DinaíNo tengo noción del tiempo.Mi habitación está sellada; sin ventanas y con la puerta casi siempre cerrada, el ver únicamente cuatro paredes y máquinas que por momentos sueltan pitidos se convierte en un suplicio. De vez en cuando entran enfermeras que parecen agradables, pero no hablan, apenas me miran. Al inicio trataba de entablar conversaciones con ellas; pero ahora solo las observo suplicantes. Me lavan el cabello con ligera rudeza, me desvisten para limpiarme y me vuelven a vestir. Siempre estoy amarrada a los barandales de la camilla, he aprendido a no moverme ni resistirme, pues resulta mucho peor cuando pierdo fuerzas y mis muñecas y tobillos terminan lastimados.Hace tiempo no escucho mi voz, mis gritos de dolor se reservan cuando el doctor entra y pone una sustancia en el suero que me provoca un sufrimiento que se prolonga por horas. Debo guardar toda mi energía para soportar los calambres, las punzadas y la sensación de sofoco. ¿Cuántas veces he sufrido por esto? Desd
DinaíNunca me ha gustado pensar que el destino es quien rige nuestras vidas; la predisposición es algo que existe, por supuesto (si no me creen, pregúntenle a la genética), pero siempre está el libre albedrío el cual nos permite tomar decisiones sin que alguna fuerza superior tenga cabida en ello. Por eso, si le doy un poco de razón al destino, el libre albedrío se desploma, pierde fuerza y al final te das cuenta que en realidad no eres dueño de tus decisiones, menos aún de tu vida.¿Fue el destino quién me trajo aquí? ¿Ya estaba escrito este final? Es que me parece una broma pesada que el maldito mafioso que todos buscan, el capo más cotizado de este maldito país sea un pendejo que se hace llamar mi tío a quien no conozco de vista, solo por nombre y eso debido a unas cartas que encontré sin querer. Por dios, durante un tiempo yo misma medité la idea de unirme a la organización que tanto desea la caída de este monstruoso ser que siembra terror por doquier.Excepto que no siembra terr
—¿Cuál es su plan? ¿En dónde se esconden?—¿Dónde está mi padre?Iniciamos un duelo de miradas, sé que las tengo de perder, pero hagan lo que hagan, no tengo las respuestas que buscan. Estoy a punto de gritar de pura frustración cuando una chica de cabello corto y una perforación en la nariz irrumpe con poca gracia.—El prisionero de la mafia se mató —dice con el rostro enrojecido—. Se abrió el cráneo con las rejas.Trébol suelta un suspiro.—Esa gente está loca —ajá...todos están locos aquí, mafia y círculo—. Dinaí, quise tratarla como una huésped, pero se me acaba la paciencia. ¿Doctor?El rarito con bata blanca escribe notas en una libreta y me revisa exhaustivamente, me siento como un insecto. Presiona el lugar donde debiera estar mi herida varias veces; a pesar de que siento dolor, es muy leve. Posteriormente me descubre (maldito cabrón, enfrente de estos hombres) y veo la herida. Ya no está abierta, de hecho se ve bastante bien, sin signos de infección, está cicatrizando bien.—
AidenEl jodido conductor maneja como si transportara ganado en lugar de personas. Ya van tres veces que me doy golpes en la cabeza al pasar un tope. Trato de no gruñir con enojo, pues a mi alrededor hay cerca de veinte personas que no se quejan ni un poco.Según el GPS estamos a cinco minutos del destino. "Los sacrificios son el pan de cada día, valen por el bien mayor." ¿Y cuál es el bien mayor? Claro, rescatar a Di.Cuando Sandro convocó a todos los subyugados (que diga, sus agentes), se aventó un discurso sobre la libertad, sobre los grandes imperios y sobre lo mucho que ha decrecido la violencia desde que su gran imperio vio la luz. Miren que ese cabrón tiene labia, pues cada día que paso cerca de él, más me convenzo de que tiene razón, sigo con mis dudas, pero estoy tan manchado que no me haría mal unirme permanentemente a sus filas. Tendría dinero, podría darle una vida buena a mi padre y estaría haciendo un bien...o algo así.Cuando pasó el discurso y Sandro pidió un voluntari
