Luke conocía a cada uno de los miembros mayores de su familia muy bien, y no podía mentir: los respetaba, pero muchos no le agradaban, para nada. Su tía era una dama en todo el sentido de la palabra, y representaba al pecado de la lujuria con todas sus letras.
—Tu padre estaba furioso —murmuró Corina.
Ella movió su mano al otro muslo del rubio y la subió con lentitud, hasta pasarla por debajo del saco y sobre la camisa, en una caricia traviesa.
—Yo lo estaba… así que no lo dudo de él —comentó Luke, sin aparentes molestias por lo que la dama hacía.
—El Patrizio de la quinta generación de nuestra familia, la octava descendiente, y el Príncipe de los Kyburg, fueron atacados la misma noche por mercenarios de nuestra raza… —habló la rubia con voz provocativa, rara dado su mensaje y, deshaciendo los botones del saco y chaleco de Luke, continuó—: ¿no tienes alguna sospecha?
—La verdad… no. No sé por qué fuimos atacados de esa forma.
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«Lugares de existencia después de la muerte», eso es lo que las postrimerías son. La Tierra acabó en Gaia, y la muerte se posó sobre la vida, aplastándola hasta casi extinguirla. Los parlamentos, asambleas, las cámaras vampíricas y las comunidades élficas, entre otros, cayeron en desuso, pues las sectas se alzaron sobre ellos, y unificaron al total de la sociedad. La Muerte, El Juicio, El Infierno y La Gloria, cada una con sus propias sedes y mandatarios, su manto ideológico lo cubre casi todo. • • • Año 2015 d.C., 16 d.G. Sede de El Infierno, Ciudad Neutral de Gaia. La limusina se detuvo frente a un alto edificio cuya fachada relucía preciosa en medio del pálido ambiente: ventanales enormes y oscuros, que no dejaban ver nada de lo que sucedía dentro, y marcos de acero y hierro, que brindaban un aspecto industrial bastante delicado y trabajado a la estructura, la adornaban. Luke bajó, y Blaise lo siguió. El
—¿Esto es…? —Bienvenido a mi laboratorio, querido Blas —intervino Luke, presentó el espacio, y comenzó a caminar por el centro del pasillo. Sin más que hacer, Blaise caminó tras él. »Hay que tener mucho cuidado aquí en El Infierno. Todo lo que veas o escuches debes mantenerlo en secreto —indicó el rubio. —Así lo haré —sentenció Blaise. —En fin… te iré mostrando la zona poco a poco. Con sinceridad, ahora es muy grande para los proyectos que emprendo, pero hice que lo construyeran así por las proyecciones que tengo para el futuro. «Es enorme», la mente de Blaise susurró. El pasillo central gozaba de un par de metros de ancho y, a ojo, tal vez se extendía por unos cuarenta o cincuenta metros, pero tenía una perturbación cercana, como una barrera transparente; los pisos eran de terrazo albo, y las paredes y el techo también eran blancos. Tras avanzar unos cuatro metros, se abrió un cruce a la derecha, y otro a la iz
—¿Te duele…? —murmuró Blaise. Su interior ardía, y su control había desaparecido segundos atrás.—Sí, pero… puedo soportarlo un poco más —contestó Luke con la voz áspera, y volvió a besarlo.Contra la pared formada por los cajones, Blaise estaba indefenso; sus manos se hallaban presas de las ajenas, sus labios cautivos y, aunque temía que algo como lo sucedido en su habitación se repitiera, deseaba continuar.La mano de Luke bajó hasta su entrepierna, y comenzó a jugar con sus boxers; su respiración, el latido de su corazón… todo partió en automático a pesar de su condición de vampiro. Blaise cerró los ojos con fuerza, presa de la fiereza que se instauró en el otro, quien se movió de forma tal que lo hizo gritar en apenas instantes, y desear más y más c
