Los días pasaron, y Ximena se “recuperó” bastante bien. Sabía que su lesión había sido bastante difícil, pero no entendía el porqué de tantas muestras de sangre y análisis a los que era sometida. Siempre que preguntaba sobre su propia condición, sólo recibía una respuesta. «Su esposo se lo dirá en cuanto lo llame.» Desde lo ocurrido lo ignoró e incluso cuando lo veía en su habitación le arrojaba todo lo que tenía al alcance de su mano. No le permitió hablar ni estar con ella. Lucas completamente ignorante y cansado, decidió quedarse en la habitación de al lado y presionarla con la ley de hielo de los médicos y enfermeras. —Su condición es mucho mejor señor, sus glóbulos rojos están en aumento y come sin ser presionada. No habrá ningún problema si regresa a casa y se alimenta de manera saludable. Y… Deja de consumir esos medicamentos definitivamente. Lucas como siempre solo le hizo una señal para que se fuera y en silencio, analizó su estado clínico. Quería
La enfermera que en algún momento estaba previendo su futura gloria, se estremeció al ver la actitud de Lucas. Por un segundo había olvidado lo terrible que podía ser. —Y a ti... ¿Quién te dio el derecho de prestarme o dejarme como si fuera un misero objeto? La voz aún más baja y molesta de Lucas estremeció a ambas. Una comenzó a temblar y la otra, cerro su libro al “reaccionar” y lo observo en silencio. —Oh, cierto. Me disculpo por eso, sin embargo, de hecho, no es la primera vez que haces algo así, ¿No crees que es estúpido que te molestes en este momento? Lucas reaccionó y por un momento una ligera idea lo preocupo. —¿Qué dijiste? —Dije: No es la primera vez que lo haces. Así como a ti no te importa, a mí tampoco debería afectarme. —Espera, hay un malentendido aquí, yo nunca... Como si lo hubiera atravesado un rayo, se cubrió la frente con una mano. —Ximena... —No te molestes, ya no me importa. Solo espero que cuando me deseches, me permitas irme tranquilamente. N
Él se sorprendió no creyó que en ningún lugar de su expediente hubiera una sola cosa buena. Ella bajo la mirada y con una leve sonrisa, respondió a su duda. —Jamás podré ser madre... Lucas tragó y sintió un leve vértigo debido a una premonición, que no tardo en volverse realidad. —Así como el señor Lucas siempre deseó, esa absurda idea ha sido desechada por completo. Sus puños que habían dejado de sangrar y estaba llenos de sangre seca, se apretaron y las heridas se volvieron a abrir. La vergüenza, el arrepentimiento y remordimiento llegaron en un instante. Nunca le había dicho que quería tener un hijo y, siempre que ella planteaba la idea, él simplemente cambiaba drásticamente el tema. Ella entendió después de varias veces que la idea no le agradaba, por lo que no lo volvió a mencionar, pese a que era algo que ella de verdad anhelaba. Mientras estaba perdida en sus pensamientos, la voz de Lucas la volvió a la realidad. —Ximena... —Por favor, no me vayas a decir que
«¿Después de todo este tiempo aún no me conoces?» Entre su pequeña tormenta interna, Lucas no notó que Ximena completamente sorprendida, lo miro unos segundos con una expresión extraña. Al entrar a la casa, extrañamente estaba sola, los hombres que por lo general rondaban escaleras, ventanas y puertas no estaban. Salvo uno que los siguió, no había nadie más. Y, este, se quedó en la puerta, cerrándola y dejando a ambos adentro. Ximena aun no podía entender lo que estaba pensando, pero en algún momento sintió como si el gran peso del mundo que sentía, fuera desapareciendo lentamente. Lucas camino un poco hacia adelante y con una leve sonrisa extendió su mano hacia ella. —Prometiste regalarme una última noche. Ella lo miro perdida unos segundos. «Jamás te había visto sonreír...» Su piel clara resaltaba aún más con su traje y cabello negro, su expresión que siempre era estoica en ese momento se veía suave y, como si se tratara de un sueño. Lejos de conmoverla, le despertó un sa