DinaíSalvé a Brenda hace tiempo, no sabía que se llamaba así, tampoco sabía que era una perra. De haber sabido que me iba a causar dolor como nunca antes sentí, habría dejado que se la llevaran. Pero esa fue otra decisión que tomé y ahora sufro las consecuencias.Gracias al cielo la idiota se ha ido, gracias al cielo no me dejó inconsciente ni con dolor insoportable. Sufrí mucho durante su interrogatorio, sí, pero sé que no usó todo su potencial, porque de haberlo hecho, estará igual o peor que Haziel. Me acerco a los barrotes y trato de llamar su atención. No ha cambiado de posición desde que entré a las celdas, de hecho hasta tengo miedo de que esté muerta y nadie se haya dado cuenta.Toco con el puño el vidrio que nos separa, pero no responde. Vaya, sé que está viva porque diviso su respiración lenta. No sé por qué, pero verla así me hace sentir culpable, ¿es que acaso también es mi culpa que esté encerrada aquí? Espero que no, porque después de todo lo queha ocurrido, Haziel es l
Corro sin fijarme en lo que me rodea. Escucho gritos, veo personas corriendo y una luz que parpadea; es de color rojo. Debe haber un incendio en alguna parte, pues una alarma comienza a sonar, el ruido rebota en cada pared y se cuela en mis oídos, es un sonido irritante que me pone los vellos de la nuca de punta. Los rociadores se activan y cae agua del techo, aprovecho para deleitarme con las gotas frías.Escucho un disparo y me agacho. La luz parpadeante no me permite ver bien, pero según yo, estaba sola. Busco el arma que debí traer conmigo, pero recuerdo que la aventé hacia la nada cuando entré en pánico y salí corriendo hacia donde mis piernas ciegamente me guiaron. "Disparaste, Dinaí. No dudaste ni un segundo. ¿Qué hiciste?" Hice lo que tenía que hacer, en esta vida recibes lo que mereces; es un hecho. Y si el karma no se encarga de hacer justicia, tomo la justicia en mano propia. Hice lo que debí hacer. Entré en pánico al ver la sangre salpicar y aventé el arma como un acto ref
Si estoy de pie, seguro que puedo caminar, estúpida. Y no, no creo que estés de mi lado, nunca lo has estado y nunca permitiré que lo estés. Estoy hablando con la persona que engañó a unas chicas y las metió en trata de personas, jamás podría estar de mi lado. Aparte, me hizo creer que éramos amigas, que de verdad me quería y al final terminó siendo la maldita novia del hombre que me lastimó física y emocionalmente. No, ni ella ni Aiden son de confianza y si mi tío está con ellos, no pienso tener que ver con él.Suelto un grito de guerra y me lanzo contra la que fue mi mejor amiga. Miren que es buena, le propino un golpe en el cuello (no muy fuerte), pero después de eso, esquiva cada golpe repleto de rabia que lanzo. Es tan desesperante querer lastimar a alguien y no poder darle ni un solo maldito golpe que le cause dolor.—Di, tranquila —dice Elisa con su voz chillona tan irritante—. No te haré daño, estarás bien. Solo vámonos de aquí y...—¡Cállate! Cierra la boca, maldita traidora
¿Y ahora qué sigue? Es sencillo: Buscaré a mi padre. No sé qué tan viable es que podamos empezar de nuevo ya que él es un hombre de negocios reconocido y yo una prófuga de El Círculo y la policía, pero no voy a perder la esperanza.Oye, ¿no has pensado unirte a esta gente? No digo que estés de acuerdo con sus ideales, pero es una forma de destruir a El Círculo y terminar con el detective Serrano. De esa forma tendrás camino libre en un futuro para empezar de nuevo.A mí nada me va a hacer cambiar de opinión. Si esta es una red de trata de personas, prostitución y drogas, no me interesa. Menos aún si Aiden y Elisa están metidos en ello.—La herida no está infectada —dice una voz femenina amable—. Le pusimos dos puntos porque sangró de nuevo, pero en un par de días no habrá problema. Le hace falta dormir, alimentarse bien y descansar. Todos los hematomas fueron causados por golpes, posiblemente una vara. Tendrá contracturas, desconozco el método de tortura, pero a juzgar por su aparienc