Pasó una semana completa y yo aún no era capaz de decirle a Kim que quería que fuera al baile conmigo. Cuando pensé en la idea, esta me parecía muy fácil, pero ahora cada vez que intentaba preguntarle me acobardaba a último momento. Estaba tan absorto en mis ideas que no vi cuando Darién se me acerco en el pasillo y se paró frente a mí.
― ¿Puedo hablar algo contigo? ― Preguntó con una voz sería.
― Si. ¿Algo malo sucede? ― El no supo que responder. Guardó silencio un rato y me hizo un gesto con la cabeza para que le siguiera. Salimos a los jardines, él se dejó caer la mochila y se sentó en una banca.
― René se fue. ― Su voz se quebró.
― ¿¡Qué!? ¿Cómo que se fue?
― Solo… No la juzgues por favor. ― Me pidió. ― Ella no quiso tener el bebé, as&iacu
El resto de la semana Kim y yo nos la pasábamos haciendo bromas sobre el baile, ese miedo que antes sentía sobre asistir, se esfumó. Ambos estábamos ansiosos de ir juntos. Kim me había preguntado varias veces la razón del porque la había invitado, yo no sabía que responderle así que solo le decía que era por pura curiosidad.― Derek, cuando la gente vea que asistes solo, seguro van a pensar cosas raras de ti.― No me importa lo que pienses los demás. ― Le afirmé.Ese día Kim había optado por usar ropa de invierno. Como el clima no hacía mella en ella, siempre usaba su vestido, la mayor parte del tiempo escogía el blanco, pero otras veces era azul, rosa o violeta. Hoy llevaba unos jeans con botas cortas y una gran chamarra rosa con una bufanda. Yo reconocí esa bufanda, la llevaba el día que…murió.― &ique
El día jueves llegó más rápido de lo que esperé. Estaba a unos cuantos metros de la parada de autobuses y Kim caminaba justo a mi lado, se le veía algo cabizbaja.― No estés triste, Kim. Voy a grabar todo, te lo aseguró.― Lo sé, ― Dijo y se detuvo para mirarme. ― Es solo que quisiera poder estar ahí.En ese momento la necesidad de abrazarla se hizo intensa. Yo no quería verla sufrir, me dolía y odiaba esa sensación. No tuvimos más oportunidad de hablar porque el autobús que me dejaría frente al auditorio donde sería el evento, apareció. Algunos pasajeros comenzaron a bajar y otros a subir.― Voy a volver con la mejor grabación que te puedas imaginar. ― La miré mientras avanzaba de espaldas hacia la fila que se había formado para abordar. ― Solo espéralo.Ella me sonrió
La noche del baile finalmente llegó, yo me sentía como si estuviera a punto de tener uno de los partidos más importantes de mi vida. Estaba ajustándome la camisa, había optado por usar un simple pantalón de vestir negro con una camisa blanca. Me miré en el espejo del baño y comprobé mi aspecto, dientes limpios, cara reluciente, nariz limpia, cabello... Jamás me cepillaba el cabello ya que no era necesario, pero esta vez tuve una ligera punzada de hacer algo, mientras decidía que hacer mamá llamó a la puerta.― ¿Puedo pasar, cariño? ― Preguntó mientras ya abría la puerta.― Ya estas adentro. ― Me giré y le sonreí.― ¡Wou!, cariño, te ves muy guapo. ― Exclamó mientras se acercaba y me pasaba sus finos dedos a través del cabello. Yo la deje hacerlo mientras que con el rabillo del ojo miraba mi reflejo.
