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Lo miro una vez más viendo que él tiene su ceño fruncido, pero después niega y su mirada se enfoca en mí. Me sonríe. Me quité el cinturón de seguridad y me giré a hacia él.

  • Gracias por traerme. Y por el desayuno. – murmuro. Él asiente. Sus manos siguen en el volante, pero un segundo después una de ellas toca mi mejilla.
  • Me gustaría que saliéramos a algún lado, ¿Qué dices? – pregunta sin dejar de mirarme a los ojos.

No sabia que pensar, hace muy poco lo había visto besando a Mara y ahora me invita a mí.

Fruncí el ceño y negué. Soltó mi mejilla y suspiro.

  • ¿Por qué? – cuestiono haciendo una mueca. Pero, sin quitar su mirada de mí.
  • ¿Qué pretendes? – pregunté de vuelta. Frunció el ceño.
  • ¿De que hablas? – rodé los ojos y solté un bufido.
  • Mira, no me importa lo que hagas con las demás, pero conmigo no vas a jugar de ninguna manera. – lo enfrenté. – aparte, no sé qué haces invitándome a mí cuando hace ayer mismo te vi muy a gusto a fuera de la universidad con Mara. – cuando termine de decirlo suspire, pero me arrepentí ya que a mí que m****a me importaba su vida. – ¿Sabes qué? No importa, mejor me voy. – abrí la puerta y la cerré detrás de mí a la vez que camine hasta la puerta de mí casa, pero escuche como Michaelis bajaba del auto y en poco tiempo me detenía por el brazo. - ¿Qué? – cuestione soltándome de su agarre.
  • Con Mara no tengo nada. Ella solo llegó y me beso. Y jamás pensé en jugar contigo ni con nadie Luna, sé que nos conocemos hace nada, pero dame una oportunidad de al menos ser tu amigo. – dice serio. Aunque no entiendo porque me explica lo de Mara, algo dentro de mí se alivia al saber que él no fue quien la busco. Y por otro lado el ser su amigo seria un paso que la verdad me aterra, pero también me llama la atención. Suspire y mire sus lindos ojos viendo la sinceridad en ellos. Asentí.
  • Esta bien. Amigos. – dije y el me regalo una linda sonrisa.
  • Entonces ¿Aceptas ir a tomar algo? – pregunto levantando una ceja.
  • Si, de paso y así te devuelvo tu ropa. – dije tomando mis pantalones y mirándolos. Levanté mi mirada y vi que me veía realmente divertido. – oh. No te burles. – fruncí el ceño.

Levantó sus manos en son de paz y me sonrió. – no me burlo, me gusta. – dijo guiñándome un ojo. Un sonrojo se extendió rápidamente por mi rostro. Negué.

  • Bueno me tengo que ir. Adiós. – me dio un asentimiento, pero no dijo nada. Suspire y solo baje. Cerré la puerta y caminé lentamente hasta la puerta. Me gire al momento de escuchar el ruido del auto cuando se fue.

Por un momento creí que vendría detrás de mí y me diría algo, pero no. Agite mi cabeza tratando de apartar esos pensamientos de mi cabeza.

No vale la pena.

Abrí la puerta y ahí en la sala estaba mi mamá con un hombre a espaldas de mí. Mi madre me vio y sonrió en mi dirección, Se levantó del sillón y se dirigió a donde estaba; me miraba con una sonrisa.

  • Hola cariño. - me dice. Yo solo la puedo observar, miro al hombre que estaba junto a ella, me dio una pequeña sonrisa, la cual devolví. - ¿Estas bien? – frunce el ceño mientras me observa. – ¿Qué paso? ¿Y esa ropa? – llega hasta mí y me da un pequeño beso en la frente.

Suspiro.

  • Hola mamá. Estoy bien. Un pequeño accidente anoche. Gracias a un amigo no vine hecha un desastre. – sonrío apenas. Ella asiente. Miro al hombre. – y él quien es? – me acerco a él y extiendo mi mano. – un gusto, soy Luna Iglesias. – él toma mi mano y la agita unos segundos.
  • El gusto es mío. Soy Emiliano Kohan. – me sonrió. Fruncí levemente mis cejas a la vez que lo miraba.
  • ¿Por casualidad usted es algo de Michaelis Kohan? – Asintió a la vez que miraba a mi mamá.
  • Sí, es mi hijo. ¿Lo conoces? – pregunta a la vez que abraza a mí mamá. Con que su hijo. ¿Sera que él sabe de esto?
  • Sí, tenemos un par de clases juntos en la universidad. – digo mientras miro a mi mamá. – lo lamento, pero me voy a retirar. Un gusto Emiliano. – digo con una media sonrisa. Miro a mi madre una vez más y me giro para caminar hasta las escaleras que dan al pasillo donde se encuentran las habitaciones.

  • ¿No le dijiste nada cierto? – escucho la voz de Emiliano. Me quedo parada en las escaleras. ¿Algo que decirme? No sé qué le dirá mi madre. – esta bien, pero no lo retrases más, ya falta poco tiempo cariño. – frunzo el ceño.

  • Esta noche lo are mi amor. Tranquilo. – dice la voz de mí madre. Ninguno de los dos dice nada más y eso solo me dice que algo me están escondiendo.