Axel inclinó la cabeza hacia un lado mientras desviaba tristemente la mirada. —Lo she, pero aún ashí no me adrepiento de nada sheñor. Lucas se despeino frustrado y gruñó por lo bajo. —En cuanto terminemos con esto no quiero volver a verte. —Ashi sherá, señorl. Sin decir más, Axel salió de la casa. Él mejor que nadie sabía lo estúpido y necio que era, antes de conocerla no hacía un negocio sin recibir un beneficio. Era conocido por ser un zorro bastante astuto y engañoso. No sobresalía, pero cuando alguien desprevenido pasaba por su “madriguera” era lo mismo que ser devorado por una araña. Cuando se topó con Raquel, fue como envolverse en la telaraña de una viuda negra. A diferencia de Lucas que pagaba por lo que quería y se iba, él “apreciaba” a sus mujeres. Las llenaba de atenciones y regalos, las llenaba esperanzas y, cuando se aburría o quería un poco de “emoción”, las dejaba. Los sentimientos de rechazo, dolor y desesperación era con lo que más se identificaba, am
Ella simplemente correspondió y lo siguió. —¡Es verdad! ¿La señora hizo todo esto? Ximena que estaba subiendo las escaleras jaló de regreso debido a que Lucas no la había soltado y vio los rostros de los chicos sonrojados y emocionados. Desde que había llegado a la mansión no le había prestado atención a nadie más que a Lucas, los demás eran casi tratados como muebles o un ornamento. Lo cual la hizo sentir culpable. Eran seres humanos que vivían y sentían. Con una sonrisa habló mientras Lucas prácticamente la arrastraba. —¡Su jefe y yo lo hicimos! ¡No dejen nada! Varias cucharas cayeron ruidosamente al suelo mientras miradas atónitas se cruzaban por todos lados. —¡¿El jefe cocina?! Lucas al escuchar las “voces bajas” frunció el ceño. —¿Qué todo el mundo cree que soy inútil? Ximena sonrió y respondió: —Claro que no, pero es un poco curioso. Nadie imaginaría que alguien con tu cara sería capaz de cortar suavemente una verdura. Jejejeje —Parece que has
Ximena tragó y se retorció ante su tacto, pero debido a que aún estaba dentro de ella, la sensación fue un más estimulante. —¡Ah! No… No hagas eso… ¡Ah! Se comenzó a mover nuevamente, sintiendo como entraba y salía él mismo con su mano. Debido al estímulo, las paredes de Ximena se contraía fuertemente en contra de su voluntad. Con dificultad, apretó los dientes y comenzaron las embestidas enserio. Ximena no supo cuántas veces ni en cuántas posiciones había sido colocada, de lo único que estaba consciente era de que, Lucas era una bestia completamente insaciable. No supo qué hora era, pero quiso levantarse para ir al baño, sin embargo, su fuerte abrazo la mantuvo firme en su lugar. Y, ni mencionar, el firme y bien incrustado miembro dentro de ella. Atónita e incrédula, trató con más fuerza pero Lucas se despertó. —¿A dónde quieres ir? Preguntó con una seductora voz ronca. —Yo… sólo quiero ir a lavarme. Lucas se dio cuenta de su incomodidad y la soltó, Ximena rápidam
Ximena se rindió y simplemente continuó comiendo pese a que no tenía apetito. Se tomó el medicamento que se le dio y ahí reaccionó, ya no le dolía tanto el cuerpo. La enfermera nuevamente se acercó a ella y le entregó varios frascos de medicina. —Aquí se encuentra este se llama xxxx es para su tratamiento de plaquetas, este es xxxxx, es para el apetito y este es un analgésico. El último lo puede tomar hasta dentro de cinco días o si lo prefiere, hasta que se sienta mejor aunque no es muy recomendable. Los demás medicamentos serán surtidos en este hospital, debe recogerlos puntualmente, y no debe perderse ninguno o puede haber alguna recaída. Sus revisiones también ya están agendadas, en estas hojas se encuentra todo. Ximena al escuchar “recaída” se estremeció levemente, pero luchó por no mostrar su miedo en la superficie. Al final, le dejó todo en la mesa haciendo parecer que era una farmacia completa. Ninguno habló y Ximena solo espero. Lucas se puso de pie, pareci