Axel sonrió y la miró como si fuera lo único en el mundo para él. La besó nuevamente y la recostó. Una nueva ronda comenzó… Lucas por su parte, ese día recibió una propuesta de una de las constructoras más importantes a nivel nacional. Estaban dispuestos a darle apoyo con el lavado de dinero, a cambio de rescatarlos de la bancarrota. Otro trato extraño, pero al mismo tiempo bastante lucrativo. Muy conforme con Raquel, no le importaba si lo que ella quería era su cuerpo, mientras todo continuara como hasta ese momento, en realidad, no le importaba lo demás. Eso hasta que una señorita llamada Ximena apareció.... ****** Ella se recostó, pero, aun así, tuvo muchos problemas para dormir. La luna entraba por el gran ventanal y el viento se sentía frío, sin poder descansar, salió al balcón, los hombres la dejaron a solas y, otros se posicionaron debajo de este. Más sin embargo, nadie estaba preparado realmente para lo que estaba por suceder... ¡FIUSHH! PAK! Ximena
—La señora sufrió un impacto certero y directo, tuvo una hemorragia grave, pero el método de su traslado fue hasta cierto punto de gran ayuda debido a que no nos puso en una situación irremediable. Su clavícula se partió a la mitad, tuvimos que reconstruir e implantar una placa para unir el hueso. Afortunada o desafortunadamente llegó a tiempo, en este momento sufre de una anemia hemolítica, no sabemos las causas, por lo que necesitamos hacer más estudios, sin embargo, si esto no se hubiera detectado hasta dentro de más tiempo… habría sido aún más peligroso. Gracias a la transfusión pudimos controlarlo, pero… El médico bajó la mirada algo indeciso de hablar, Lucas entrecerró los ojos y molesto lo instó a hablar. —Hable claro. —Bueno… este tipo de anemia llega en ocasiones a ser autoinmune, puede llegar a ser necesario extirpar el bazo o transfusiones de sangre constantes, por el momento utilizaremos medicamento para promover la producción de glóbulos rojos. Pero si esto no
Los días pasaron, y Ximena se “recuperó” bastante bien. Sabía que su lesión había sido bastante difícil, pero no entendía el porqué de tantas muestras de sangre y análisis a los que era sometida. Siempre que preguntaba sobre su propia condición, sólo recibía una respuesta. «Su esposo se lo dirá en cuanto lo llame.» Desde lo ocurrido lo ignoró e incluso cuando lo veía en su habitación le arrojaba todo lo que tenía al alcance de su mano. No le permitió hablar ni estar con ella. Lucas completamente ignorante y cansado, decidió quedarse en la habitación de al lado y presionarla con la ley de hielo de los médicos y enfermeras. —Su condición es mucho mejor señor, sus glóbulos rojos están en aumento y come sin ser presionada. No habrá ningún problema si regresa a casa y se alimenta de manera saludable. Y… Deja de consumir esos medicamentos definitivamente. Lucas como siempre solo le hizo una señal para que se fuera y en silencio, analizó su estado clínico. Quería
La enfermera que en algún momento estaba previendo su futura gloria, se estremeció al ver la actitud de Lucas. Por un segundo había olvidado lo terrible que podía ser. —Y a ti... ¿Quién te dio el derecho de prestarme o dejarme como si fuera un misero objeto? La voz aún más baja y molesta de Lucas estremeció a ambas. Una comenzó a temblar y la otra, cerro su libro al “reaccionar” y lo observo en silencio. —Oh, cierto. Me disculpo por eso, sin embargo, de hecho, no es la primera vez que haces algo así, ¿No crees que es estúpido que te molestes en este momento? Lucas reaccionó y por un momento una ligera idea lo preocupo. —¿Qué dijiste? —Dije: No es la primera vez que lo haces. Así como a ti no te importa, a mí tampoco debería afectarme. —Espera, hay un malentendido aquí, yo nunca... Como si lo hubiera atravesado un rayo, se cubrió la frente con una mano. —Ximena... —No te molestes, ya no me importa. Solo espero que cuando me deseches, me permitas irme tranquilamente. N