Esa noche llegué a casa derrotado. Me habían rechazado incluso antes de haberlo siquiera dicho. Kim se había inventado una excusa y se había ido, dejándome ahí con cara de idiota y con la vergüenza. Llegué frustrado, molesto conmigo mismo. ¿Es que acaso había entendido mal? ¿Ya no le gustaba?― ¡Maldita sea! ― Solté mientras azotaba la puerta de mi habitación. Arrojé el abrigo en una esquina y me senté sobre el borde de la cama. ― ¿Qué hice mal?El fin de semana Kim no apareció. El miércoles era el último día de clases antes de las vacaciones de invierno, así que tendría sobrevivir solo tres días, solo tres malditos días. Cuando caminaba por el pasillo ya sabía lo que me esperaba, un montón de ojos mirándome y murmullos sobre la noche del baile.
― ¿No te gusta el pavo, cariño? ― Me preguntó mamá en la cena navideña. Yo apenas había probado bocado. Cuando había pensado en cómo sería la cena navideña, Kim estaba ahí. Me la imaginaba sentada en la mesa haciendo reír a Isaac. Incluso había ido a su casa, la encontré vacía. Sus padres se habían ido a Corea, justo como planearon. Entonces ¿dónde estaba ella? Había pasado noches enteras lamentándome lo que le dije, quería pedirle perdón, decirle que había sido un idiota.― Esta rico, pero no tengo apetito. ― Informé.― ¿Hay algo mal? ― Preguntó papá mientras dejaba sobre la mesa sus cubiertos.Todo estaba mal, absolutamente todo. Y aun si me sentía peor que basura, no podía hablarlo con nadie.― No. Todo bien. ― Me obligué a comer otro poco. Al me
― ¿Entonces qué es lo que te gustaría, Derek? ― Me preguntó Kim en una de nuestras tardes en el parque.― El básquetbol. ― Le aseguré.― Derek, la recepción de solicitudes a universidades está muy próxima. ― La miré y me di cuenta de que estaba preocupada.― No te preocupes. Me voy a decidir pronto respecto a eso.Desde que Kim volvió todo era perfecto, estábamos juntos casi todo el tiempo a excepción de cuando iba con su familia. De Mónica no volví a saber, me la topaba de vez en cuando pero ella huía como si hubiera visto un fantasma, técnicamente…Si ocurrió algo así, solo que no lo vio con sus propis ojos. Kim me contó que la había descubierto hablando con sus amigas sobre la apuesta, se suponía que ella había apostado que si lograba salir con el
― Y entonces yo cubrí al sujeto, estuve marcándolo todo el tiempo. Y después le robé un pase. ― Hice los movimientos como si estuviera jugando el partido. Kim estaba expectante en las gradas de la cancha del parque. ― Y ¡Pum! Encesté de tres puntos.Kim aplaudió. ― ¡Yei! Ese es mi chico. ― Yo comencé a fanfarronear con el balón.Era sábado en la mañana, Kim y yo habíamos ido al parque para que pudiera enseñarle como había sido el partido anterior. Habíamos estado ganando todos los partidos, si seguíamos con ese ritmo, seguro que ganaríamos las regionales.― ¡Hola, Derek! ― Me llamarón a coro los niños con los que solía jugar.― Hola, chicos. Ha pasado tiempo. ― Los salude. Todos eran niños que vivían cerca del parque y jugaban juntos cada sábado. La mayoría de los sábados
Ella estaba atónita comprobando una y otra vez que no podía atravesar el cristal. Mi corazón se aceleró y sentí que se me iba a salir del pecho de un momento a otro, tenía que hacer algo. Y lo sentí, esa necesidad que me quemaba. Me abalancé sobre ella y la rodeé con mis brazos, increíblemente podía sentirla, por primera vez, podía tocarla. Kim no se movió, juraría que estaba en shock. La apreté aún más a mí, temiendo que fuera a desaparecer. Pero eso no pasó, Kim siguió ahí pegada a mi pecho. En algún momento ella me rodeó también con sus brazos y ambos nos fundimos en un abrazo que duro muchísimo tiempo.― Derek, esto es… Es imposible. ― Me dijo separándose un poco de mí. Yo la miré sin quitarle un brazo y le toqué el rostro con la palma de la mano, acar