A pesar de que la regadera estaba abierta, Leo no se encontraba debajo de esta. En realidad, la abrió con el objetivo de distraer a su amigo, pero tras escuchar que él se había marchado de la habitación, suspiró profundamente y tomó asiento en el retrete para meditar. Entonces enfocó su atención en observar cómo el agua escurría por la coladera, mientras venían a él los recuerdos de su turbulenta vida amorosa. «Soy tan lamentable. Parece que solo a mí me pasan estas cosas. ¿Acaso mi vida no puede complicarse más de lo que ya está?», pensó sumamente deprimido. Entonces se dio cuenta de que había pasado un detalle por alto. Antes de conocer a Maddie, tuvo un sueño con una mujer que vestía de azul, curiosamente, al día siguiente de esa visión, se sintió atraído por ella debido a que la vio usando en dos ocasiones ese mismo color. No esperaba más tarde se toparía con la cosplayer “Violeta”, quien atrajo su atención debido a que portaba un traje y cabello de azul eléctrico, sin imaginar q
Los tres compañeros de Mike tenían personalidades peculiares, casi sacadas de una serie de anime, que resultaban bastante intimidantes para alguien tan introvertido como Leo. Esta nueva situación le hizo recordar su temor por no saber cómo socializar con desconocidos, por lo que prefirió mantenerse callado y observar atento lo que su charla. Sin embargo, su estrategia se fue al caño, cuando Jerry, el más berraco del particular trío, se dirigió a él con una expresión severa. —¿Y tú qué sabes hacer? La pregunta sobresaltó al chico pelirrojo, incrementando aún más su nerviosismo. El pequeño Dan también se sumó al interrogatorio, invadiendo el espacio personal de Leo. —¡Exacto! ¿Sabes jugar videojuegos? ¿En qué posición juegas? —preguntó ansioso. Ante esta incómoda situación, el chico pelirrojo intentó controlar sus nervios para no tartamudear, que apenas pudo responder. —Bueno... Sí juego un poco, pero más bien soy el saco de boxeo de Mike. Es más, estoy seguro de que no soy tan bue
En el momento en que vio quien se encontraba afuera, Leo se quedó con la palabra en la boca. Era Claire, quien portaba un traje demasiado revelador en la parte superior de su cuerpo y lo miraba con una expresión radiante. Apenas podía reconocerla con el maquillaje, la peluca y todo lo que traía encima, sin embargo, había algo que era muy propio de ella: sus tiernos hoyuelos. Como estaba tan impresionado con la visita, apenas pudo reaccionar. —Cla… ¿Claire? —dijo tartamudeando—. ¿Qué haces aquí? La joven sonrió coquetamente, para después plantarle un beso en la mejilla y decir con tranquilidad. —Hola, pasé por aquí para ver cómo estabas —comenzó a decir, mientras entraba como si fuera dueña de la habitación—, ya ves que me fui rápido por la mañana y aproveché ahora que estamos en un receso antes del siguiente evento. La repentina intromisión de la cosplayer tomó con la guardia baja a Leo, que respondió con nerviosismo. —¡Ah! Bueno, creo que estoy bien. Je, je. —¡Oh! Qué bien. ¿Y
El comentario de Leo sonrojó a Claire, que por un momento se quedó en blanco y su mente comenzara a darle vueltas al asunto: «¿Qué acaba de decirme? ¿Está celoso de que otras personas me admiren o solo porque se preocupa por mí como si fuera un hermano mayor? Aunque es más probable que sea esto último, porque solo quedamos como amigos». Por otro lado, el chico pelirrojo frunció el ceño extrañado al ver que su vecina lucía bastante contrariada e inmediatamente preguntó: —¿Qué sucede? ¿Dije algo malo? —¿Eh? Bueno… no realmente —respondió ella vagamente. Leo estaba a punto de decir algo más, cuando Mike entró de improviso a la habitación, pero se congeló al ver a ambos solos en la habitación. En realidad él había llegado apurado, con el objetivo de avisarle a su amigo que había conseguido la aprobación del resto de los integrantes del equipo para que pueda integrarse con ellos en la competencia. —¡Ah! ¡Hola! —saludó bastante agitado. La súbita intromisión tomó por sorpresa a la pare
