«¿En qué maldito momento permití que esto pasara?» Había pasado mucho tiempo desde que se había sentido de esa manera. Mientras estaba recargado en su escritorio pensó en una alternativa. Sus ojos se entornaron peligrosamente y habló mientras miraba a la nada. -Comenzaremos con la mosca insignificante. Axel, reagrupa a nuestros hombres, pon en alerta a todos y cada uno de nuestros socios. No quiero ninguna fuga de nuestro lado, que corten cualquier negociación con Gergen por pequeña que sea, yo me encargare de las perdidas en caso de que haya. Joel, busca a la gente de Raquel plantada del lado de Gergen y Sergei, cualquier indicio de que ella esté en manos de alguno de los dos, quiero saberlo. Ambos hombres suspiraron profundamente aliviados. -Cualquiera que de información de ella, su paradero y/o la traiga a salvo, recibirá una recompensa de cincuenta millones de dólares, una nueva identidad y podrá librase de lo que sea que les repercuta sin problema. Aclaro, con vida y a salv
Debido a la insistencia (#amenaza) de su padre, dejó el trabajo, se centró en cuidarse, comer bien, dormir lo más que pudo y acepto todas y cada una de las indicaciones que el médico le envió. Los primeros días se le veía preocupada y algo decaída, sin embargo, al procesar la idea y asimilarlo con calma, sus mejillas se volvieron rosadas, su mirada brillaba y su temperamento había vuelto a ser el más dulce, cálido y amable de antes. No se negaba a los acercamientos de Esteban, al contrario, parecían haberse vuelto aún más unidos. Él que sentía que la ira y los celos lo carcomían día con día, sentía que se desinflaba como un globo cada que veía su sonrisa de alegría. Desafortunadamente, ya no tenía el corazón para decepcionarla. Esa tarde, Ximena que había logrado deshacerse de Esteban por unas horas, fue al restaurante de Tabata. Al llegar, se sorprendió de lo solitario que estaba el lugar. Y una Tabata completamente demacrada y fuera de sí. Sus exigencias siempre eran fue
«Si esa maldita no hubiera aparecido... Nada hubiera sucedido de esta manera...» —Entregaremos el local en dos semanas, hay que limpiar. Sin decir más, se dirigió a su oficina, quedándose Ramiro bastante preocupado en el solitario lugar. ********** Mientras tanto, en su casa Ximena cayó completamente exhausta y preocupada en su cama. Sin darse cuenta cerró los ojos y, no despertó hasta que se escuchó la voz de Esteban anunciando la cena. Aturdida se puso de pie y salió a comer. No mencionó palabra, pero Esteban no le quito la mirada de encima. —¿Sucedió algo? Preguntó él mientras levantaba los platos. Ella momentáneamente lo miró con algo de sorpresa y aturdimiento. Sin palabras no pudo hacer más que mirarlo un momento. Esteban suspiró y se puso en cuclillas frente a ella. La miró directamente a los ojos y apretó suavemente su mano que descansaba en su rodilla. —Ximena... sin importar lo que necesites, ya sea hablar o lo que sea, aquí estoy. No te juzgaré, ni diré más.
