Ximena se rindió y simplemente continuó comiendo pese a que no tenía apetito. Se tomó el medicamento que se le dio y ahí reaccionó, ya no le dolía tanto el cuerpo. La enfermera nuevamente se acercó a ella y le entregó varios frascos de medicina. —Aquí se encuentra este se llama xxxx es para su tratamiento de plaquetas, este es xxxxx, es para el apetito y este es un analgésico. El último lo puede tomar hasta dentro de cinco días o si lo prefiere, hasta que se sienta mejor aunque no es muy recomendable. Los demás medicamentos serán surtidos en este hospital, debe recogerlos puntualmente, y no debe perderse ninguno o puede haber alguna recaída. Sus revisiones también ya están agendadas, en estas hojas se encuentra todo. Ximena al escuchar “recaída” se estremeció levemente, pero luchó por no mostrar su miedo en la superficie. Al final, le dejó todo en la mesa haciendo parecer que era una farmacia completa. Ninguno habló y Ximena solo espero. Lucas se puso de pie, pareci
Al cerrar Ximena la puerta del auto, Raquel guardó el arma. —¿Por qué no todos los trabajos son tan sencillos? Estaban por subir a su auto, cuando otro se estrelló directamente contra el. ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! —¡Cúbranme! ¡Cuñada sube al otro auto! ¡Muévete! Raquel comenzó a disparar junto con sus hombres y pudo ver que se acercaban más autos a la distancia. —¡Demonios! Voy a cobrarle caro este chistecito a Lucas. Ximena vio que su hermano aún no se iba, por lo que le hizo una señal desesperada para que lo hiciera. Ella se mordió el labio y subió al auto de Raquel, esperaba que al verla relativamente a salvo recapacitara. Raquel rápidamente tomó el volante y se alejó, la velocidad era demasiado alta y sus maniobras muy arriesgadas, por lo que la adrenalina no bajó en ningún momento. —Tu hermano puede ser una cucaracha molesta, pero será buen escudo en este momento. Dijo Raquel mientras miraba por el retrovisor y veía en todas direcciones al mismo tiempo. —¿Qué?
Dijo Axel entrando a la oficina. Lucas cerró la computadora y lo escuchó. —Él, hace una semana regresó del extranjero. No había podido localizarlo debido a que se encontraba en un pueblo remoto en Suiza. Había salido con un seudónimo y... con ayuda de Sergei... Lucas sonrió y se lamió las muelas con irritación. —No cabe duda de que no le agrado a mi suegro. Prefiere ayudar a otros hombres que apoyar a su yerno. Déjame adivinar, ¿Ese pueblo es propiedad de alguien en específico? Axel abrió los ojos algo sorprendido. —Así es señor... es... de Gergen. Lucas asintió en entendimiento y le hizo una señal para que se fuera. Al dejar Axel la oficina, saco un teléfono de un cajón de su escritorio cerrado con llave e hizo una llamada. Con un malayo casi nativo, habló con un hombre. —¿Has tenido alguna novedad? —Así es señor, Gergen hizo un movimiento sobre las acciones de la sucursal de Singapur. Aparentemente son muy sutiles, sin embargo, si no tuviera conocimiento de ello,
Bajó la mirada al suelo, pero al volver a levantarla hacia la puerta, se volvió casi desorbitada y sonreía inquietantemente. Se le hizo agua la boca mientras sentía ese asfixiante y silencioso dolor en el pecho. Se estremeció al imaginar la escena y escuchar los gritos de indescriptible placer adentro. Recordando en dónde se encontraba, trató de controlarse. Afortunadamente había sido a tiempo, al girarse, un hombre con unos documentos bajó del elevador. Aparentemente distraído y cansado caminó hacia la puerta de la oficina, sin embargo, el ruido lo hizo reaccionar y, sin una sola palabra y con el rostro completamente rojo y avergonzado. Regresó sobre sus propios pasos nuevamente. Axel se sentó en su silla y comenzó a sentirse inquieto. —¿Gritarías igual si te folláramos los dos a la vez…? Se susurró mientras se lamía los dientes con ansiedad. Después se controló y se dispuso a continuar con su trabajo, sin embargo, el bulto en sus pantalones le pedía a gritos atención.
