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V. Acercamientos peligroso

La mañana siguiente llego y con ella mi rutina o mejor dicho mi fallida rutina, no pude hacer ejercicio como acostumbraba asique solo me levante por un café y observe la ventana, le había pedido a Charlie que se llevara a nana a casa a primera hora y así lo hizo.

Liam no decía nada mientras me observaba preparar el desayuno de los chicos y para todos los demás, la cocina olía a pancakes y café. Llevaba unos tres platos de enormes filas cuando Reed y Romy entraron en la sala seguida de Agatha, al parecer a todos le asombraba que cocinara, porque se sentaron a observar cada uno de mis movimiento.

- ¿Puedes girarlo en el aire? – Agatha me miro desafiante cuando tome la espátula.

- Puedo… pero no quería verme engreída – la mire con media sonrisa para después mirar la sartén y hacer girar la masa por el aire hasta que cayo nuevamente en su lugar.

- No sabía que las ricas sabían cocinar – comentó Romy tranquila – Y menos la hija de Schroeder – junte mis cejas cuando dijo mi apellido.

- ¿Conocen a mi padre? - los mire.

- Todo el mundo lo conoce, al menos por estas zonas – saque la comida del fuego y gire mi rostro.

- ¿A qué te refieres? – mire a los demás.

Liam cambio su postura automáticamente, Emmet observo a la chica y luego poso sus ojos sobre mí, todos parecían encontrarse en un duelo de miradas donde se suponía que yo era la ilusa o al menos eso creían ellos. Pobres ilusos pensé, obviamente me veían como una idiota y esos les haría creer por ahora, ellos no podían saber nada, esto era simple, me usaban, los usaba y todos contentos en nuestra infinita ignorancia, al menos por ahora.

- ¿Quiere que la ayudemos a poner la mesa señorita? – Emmet se acercó hasta la alacena y saco los plato – Eso huele increíble.

- Gracias – giré mi rostro para mirarlo y cuando volví a ver a Romy ya no estaba cerca. – Romy… - la llame

- ¡Samantha! – Max entro corriendo y me abrazo.

- Hola campeón – toque su cabello – Que lindo es verte contento.

- Señorita Samantha hay una fila de gente esperando afuera de la casa, dice que vienen por el anuncio – la voz de Charlie me anuncio su llegada, lo mire, suspire y tome aire profundamente.

- En un momento empiezo con ello – desvié mi mirada a los chicos – Ustedes coman que llegaran tarde a la escuela, por la tarde iremos por ropa nueva – busque a los hombres del grupo – Les hablo a ustedes, Malcolm, Reed, Ray y Max.

Los chicos me miraron y asintieron lentamente, al parecer nadie nunca les hizo un desayuno así, pues parecían pequeños animales devorando cada parte de su comida, algunos de ellos soltaron sonidos graciosos mientras introducían la masa en su boca. Los pingüinos de mi padres también estaban contentos con el desayuno y no dudaron en comunicármelo apenas terminaron lo que les correspondía. Por mi parte solo maquinaba la pequeña situación antes ocurrida, sabía que hablaba de mi padre, pero no podía evitar pensar si mis hermanos estarían involucrados en la misma bolsa.

Maldije internamente pero no emití comentario, cuando todos acabaron de comer, tomaron sus cosas y partieron hacia sus obligaciones, cualquiera diría que yo tendría mi momento de aire, libertad y tranquilidad, pero no… debía realizar millones de entrevistas para cubrir el personal, necesitaba cubrirlo para volver lo más antes posible a mi plan principal, no podía salirme mucho del camino, no podía desviarme tanto, tenía que resolver este asunto lo más rápido posible.

- ¿Qué te preocupa? – Liam se acercó a mi despacio.

Su traje negro estaba perfectamente planchado, su cabello permanecía impecable y su camisa blanca llevaba el primer botón desprendido. Observe la cucaracha que su oreja y el pequeño artefacto que se acomodaba en su muñeca.

- Si no oprimo, no pueden escuchar – dijo tranquilo cuando vio que mantenía mucho la mirada en el micrófono.

- ¿Por qué piensas que me preocupa algo? – volví a preguntar.

- ¿Vas a contestar cada una de mis preguntas con otra pregunta? – me volvió a preguntar.

- Tu acabas de hacer lo mismo – señale tranquila.

- Vamos Sam… solo dilo – su voz sonó tranquila e hipnótica.

- No sé cómo hacer todo esto – suspire mientras me apoyaba en la mesada – Yo… se supone… - baje los hombros.

- Se supone… - movio la mano insitandome a hablar.

- Que sería más fácil – termine de hablar.