—Esta madre no te merece cariño, ella no es buena, es una sucia mujerzuela capaz de lo que sea por un hombre. Mírala, estando embarazada de ti, engatuso a un hombre como Esteban, es manipuladora y oportunista. No solo lo quiere a él, sino también tiene comiendo de su mano a tu padre. Ese tipo de mujeres no debe vivir cariño. Y, desafortunadamente, también iras con ella sin culpa alguna. Lo siento mucho. —¿Señora? El esposo de la señora se encuentra un poco preocupado, ¿Le importaría ir a verlo un momento? Tabata se puso de pie con una leve sonrisa burlona. —Je, esposo... Claro, en un momento regreso. Abrió la puerta, pero antes de salir le hablo nuevamente. —Doctora, ¿Qué paso con la solicitud que hizo? La mujer un poco más nerviosa sonrió y respondió lo más tranquila y educada posible. —Ya está en proceso, en cuanto el padre firme, será intervenida. Tabata salió sin mirar atrás. Al entrar a la habitación de Esteban, vio su rostro consternado mientras leía el documen
—Está bien, parece que todo estará en orden por lo menos durante unas horas. Se puso de pie, y regresó a su habitación con ayuda de la enfermera. Ximena que estaba por quedarse dormida, se sorprendió ante la llegada de otro médico. —Buenas tardes señora, mi nombre es Sebastián Casares, seré su médico durante lo que resta del turno. En un momento vendrán por usted para terminar con los estudios y lo que resta de su tratamiento. Necesita estar tranquila y muy relajada, un evento como este no es cualquier cosa, y más que nada debe ser muy consciente de sí misma, en dado caso que requiera ayuda especializada no dude en avisarme para que sea atendida de inmediato, ¿De acuerdo? Ximena se sintió un poco extrañada por el exceso de atenciones, sin embargo, asintió con gratitud. Cerro los ojos y escucho la salida del doctor. Por un momento, una extraña inquietud la invadió. En su sueño parecía escuchar la voz de Tabata hablando cosas horribles con un niño pequeño, presumiblemente su
—No lo estoy disfrazando, para desgracia tuya y mía, Alexei apareció para robarnos todo, como si fuéramos simple basura desechable. Le diste lo que se merecía, y ganaste lo que merecías y tanto anhelabas. Aunque no fuera de la manera correcta. Ese valor es lo que más admiré todo este tiempo de ti. Yo... A pesar de que sabía que Isabella estaba jugando con nosotros... que tuve muchas oportunidades de decirle a mi hermano. Fui un completo cobarde, ya fuera que él nos odiara y terminara con el odio de ella también, o que ella tuviera el cinismo de quedarse conmigo o rogarle a él perdón. Todo eso me rebasó, en cualquiera de todas las situaciones, no habría sabido qué hacer después. Desde mi niñez, estaba acostumbrado a hacer lo que se me ordenaba como se me ordenaba. En ese momento en el que hice algo que consideré fuera de mi alcance, je, estúpidamente decidí quedarme en mi zona de confort, y esperar a que todo saliera lo mejor posible. Aunque en realidad no hubiera absolutamente n
Con una mueca disfrazada de sonrisa, los brazos cruzados y esa presencia imponente. Aunque realmente no había pasado tanto tiempo, sentía como si hubiera sido una eternidad, desde que lo había visto por última vez. Sin embargo... Una inquietud la invadió al notar su mirada, se veía furioso sin duda, pero al mismo tiempo sus labios apretados y sus ojos parecían estar al borde del llanto. Se dio cuenta hasta ese momento, de que algo realmente malo estaba pasando. Trató de sentarse, pero leve un dolor en la parte inferior de su cuerpo la hizo fruncir el ceño. —No permití que te dieran más analgésicos. No mereces comodidad después de lo que hiciste. Su respiración se aceleró mientras hablaba, pero su rabia contenida aún seguía ahí. Ximena que aún no entendía lo que estaba sucediendo, trató de hablarle con la mayor calma posible para pedirle una explicación. —Lucas... No tengo idea de... —Ximena... No tientes tu suerte... Las palabras que eran exprimidas entre el rechina
Podía decir mucho en ese momento, pero no estaba lo suficientemente preparado para decir que era por temor a la soledad o su ya auto reconocida obsesión. Negó y con más calma relajó sus hombros. —Ya no importa. Si esta decisión que tomaste, fue debido a mí. Lo aceptaré. No importa lo desalmada y cruel que quieras ser, para mí siempre serás la misma. «No tengo el derecho ni la fuerza para recriminarte, sin importar lo que hagas...» —Ya llamaron a tus padres, deben estar por llegar. Para cuando había terminado de hablar, su mirada se veía vacía y carente de vida. Pero la firmeza silenciosa era intimidante por sí sola. Ximena no sabía que era lo que estaba sucediendo, sin embargo, justo cuando estaba por dar la media vuelta para irse, tomo su mano para detenerlo. Mientras lloraba cabizbaja hablo temblorosa. —Si me lo hubieras dicho, así no hubieras tenido pruebas... te habría creído. O te juro, que te habría dado la oportunidad. En esos momentos yo creí que de verdad me amab