El diez de febrero los dejaba a escasos días de la partida de Axxel y los dos estaban ansiosos por tener que decirse adiós. ¿Qué pasaría con su relación? ¿Lo esperaría el tiempo suficiente? ¿La seguiría queriendo al volver? Cada uno se hacía miles de preguntas sin una respuesta cierta. Solo tenían una cosa segura: cinco días más.
«¿Por qué tuvo que pasar esto? ¿Qué voy hacer? ¿Cómo se lo digo?», se preguntaba Melanie, dando vueltas en la sala de su casa. La vida le cambiaría para siempre y no tenía idea de cómo lo tomaría él.
«Axxel me quiere y lo haremos juntos», se repitió varias veces para tratar de calmarse, pero no resultaba, estaba temblando y no podía parar de llorar. ¡Era un completo desastre!
El sonido del Mustang
«¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¿Qué hice?»Despertar desnudo entre las piernas de Emma era lo menos que se imaginaba Axxel que pasaría alguna vez.«¿Estaba tan borracho para olvidar la noche anterior? ¿Qué pasará si Melanie se entera? No lo puede saber, tengo que encontrarla y rogarle que me perdone. Mi maldita vida no tiene sentido sin ella.»Se levantó de la cama con sigilo para recoger la ropa que estaba tirada por todas partes y miró hacia la cama donde Emma seguía dormida«Necesito salir de aquí. No puedo creer que le hice esto a Mel. Que los dos se lo hicimos.»—¡Eh! Buenos días. —dijo Emma con voz ronca. No parecía arrepentida de lo que había sucedido.—Lo siento. Debí estar muy borracho. Lo siento. —se disculpó
AxxelCinco años antesHan pasado cinco años desde la última vez que vi a Mel y no hay un maldito día que no la extrañe. La busco en cada melena dorada, en el aroma de la primavera… la busco en mis sueños, pero no la encuentro. Sigue doliendo como el infierno.El quince de febrero salí de Miami como había planeado, pero sin un beso de despedida de mi princesa, sin una caricia suya… sin ver su hermosa sonrisa en el pórtico de su casa. Me maldije de nuevo por ello.Quería ser un Marine como mi padre, pero eso me mantendría muy lejos de Florida y seguía esperando que ella regresara un día, así que me incliné por mi segunda opción, la que me mantendría más cerca de casa, la Guardia Costera.El entrenamiento fue corto y lo primero que hice al volver fue ir a casa
Axxel—¡Mierda, Melanie! No hagas esto. No hables de esa forma. Sé que tú no… tú no serías capaz de…—Pues entérate de algo, Axxel; en mí no queda nada de aquella ingenua que creyó en tus palabras. ¡Ya no soy esa tonta que tú conocías! —grita. Me duele saber que le causé tanto daño.Su aroma a primavera sigue danzando en el aire, pero ella ya no está. Se ha ido, dejando mi alma en el infierno del que quería rescatarla.***—Sam, necesito otra. No me la niegues. Quiero beber hasta morir.—Ya basta, Axxel. Llamaré a Maison para que venga por ti. —dice como amenaza.—No seas imbécil, no soy un niño.—Pero te estás portando como uno. Así que basta ya. Te irás a casa.Que se vaya
MelanieMelanieSalgo a escena como todas las noches para interpretar el papel que va en contra de todo lo que creí, de todo lo que fui un día. Cuando lo hago, busco concentrarme en un punto lejano, uno donde ninguna mirada lasciva me esté mirando.Esta noche, mi punto no es el letrero de Salida del local, esta noche lo veo a él, al hombre que destruyó mis sueños, al hombre que jamás he podido olvidar, a Axxel Wilson. Tiemblo ante todas las emociones que sigue despertando ese pedazo de idiota en mí.Aparto la mirada y sigo con mi papel, con mi gran teatro, pero sé que él sigue viéndome. Siento lo profundo de sus ojos rasgando mis entrañas… quemándome la piel. Es un viaje de la tierra al cielo, pero no dura mucho… caigo en picada y sin paracaídas«¿Por qué hoy
—Buenos días, bebé. ¿Qué tal tu noche en el club? —pregunta Nick después de darme un beso.—Bien. Algún idiota iniciando una pelea, pero detenida a tiempo por Steven, el guardaespaldas estrella del club.«¡Ay! Si tan solo supieses quién fue ese idiota.» —Te he dicho que dejes ese lugar. Yo puedo tomar más turnos y...—No, Nick. Estoy cansada de hablar de lo mismo. Tu sueldo de bombero no da para más y no quiero ponerte en esa situación. Ya has hecho mucho por nosotros.Vale aclarar que Nick no tiene idea de lo que hago allí. Según mi versión, soy la encargada del lugar. Sí, encargada de mostrar las tetas en tres funciones.—Bebé… ustedes son mi mundo entero. Lo sabes. —Toma mis manos y me mira con dulzura. «Sé que es as&
AxxelEstoy cayendo. Caigo lentamente en un maldito abismo al entender que ese niño es mi hijo.De ninguna jodida manera había considerado esa posibilidad y mi cabeza se llena de porqués. ¿Por qué mintió? ¿Por qué se fue? ¿Por qué se casó con Nick? No puedo decir una palabra. Creo que he dejado de respirar. Entonces, escucho su voz y me trae a la vida. Su voz es dulce, hermosa. Es la voz del hijo que creí perdido.Melanie promete que hablaremos, pero no le creo. Ella me mintió una vez, puede hacerlo de nuevo.No me iré de aquí. No dejaré que huya de nuevo.Me meto en mi Hummer y sigo ahí hasta que veo salir el sol. Es una ironía, nos prometimos amaneceres y nos inundamos de oscuridad.¡Joder! Asumo mi culpa por haberla abandonado en aquel momento, pero ella me mintió, me ocultó a m
MelanieEl tiempo vuela hacia atrás, a aquella primera vez que me besó, con esa intensidad que me agobiaba y me deleitaba a la vez. Me desconecto del mundo y viajo a las estrellas… muy lejos de aquí.Sus dedos acarician en mi piel y florezco como un rosal en primavera. Me siento viva debajo de sus manos y deseo, ruego que al abrir los ojos estemos en Miami cinco años atrás, lejos de este presente absurdo en el que no soy suya.—Axxel… no puedo. No lo hagas más difícil. —Imploro, esperando que él sea más fuerte que yo porque estoy cansada de luchar, de tratar de olvidar sus besos con cada uno de los que Nick me da.«Eso está mal, Melanie. Detenlo», grita mi parte racional, la que no se amilana por unas cuantas caricias.—¡No! —Bramo agobiada y lo empujo.—Princesa… no me dejes de nuevo. No me cast
MelanieHan pasado varios días desde que Axxel vino aquí, pero no me ha abandonado esa sensación de incertidumbre. Cada día, batallo con mi mente y mi corazón. La primera, me exige que no lo piense; y el segundo, pide por él.«¿Qué hubiese pasado si la carta correcta hubiera llegado a sus manos?» La duda es como el sonido del pungi[1] que encanta a la serpiente, te seduce, te atrae, pero debo detener ese sonido, debo dejar de pensar en el pasado. Eso no cambia nada. Para el bien de todos, espero que olvide el camino a casa. Ryan no lo necesita y yo tampoco. Ya no.«¿Estás segura?», me reta mi subconsciente. Y no lo estoy, sé que es mentira, que lo quiero, que lo deseo conmigo, pero ya no importa lo que yo quiero. Mi única prioridad es mi hijo y su estabilidad.—¿Estás lista, dulzura? &md