Él se sorprendió no creyó que en ningún lugar de su expediente hubiera una sola cosa buena. Ella bajo la mirada y con una leve sonrisa, respondió a su duda. —Jamás podré ser madre... Lucas tragó y sintió un leve vértigo debido a una premonición, que no tardo en volverse realidad. —Así como el señor Lucas siempre deseó, esa absurda idea ha sido desechada por completo. Sus puños que habían dejado de sangrar y estaba llenos de sangre seca, se apretaron y las heridas se volvieron a abrir. La vergüenza, el arrepentimiento y remordimiento llegaron en un instante. Nunca le había dicho que quería tener un hijo y, siempre que ella planteaba la idea, él simplemente cambiaba drásticamente el tema. Ella entendió después de varias veces que la idea no le agradaba, por lo que no lo volvió a mencionar, pese a que era algo que ella de verdad anhelaba. Mientras estaba perdida en sus pensamientos, la voz de Lucas la volvió a la realidad. —Ximena... —Por favor, no me vayas a decir que
«¿Después de todo este tiempo aún no me conoces?» Entre su pequeña tormenta interna, Lucas no notó que Ximena completamente sorprendida, lo miro unos segundos con una expresión extraña. Al entrar a la casa, extrañamente estaba sola, los hombres que por lo general rondaban escaleras, ventanas y puertas no estaban. Salvo uno que los siguió, no había nadie más. Y, este, se quedó en la puerta, cerrándola y dejando a ambos adentro. Ximena aun no podía entender lo que estaba pensando, pero en algún momento sintió como si el gran peso del mundo que sentía, fuera desapareciendo lentamente. Lucas camino un poco hacia adelante y con una leve sonrisa extendió su mano hacia ella. —Prometiste regalarme una última noche. Ella lo miro perdida unos segundos. «Jamás te había visto sonreír...» Su piel clara resaltaba aún más con su traje y cabello negro, su expresión que siempre era estoica en ese momento se veía suave y, como si se tratara de un sueño. Lejos de conmoverla, le despertó un sa
Axel inclinó la cabeza hacia un lado mientras desviaba tristemente la mirada. —Lo she, pero aún ashí no me adrepiento de nada sheñor. Lucas se despeino frustrado y gruñó por lo bajo. —En cuanto terminemos con esto no quiero volver a verte. —Ashi sherá, señorl. Sin decir más, Axel salió de la casa. Él mejor que nadie sabía lo estúpido y necio que era, antes de conocerla no hacía un negocio sin recibir un beneficio. Era conocido por ser un zorro bastante astuto y engañoso. No sobresalía, pero cuando alguien desprevenido pasaba por su “madriguera” era lo mismo que ser devorado por una araña. Cuando se topó con Raquel, fue como envolverse en la telaraña de una viuda negra. A diferencia de Lucas que pagaba por lo que quería y se iba, él “apreciaba” a sus mujeres. Las llenaba de atenciones y regalos, las llenaba esperanzas y, cuando se aburría o quería un poco de “emoción”, las dejaba. Los sentimientos de rechazo, dolor y desesperación era con lo que más se identificaba, am
Ella simplemente correspondió y lo siguió. —¡Es verdad! ¿La señora hizo todo esto? Ximena que estaba subiendo las escaleras jaló de regreso debido a que Lucas no la había soltado y vio los rostros de los chicos sonrojados y emocionados. Desde que había llegado a la mansión no le había prestado atención a nadie más que a Lucas, los demás eran casi tratados como muebles o un ornamento. Lo cual la hizo sentir culpable. Eran seres humanos que vivían y sentían. Con una sonrisa habló mientras Lucas prácticamente la arrastraba. —¡Su jefe y yo lo hicimos! ¡No dejen nada! Varias cucharas cayeron ruidosamente al suelo mientras miradas atónitas se cruzaban por todos lados. —¡¿El jefe cocina?! Lucas al escuchar las “voces bajas” frunció el ceño. —¿Qué todo el mundo cree que soy inútil? Ximena sonrió y respondió: —Claro que no, pero es un poco curioso. Nadie imaginaría que alguien con tu cara sería capaz de cortar suavemente una verdura. Jejejeje —Parece que has