Cuando estuvo por completo abierto, el brazo se movió, y no fue un espasmo, para nada, sino como una serpiente reptando. Esta era una extremidad completa, desde la cabeza del húmero, que en circunstancias normales estaría articulada con la escápula, apenas visible, hasta los dedos. Blaise se acercó, y notó la piel arrugada y magullada, morada o azulada, y en algunas partes casi inexistente, y lo entendió.Luke comenzó a hablar con la voz ronca y en una lengua que el menor no lograba comprender, pero que asociaba a aquella vez en el segundo sótano de la casa. Cuando el ambiente comenzó a enfriar más de lo que ya estaba, incluso sintiéndolo en sus pies a pesar de ser un vampiro, se dio cuenta de que se trataba de nigromancia.Luke parecía estar rezando, pero sus orbes miel miraban el brazo de forma directa y, con cada palabra que decía, la extremidad se retorcía y se
—¿Es la primera vez que ves…? —Luke no pudo terminar de formular su pregunta porque, al ver la expresión de Blaise, que pasó de la sorpresa al terror, un terrible recordatorio surcó su cerebro.»Eh… lo siento. Tal vez es mejor que esperes afuera, en la oficina —sugirió el rubio.Los orbes grises de Blaise brillaron en leve azul, y el terror llegó a sus manos, que apretó y soltó repetidas veces debajo de la mesa, sobre sus piernas; sin embargo, negó hacia Luke, y le dijo:—Puedo quedarme, no te preocupes.El rubio lo miró y, al no detectar señales de que diera su brazo a torcer, pero no muy convencido, lo dejó. Blaise podía llegar a volverse terco cuando lo deseaba, y no tenía tiempo para eso.Rosa volteó hacia Luke y solo se quedó allí. Sus ojos no daban pista de mucha consciencia, pero h
—Esto es demasiado irreal… —murmuró Blaise, con la mirada fija en el sitio por el que Rosa desapareció hacia el pasillo—. Zombis con capacidades intelectuales. —Resopló, y volteó a ver a Luke—. ¿Cómo hiciste eso?Una sonrisa plena pintó los labios de Luke y, complacido, se alzó de hombros, y contestó:—He trabajado en esto desde hace mucho. Recién ahora comienzo a ver los primeros grandes progresos, pero lo que ves es solo un paso, querido Blas, para conseguir lo que de verdad deseo.Una parte del pelinegro le dijo que su verdadero deseo era liberar a todos los zombis usados como ejército de la muerte en la Gran Guerra de esas cadenas, y concederles algún tipo de vida; pero, al detectar un brillo de rareza en el fondo de sus ojos miel, Blaise pensó que eso no debía ser todo. «Conseguir lo que de verdad deseo», p
Blaise abrió los ojos como platos y exclamó con sorpresa:—¡¿Yo?! ¡¿Qué quieres decir?!—Calma, calma… —instó Luke—, también estuve pensando mucho en eso; sin embargo, es la verdad.»Los pensamientos de mi padre no están muy alejados de los míos. —Esa simple afirmación confundió mucho más al más joven, que dio un paso al frente—. En tanto me enteré de que él deseaba imponerme un guardián, supe que tú serías, a pesar de sus deseos, la única opción.—Espera… espera… ¿De qué estás hablando? —Blaise desesperó, y se acercó más a él.Luke cortó las distancias, lo tomó de las manos y lo acercó al escritorio, bajó la pierna, y lo rodeó. El pelinegro s
Luke se encontraba de viaje en Asia, y relataba sus andanzas en un poblado repleto de niños, y que no tenía hombres jóvenes suficientes para defenderse de la guerra. Esto era como un diario, él relató hechos de cada cierto tiempo: cómo los ayudó a conseguir agua de forma sencilla, a mejorar sus cultivos, a crear alarmas, e incluso armas.Pero… también vio notas llenas de una nostalgia que podía sentir como suya. Con frecuencia, podía leer el nombre de «Mary», el suyo, o el de «Liza» y, sin importar a quién se dirigiera, lo hacía sentir mal. Luke era un vástago sumido en la nostalgia, la profundidad de sus letras lo corroboraba y, a pesar de que parecía darse ánimos a sí mismo en medio de las finas figuras, era difícil.Leyó hasta el final, y curioseó un poco más. Viajes en barcos, e incluso naufragios