*Liam*
La conmoción inicial había pasado, al menos, un poco. Posterior a muchos abrazos, felicitaciones y breves explicaciones por parte de los recién llegados, todos se acomodaron dentro de la oficina. La habitación era bastante pequeña para seis personas, pero lograron arreglárselas. Alex y Kael se encargaron de correr los escritorios hacia un rincón de la estancia, acomodaron sillas y una pequeña mesa en el centro. No supo quién hubo conseguido algunas bebidas (tragos y cócteles) ni tampoco quién de sus amigos encargó un pastel de cumpleaños, pero él no estaba en condiciones de preguntar por nimiedades.
Había algo casi surrealista flotando y pululando en el ambiente, era tan... increíble. Era una cosa de no creer y quizá todavía le costaba asimilar el hecho de tenerlos a todos en una misma habitación, compartiendo en un día tan
*Liam*Sintió una presión en uno de sus tobillos, ocasionando que soltase un bufido por lo bajo y se enredase más con las mantas, pero otra presión provocó que entrecerrase los ojos, negándose a abandonar la calidez de su cama. Oyó un leve ajetreo en la habitación seguido de un par de voces bastante familiar.—Muy bien, es hora de levantarse —Oh, por amor a Dios, él de verdad quería seguir durmiendo y… —. Vamos, te dejé el desayuno en la mesita de noche y un ibuprofeno, seguramente tendrás resaca.A regañadientes, trató de incorporarse, aunque solo logró deslizarse hasta que su espalda chocó contra el respaldar de la cama.A pesar de tener los ojos entrecerrados, pudo divisar unos fanales color miel que lo miraban desde los pies del lecho. Llevó una mano a las sienes e hizo presión, dándose cuenta de
Sofocó un bostezo que amenazó con escapar de su boca y se encaminó sigiloso por el pasillo. Todo se hallaba sumido en una repentina calma, no más gritos, no más burlas, no más… nada.El living estaba impecable y desértico; siguió arrastrando los pies parsimoniosos hasta desplomarse en el sofá. El dolor de cabeza, la resaca y el sueño, eran cosa del pasado. Se sentía bastante lúcido como para procesar los últimos acontecimientos. Reconoció que la noche anterior hubo sido toda una sorpresa y si bien aún había ciertos temas que rondaban por su mente, optó por dejar de cavilar y centrarse en su presente y su presente era —ahora mismo— una maraña caótica.Después de un almuerzo bastante tardío, sus amigos decidieron salir a conocer la
Continuación inmedianta del capítulo anterior.Carraspeó un poco mientras se alejaba unos pocos centímetros del cuerpo de Nick. Dios, no quería que los nervios aflorasen nuevamente. Además, él no estaba dispuesto a disfrazar la verdad, no, él diría la verdad así esta le doliese un poco a Nick o le provocase celos o algo así.—Oh, bueno… —balbuceó—. Es una buena persona.—Aja, no me estás diciendo nada, Li —Bufó algo por lo bajo mientras rompían el abrazo—. Él te gus…—No… —Señaló el sofá y ambos se desplomaron sobre el mullido sillón. La tensión se adueñó de su estómago, tenía que de
*Nick*¿Cuántas veces lo habían hecho? Si tuviese que ser honesto, acorraló a Liam en cada superficie plana del departamento y, bueno, toda la actividad física lo dejó bastante cansado, al igual que a Liam.Su novio dormía tan malditamente sosegado, la cabeza sobre su pecho y se permitió grabar en su memoria cada detalle del rostro sereno y asalmonado de Liam. Dejó que sus dedos se enredasen entre las hebras azabaches y sedosas, acariciando lentamente. Estaba en paz consigo mismo, estaba bien, ellos estaban bien y por más que en algún recoveco de su consciencia supiese que todo acabaría más temprano que tarde, no quiso cavilar de más pensando en cosas que a la larga se solucionarían.(…)Sintió algo que le provocaba tenues cosquillas en su pecho y se removió en un intento de alejar aquello, pero el letargo poco a poco lo abandonaba
*Ámber*Una semana transcurrió desde que Nick viajó a Madrid, España. Según por negocios. Por supuesto, todo el asunto no era más que un engaño y desde el principio lo supo. Ocultó el desagrado detrás de una fachada comprensiva y no hizo nada para impedir que Nick se marcharse. Estaba bien, se mantuvo al margen y así planificó detalladamente todos los pasos a seguir.Siempre tuvo presente que el dinero lo compra todo y, para ella, el dinero no era un inconveniente. Disponía lo suficiente como para vivir dos vidas y más, si quisiese. Tal la razón por la cual no titubeó y contrató a unos de los mejores detective privados. Una semana después, llegó a sus manos un minucioso informe. Horarios, lugares, personas, fotografías, cada minúsculo movimiento fue registrado y ahora que aquello yacía en sus manos, debía continuar co
*Liam*No era la primera —y dudaba que fuese la última— que sus amigos lo pillaban en cierto estado de desnudez. La vergüenza hace mucho había quedado en segundo plano, ellos eran así y se hubo habituado al singular comportamiento de todos.Posterior a recobrar la compostura, una buena ducha y muchos besos con Nick, ambos dejaron la calidez del cuatro para encontrarse con sus amigos en el living. Pudo percatarse del estado de ánimo general, algo había ocurrido y necesitaba saber qué era.La conversación comenzó siendo amena, hubo algunas bromas y chistes subidos de tonos, haciendo referencia a cómo sus amigos lo encontraron a Nick y a él.Leo se encargó de ordenar pizzas y Nath de organizar la mesa. Era extraño, sin embargo, tenerlos en su departamento como si en realidad nunca se hubiesen separados. Pese al confort que emanaban sus amigos, notó cie
*León*Aún se sentía apocado cada que visitaba a sus suegros y esta noche no fue la excepción. Los padres de Alex lo acogieron desde, prácticamente, la primera vez que lo conocieron. Puede que se hubo sentido algo melancólico —las primeras veces— porque olvidó lo que era pertenecer a un núcleo familiar. Sin embargo, con el pasar del tiempo, aquella melancolía se esfumó, pero aún persistía la vergüenza.La visita no duró más que una hora, había ido con el único propósito de dejar a Hazel.Se despidió de los padres de su novio, prometiendo que los visitaría en otra ocasión y, mientras salía de la casa-mansión, llamó a Lex.—¿Dónde estás?—Acabo de salir de la casa de tus padres —replicó, quitó el seguro del auto&md
*Liam*Todo a su alrededor dejó de tener relevancia y su atención estaba puesta en las dos personas que se hallaban frente a él. Creyó que quizá hubo escuchado mal, pero al comprobar la atónita mirada de Nick en torno a Raquel…—¿Mamá?De soslayo, vio a la fémina asentir lentamente y se percató de que ella también se encontraba en un estado de estupor.—Oh, Dios. ¡Mamá!—Y-yo… —titubeó, pero optó por callarse.Todo sucedió tan rápido que le estaba costando mucho procesar, Nick abrazando a Raquel, su mejor amiga y…—Dios mío, no puedo creerlo —Escuchó hablar a Raquel—. Hijo, tú… Oh, Dios…—Creo que… —imperó, acercándose a los dos—. Es mejor que tengan un poco de privacidad y&hel