Sigo con mi camino hasta mi cuarto.

¿Qué será eso que mi madre tendrá que decirme esta noche?

¿Cómo el mundo puede ser tan pequeño que el padre de Michaelis termina siendo el novio de mi madre?

¿Él lo sabrá?

Si es así, ¿por qué no me dijo nada? ¿Qué es lo que pretende?

La noche llegó y con eso también la cena. Deje que todo fluyera como si yo no sabia nada, me carcomía por dentro, quería saber ya las cosas, pero bueno. Mi madre llego de su trabajo a la hora de la cena y nos sentamos en silencio a disfrutar de ella. De vez en cuando miraba a mi madre, la cual estaba bastante nerviosa, y yo sabía que ella quería decirme algo, pero ¿Qué?

  • – llamo mi atención. La miré y vi que ella miraba su plato.
  • ¿Qué sucede mamá? – pregunte haciendo aun lado mi plato ya terminado. Ella hizo lo mismo, pero al contrario que el mío estaba casi lleno. No había tocado nada.
  • Tengo algo importante que decirte. Espero que no te enojes por no decírtelo antes, pero como ambas hemos estado ocupadas no encontré el momento y… - suspiro. La quedé mirando. Tratando de asimilar sus rápidas palabras.
  • Mamá, mamá, tranquila. – dije con una leve sonrisa. – dime lo que tu quieras, yo no me enojare. Además ¿Por qué lo haría? – me encogí de hombros. Ella suspiro.
  • Me voy a casar en un mes. – hablo rápido y sin mirarme. Me la quede mirando perpleja y poco a poco mi sonrisa se borró.
  • ¿Q-Qué? – pregunte frunciendo el ceño, creyendo haber escuchado mal.
  • Si hija. Me caso en un mes con Emiliano. – dijo ahora sí mirándome. Veía culpa en sus ojos. Tal vez por no decírmelo antes. O anda saber.
  • ¿Un mes? – volví a preguntar como retardada. Ella asintió. – espera, espera. – me levante y camine unos pasos. – Michaelis lo sabe? – fue lo primero que pregunte. Ella asintió.

Lo sabe. Lo sabe y no fue capaz de decirme nada. Y encima me beso. El muy imbécil me beso, sabiendo que yo pronto me voy a convertir en su hermanastra.

Voy a ser su hermanastra.

  • Hija, de verdad lamento no habértelo dicho antes, pero… - levanto mi mano y freno su palabrería. Le sonrío a medias. Ella no tiene la culpa de nada, y ella más que nadie merece ser feliz.
  • No te preocupes mamá. Me pone muy feliz que hayas encontrado a alguien. Solo espero que él ye haga inmensamente feliz. – me acerco a ella, al ver sus ojos llenarse de lágrimas.

**

Tres semanas después.

Desde que me enteré de todo lo que sucedió con respecto a mi madre y a su novio pasaron muchas cosas, pero hoy era un día muy importante, porque por fin era mi graduación, estuve muy ocupada las últimas semanas con lo de mi tesis, prácticas y tareas como para pensar en lo sucedido.

No había visto a Michaelis desde hace un par de días, cuando mi madre nos reunió a los cuatro en un lindo restaurante, mi trabajo incluyo en evadir he ignorar por completo a ese chico. Michaelis había intentado varias veces hablar conmigo, pero yo no quise. No me sentía bien a su alrededor. La poca confianza que pude haberle tenido murió cuando no me dijo nada de lo que pasaba con nuestros padres y que encima de eso se aprovechó de mí. Sé muy bien que esa mañana en la cual él me beso, yo le respondí y la verdad quería más de él.

Quiero más de él. Pero a la vez pienso que lo mejor es estar alejada por completo de él. Y ahora más que va a pasar a ser parte de mi familia.

Por el poco tiempo que había tratado con Emiliano, me di cuenta de que era un buen hombre trabajador y trataba bien a mi mama con eso era suficiente para mí.

 Ahora estaba en mi habitación junto a Mariana, alistándonos para la fiesta.

Ella se puso un hermoso vestido azul marino largo, de seda, escote en forma de corazón sin mangas, yo por otro lado había comprado un vestido rojo, con un escote en V, no muy exagerado, también de seda, largo, sin mangas y tenía una abertura en la espalda, zapatos negros y Maru llevaba unos zapatos blancos.

Ella tenía el pelo recogido en una trenza con algunos mechones sueltos, yo solo lo había alisado y lo deje suelto con una pequeña trenza que pasaba por arriba de mi cabeza a modo de corona. Maquillajes suaves, pero con la boca bien definida, habíamos escogido.

💖

Llegamos a la fiesta en una limusina que nos había enviado Emiliano como regalo por haber terminado la Universidad cosa que mi amiga casi se cae de espaldas, ella es muy efusiva pero también es un grano en el culo cuando se enoja.

Emiliano era muy diferente a Michaelis, aunque tenían un carácter muy similar. Él era muy divertido, la hacía sonreír mucho a mi mamá, y eso me hacía bien a mí. No sé porque siempre estaba comparándolos entre sí, era tedioso hacer eso, pero, aunque sabía que no debía lo seguía haciendo. Cada vez más me convencía a mí misma de que estaba loca.

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