Minutos antes, luego del altercado con Leo, los compañeros de Mike mantuvieron su postura de no permitir que él se integrase al equipo. Ante esta situación, el líder del equipo intentó hacerlos cambiar de opinión. —¡Ey! Sé que temen que mi amigo no cumpla con sus expectativas, pero estoy seguro de que él será de gran ayuda —insistió. —¡No! —replicó Jerry, que aún seguía irritado por la amenaza de Leo—. ¡Ese tipo es un fanfarrón, no creo que sea bueno que esté con nosotros! —¡Por favor! —suplicó Mike—. Miren, sé que debí consultarles antes sobre la inclusión de mi amigo, pero los jueces ya saben de su anexión, así que les pido… Cuando él mencionó esto, Ian reaccionó iracundo. —¿Ya avisaste a los jueces del cambio de integrantes? —Sí, como líder del equipo, no puedo permitir que nos descalifiquen por la ausencia de un integrante —argumentó. —¡Siempre decidimos entre todos quién entra! —replicó Jerry, furioso por la decisión de su líder. —¿En qué momento? —reviró Mike—. Tenía 24 h
En el momento en que vio el nombre de Maddie en su teléfono móvil, Leo se congeló. «¡¿Qué rayos?! ¿Por qué ella me llama de nuevo? ¿Acaso las cosas no quedaron claras entre nosotros?», pensó confundido. Aunque el chico pelirrojo sentía curiosidad por saber la razón por la cual ella lo volvía a contactar, recordó que tenía un compromiso con su amigo, así que inmediatamente decidió apagar el teléfono para concentrarse en el juego. Sin embargo, cuando estaba a punto de cancelar la llamada, se confundió de botón y contestó accidentalmente, por lo que en la bocina se escuchó la voz de ella. —¿Bueno? Leo, ¿estás ahí? Esta situación lo puso nervioso y sin querer apretó el altavoz, hecho que llamó la atención al resto del equipo, quienes inmediatamente lo voltearon a ver con molestia, ya que ese sonido los desconcentraba. Entonces Mike le llamó la atención, fulminándolo con la mirada. —¡Leonard! No te traje aquí para que te quedes parado, ¡muévete de una m*****a vez! —gritó furioso, al t
Mientras se encontraba en la oficina, Maddie no podía concentrarse en su trabajo debido a que desde el día anterior no se había podido contactar con Claire. Estaba tan desesperada por hablar con ella y contarle lo sucedido con Jonathan para evitar que él le dijera algo que la hiciera quedar mal. Cuando podía, revisaba su aplicación de mensajería para escribirle un mensaje, pero cada vez que entraba, su ansiedad aumentaba al comprobar que ella no había visto lo último que le había enviado. —¡Ah! Claire, ¿dónde te metiste? ¿Por qué no ves mis mensajes? Eso no es propio de ti —murmuró afligida. De pronto, cruzó en su mente un pensamiento aterrador: «¿Y si ese desgraciado me engañó y se atrevió a cumplir con su amenaza de contarle la verdad a Claire? ¡No puede ser! Si lo hizo, eso explicaría la razón por la cual ella no contesta, aunque no tiene sentido, no la he podido contactar desde ayer, ¿en qué momento Jonathan pudo decirle?». Desesperada por encontrar a su amiga, decidió llamar
La maliciosa revelación de Jonathan dejó congelada a Maddie, que hasta ese momento jamás se le había pasado por la mente que Leo y Claire estuvieran juntos en alguna parte del país disfrutando de su relación, mientras ella sufría por la incertidumbre por desconocer el paradero de su amiga. Aunque estaba segura de que las palabras de su exnovio eran mentira, en el fondo sentía una especie de rabia de solo imaginar que el chico pelirrojo ya hubiera puesto en práctica sus consejos en la cama con su hermana adoptiva. —¿Qué estás diciendo? Ni siquiera conoces a Leo —señaló ella con desdén. —¡Ja! —se burló Jonathan, mientras disfrutaba ver a su exnovia sufriendo de celos—. ¡Por favor! Claro que lo conozco bastante bien. Leo es bastante influenciable, que solo bastaron unas palabras para que fácilmente cayera en los brazos de la odiosa de Claire. —¿Qué le dijiste? ¡No! ¿Cómo es que conociste a Leo? —¿Acaso no te contó? Vaya, parece que no lo conoces bien —señaló Jonathan sarcásticament