Empacando las maletas
Mike no cabía de asombro ante la revelación de su amigo, que apenas pudo decir.

—¿Eres en realidad mi amigo Leo? —cuestionó incrédulo.

El chico pelirrojo no estaba de ánimos para bromas, así que ante el comentario irónico de su amigo, resopló de frustración.

—¡Estoy hablando en serio! —replicó de mala gana.

Por el tono de voz de su compañero de juegos, Mike dejó a un lado las bromas y comentó:

—¡Ey! Calma, no te enojes.

—Pues tú te lo estás tomando a juego —refunfuñó Leo.

—¿Pues qué quieres que piense de ti? Realmente estoy impresionado con lo que me cuentas, ya que antes no eras capaz de acercarte a una mujer, ni mucho menos tomar licor, pero ahora escucho que te volviste un ligón y vas a los bares —señaló el chico gamer bastante alterado con el relato de su amigo.

Estos señalamientos irritaron a Leo, que objetó.

—¿Qué tiene de malo que me vuelva un ligón y me embriague?

—¡Nada de malo! —replicó Mike—. Es solo que me sorprende que hayas cambiado de la noche a la mañana.

—¿D
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