—Bueno, a partir de hoy olvida todo. Lo de las flores fue una buena idea, exagerada y tonta pero buena. Para cuando vuelva, inicia de cero, lo que hagas; hazlo por iniciativa propia, no esperes que ella te dé una señal o idea. Además… a estas alturas debe odiarte bastante, así que si quieres ganarte su afecto de nuevo, deberás esforzarte el doble como si quisieras tomar una nueva ciudad. Él no mostró algo significativo, pero Raquel notó su escepticismo. —No es juego, además. No quieres hijos, será un poco más difícil… Sus hermosos ojos negros parecieron captar algo, por lo que ella después de verlo asintió bastante conforme. —Si crees necesitar ayuda pregúntame, si no lo sé buscaré en internet. Riéndose se incorporó y le dio un beso en los labios. —Te amo, pero sé que lo que yo quiero nunca podrá ser y no quiero que me odies en algún momento. Hace unas semanas estuve bastante cerca de cometer una estupidez. Pero comprendí de cierta manera el flujo de pensamiento de Ax
Sorprendida miró el teléfono unos segundos. —¡Oye! Hace tanto que no nos vemos, ¿Y me tratas como aire? Reprochó Esteban mientras entrecerraba los ojos. Ximena por fin reaccionó y le cedió el paso a su apartamento. —¡Hay perdón! Jejeje me sorprendió la verdad. ¿Cómo supiste en dónde estaba? Esteban sonrió tristemente y se sentó en la sala. —¿Recuerdas el día de mi graduación? Ximena se avergonzó un momento, para ese momento ellos tenían una relación muy ambigua, debido a las exigencias de su padre, Esteban tuvo que hacer su maestría en el extranjero. Siempre tuvieron en claro sus sentimientos, sin embargo, Esteban era demasiado controlado por su familia. Antes de irse, le prometió a Ximena volver fuerte y los suficientemente poderoso para poder estar con ella, sin miedo. Su amor por ella era fuerte, no obstante, no lo suficiente. Al recibir la llamada de Carlos, informándole de su boda, fue un terrible golpe para él. Estaba tan furioso consigo mismo y con ella, que d
Carlos se ofreció a llevarlo a su casa, sin embargo, él se negó y regresó a su hotel a pie. No quería escuchar el sermón de su padre o las burlas de su hermana. Únicamente quería hablar con ella un momento. Dejo que la lluvia lavara su rostro cansado un momento y se decidió a volver muy temprano al día siguiente. Después de la lluvia, un hermoso día soleado llegó. Ximena no se dio cuenta de lo que había ocurrido. Y, pese a la mirada complicada de sus padres y hermanos, todos trataron de darle la mejor boda que ella hubiera querido. Esteban al verla en la entrada de la iglesia, se quedó sin aliento. Parecía una princesa de cuento, brillante, emocionada y hermosa. Sin prestar atención a nada más, caminó como poseído hacia ella. Esa mirada, esa emoción. Todo estaba destinado a un hombre distinto. Al llegar se dio cuenta de la seguridad, también notó que no se trataba de un hombre cualquiera. Si no se daba prisa, todo por lo que había luchado durante años se le escapar
Sintió una gran rabia en su interior, pero se esfumó al sentir la tensión de Ximena ante el apretón en su brazo. Rechinó los dientes un segundo y frustrado suspiró profundamente. Con delicadeza acercó su muñeca a sus labios y la besó suavemente. —Esto nos servirá de recuerdo, sufriste demasiado sin mí a tu lado, ¿Cierto? No te preocupes, jamás te lastimare y nunca más me alejaré de tu lado sin pelear. La única manera de alejarme de ti, será asesinándome. Quién diría… *********** Dos meses después… —¿Qué fue lo que te tuvo tan ocupada? Preguntó Axel mientras servía la cena. Ella sonrió y sin prestar atención a los platos, tiró de su corbata y lo besó con brusquedad. —Eso no importa ahora. Con una sonrisa se puso de pie y lo desvistió. Axel no emitió más sonido que el de sus gemidos. Fue empujado al sofá y Raquel lo admiró durante unos segundos. Su sonrisa como siempre era enigmática, su mirada aparentemente fría y calculadora lo volvía loco. Ella era muy capaz d