— elevó la voz alejándose para que la escuchara

— Nos vemos— apenas tuvo tiempo de responder en medio del aturdimiento

Horas después Marisa entró empapada de pies a cabeza cargando tres bolsas de cada lado, corrió para ayudarla. Estaba lloviendo a cántaros

— Oh, gracias Zack. Eres muy amable—

— ¿Día rudo?—

— No tienes ni idea. No veía la hora de llegar—

La mujer soltó su moña y escurrió su cabello, temblaba del frío. La dejó sola un momento para ir a la máquina y servirle un café como el caballero que era

— Eres un encanto, gracias— de inmediato le dio un sorbo deleitándose con el calor que emanaba

— No creas que he olvidado lo de tu paquete, le pregunté a Alexander y me dijo que lo buscara en la bodega. Lo guardó allí porque imaginó que era muy importante y no quería que se refundiera. Ahora mismo voy por él—

— Te acompaño, necesito revisar que esté completo... Alex tiene razón, es importante—

Zack asintió y juntos comenzaron a bajar las escaleras 

— Conocí a tu hija, se parece muchísimo a ti—

Ella sonrió

— Eso me dicen, me alegra que así sea. ¿Ale te dio mi mensaje? Quiero que cenes con nosotras—

— Me lo dijo por la tarde, pero... ¿Estás segura de que no soy inoportuno?—

— Por supuesto que no, serás bienvenido. Uno de estos días, me gustaría que vinieras con toda tu familia. Por cierto, ¿Cómo están?—

— Muy bien, mi madre ha estado estable estos días—

— Me alegra mucho que así sea. Precisamente de eso quería hablar contigo, conozco a un especialista que podría verla... Quizás les recomiende un tratamiento que le venga bien, puedo hablar con él—

— Muchas gracias Marisa, pero creo que has hecho mucho por nosotros— bajó un par de escalones por delante de ella, pues era él quien tenía las llaves

Justo cuando le iba a contestar, la delgada punta de su tacón se dobló y por poco rueda por las escaleras. Zack reaccionó a tiempo para sostenerla antes de que pasara a mayores

— ¿Te hiciste daño?— sus rostros quedaron escandalosamente cerca, aún así, no se separaron. Los ojos del muchacho se deleitaron con la vista, Marisa por su parte, contuvo la respiración sintiéndose cohibida y anonadada por el escrutinio y la intensidad que sus ojos desprendían

Para su sorpresa ella soltó una estruendosa carcajada, pocos segundos después lo contagió. Estaba entre sus brazos, sin un zapato y el golpe seguramente sería un morado al día siguiente. Aún así, ella optó por burlarse de si misma

— Gracias por salvarme, parece que siempre estás en el momento y lugar indicado—

— Eso me alegra, ¿Segura de que estás bien?—

— Lo que más me duele es mi dignidad, no pasa nada— 

Se incorporaron y fue por su zapato, se lo puso recreando toda una escena de princesas

— No entiendo cómo las mujeres pueden caminar con estas cosas—

— No te preocupes, ningún hombre lo hace. Regresando a lo de antes, no he hecho nada en realidad... Si está en mis manos ayudar, lo haré con mucho gusto—

— Estaré eternamente agradecido contigo, a este paso jamás lograré saldar mi deuda—

— No es una deuda Zack, no quiero que lo veas como tal. Somos amigos—

Ambos sonrieron, terminaron de bajar y luego de asegurarse de que todo estaba en orden, regresaron al vestíbulo

— ¿Y ese arreglo? ¿Lo mandó alguna novia guardada por ahí?—

Él bufó

— De hecho, lo dejaron para ti—

— ¿Para mí? Quién?—

— Dijo que se llamaba Jace Smith—

Eso hizo que se detuviera en seco por un segundo

— Parece que la que tiene un novio escondido en algún lado eres tú—

— Oh no, él es mi socio—

— Pues es un socio muy considerado y con muchas ganas de trabajar contigo al parecer—

— Lo es— comentó — Está hermoso— se acercó y lo ojeó un poco

— Déjame ayudarte a subirlo, parece que su intención fue comprar toda la floristeria para ti—

— Tu turno ya acabó así que... Subes y te quedas para que comamos—

— Sí señora—

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Marisa había ido al baño, Alessandra estaba atendiendo una llamada y la niña miraba curiosa el regalo que reposaba sobre la mesa de la entrada principal

— Perdón por lo de esta tarde— Gabriela se acercó cautelosa — No quise ser grosera, no tuve un buen día—

— No fuiste grosera para nada. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?— se aventuró a preguntar

— No en realidad, pero gracias—

Lucía triste, decaída... Se dio cuenta a pesar de lo poco que la conocía

— Quizás yo no pueda hacer nada por ti, pero tu mamá sí... Deberías contarle qué te tiene así—

— Mi mami está muy ocupada, muchas veces no tiene tiempo—

Pensó un momento en sus hermanos, ¿Alguna vez se habrían guardado sus sentimientos porque pensaban que él ya tenía mucha carga encima como para agobiarlo con más?

— No hay nada más importante para tu madre que tú. Haría cualquier cosa para asegurarse de que estés bien—

La niña sonrió y se paró frente a él

— He decidido que me agradas—

— Me siento honrado por eso Gabi—

— ¿Sabes contar cuentos? Te convertirás en mi mejor amigo si sabes—

— En ese caso, te contaré muchos a partir de ahora, mejor amiga—

Ambas mujeres regresaron como si se hubieran puesto de acuerdo, Marisa acaparó la atención de la niña

— Mami, abre el regalo... ¡Quiero ver, quiero ver!—

— ¡Queremos ver, queremos ver!— La secundó Alessandra

— Necesito tu apoyo en esto Zack— lo miró suplicante

— La cuestión es... Que yo también quiero ver. Estás sola Marisa—

Los miró indignada, finalmente aceptó y con la ayuda de su hija sacaron todo lo de adentro mientras el otro par esperaban expectantes

— Madre mía, se nota que quiere impresionarte— Ale soltó un gritito emocionado

— Creo que esto es tuyo Gabi— su mamá le extendió una caja y la pequeña no tardó en comenzar a dar brinquitos eufóricos — No te emociones tanto, seré la encargada de administrarlos—

— Pero mamá... Me lo regaló a mí—

— Y no te los voy a quitar, solo me aseguraré de que no te los comas todos de buenas a primeras—

— Que considerado de su parte mandarle algo a Gabi también. Tu mami tiene novio cariño— canturreó y Marisa chilló escandalizada

— No digas tonterías, solo está siendo amable—

Zack se carcajeó con la escena, era obvio que Marisa no quería ver la verdad y él no era quien para obligarla a retractarse

— Muchas gracias por la velada, la pasé de maravilla... Pero ya me tengo que ir—

— Nooo— Gabriela protestó — Quédate otro ratito—

— Nos veremos pronto y te presentaré a mis hermanos, lo prometo—

Eso pareció convencerla, asintió satisfecha

— Te llevo a casa, también tengo que irme— se ofreció Alessandra 

— Vayan con cuidado y me avisan cuando lleguen—

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