Liam se acercó hasta mí tranquilo, su mano se posó en mi hombro y sus ojos celestes casi grises se clavaron en el verde de los míos. Trate por todos los medios de mantenerme concentrada en su mirada y no en sus carnosos labios que ahora estaban siendo humedecidos por su lengua, pero obviamente fracase cuando no pude quitar mis ojos de aquella zona.

- Que sería fácil ¿qué cosa? ¿Tener una casa hogar? ¿Cuidar niños? – mis ojos se posaron en los suyos que en este momento me resultaban somníferos – Nada de esto es fácil, pero lo llevas bien, los chicos parecen tomarte confianza, lo estás haciendo bien. – dio un paso más hasta quedar a centímetros de mi cuerpo y rostro.

- ¿Qué… qué estás haciendo? – su boca se ladeo dejando a la vista una hermosa y sexy sonrisa.

- ¿Qué crees que hago? – su voz sonaba ronca y sus ojos adquirieron un color más oscuro.

- No creo que este bien – me aleje – Iré a ver las entrevistas.

Salí de la cocina prácticamente corriendo mientras Liam me miraba sorprendido, no me sentía preparada para besar otro hombre, aun cuando ya había pasado casi un año de la muerte de Julián, un largo y tortuoso año donde me aislé en mi burbuja, donde no salí nuevamente con nuestros amigos, donde me dediqué a entrenar y prepararme para volver.

Durante aquel año lleve mi cuerpo al máximo, obteniendo muy buenos resultados y ahora los usaría para lograr mi cometido, no podía haber margen de error, no debía distraerme del objetivo, aquello era importante.

Entre en la sala y le hice una pequeña seña a Charlie para que dejara entrar las personas, quede sumamente sorprendida con la cantidad de gente que pasaba y pasaba una tras otra, algunas con hojas de vidas impresas y otras no, algunos tenían mejor aspecto y otros con suerte habían comido el día de hoy.

- Hola mucho gusto soy Samantha – salude a la muchacha de ojos marrones que entro con cautela.

- Hola mucho gusto soy Margaret Bolt – sonrió de lado y detuvo su mirada en Liam.

No podía culparla, Liam resultaba condenadamente sexy a los ojos de cualquiera, incluso a mí me había cautivado aquella vez en el avión, aun siendo un imbécil, me pareció el imbécil más bello del planeta

- Toma asiento Margaret

Señale el sillón frente a mí y espere que se acomodara, me daba curiosidad su presencia en esta entrevista, la muchacha no debía tener más de veinte años con suerte veintitrés, sus ojos marrones parecían cansados, su cabello castaño estaba lacio y amarrado en una cola alta. Su zapatillas blancas relucían, al igual que su jean azul y remera rosada, traía un bolso grande donde aprecie varias carpetas mientras buscaba el papel para entregarme.

- Trabajaste cuidando niños – observe la experiencia laboral. - ¿Por qué dejaste de trabajar?

- En realidad no puedo responder bien eso – levante mi ceja – vera… mis jefes no me dieron un motivo, supongo que tuvo que ver el hecho de ser huérfana y no tener donde vivir – abrí mis ojos grandes – Cuide los niños desde los diecisiete, cuando cumplí dieciocho me sacaron de la casa hogar en la que vivía, entonces le pedí a la señora un quedarme en su casa y hacerme cargo de las tareas, a cambio yo cuidaría a los niños y terminaría mis estudios – suspiro – A la siguiente semana me dijo que no necesitarían más de mis servicios.

- Vaya…. – fue lo único que pude decir - ¿Qué estudias?

- Comercio internacional, gane una beca gracias a mis notas, la beca es completa y me permite quedarme a dormir en el campus, pero no me alimenta, solo me permite estudiar es por eso que necesito un trabajo, vi el panfleto y vine.

- ¿Qué quieres hacer? Ósea, en qué lugar de la casa quieres trabajar – espere que contestara.

- Quiero tener contacto con los chicos, puedo encargarme que hagan los deberes y de las tareas del hogar, como limpiar. – su pierna izquierda se movía descontroladamente una y otra vez.

- ¿Cómo haríamos con tus estudios? – necesitaba saber cómo se manejaría, la forma en que lograría hacer todas las cosas.

- Mis estudios son por la mañana, en las tardes puedo estar aquí, encargarme de las tareas y llevar mi facultad, de ser necesario puedo trasladarme hasta aquí y quedarme a dormir para asegurarme que los chicos se levanten a horario y vayan a sus obligaciones.

- Perfecto, tu horario de trabajo empieza después de tus estudios, no tengo problema con ello, pero tienes que prometer que esto no afectará tu futuro, por otro lado, en algún momento me gustaría ofrecerte otro trabajo, obviamente cuando termines y te recibas. – sus ojos se abrieron grandes y vi embozar media sonrisa a Charlie.

- ¿Estoy contratada? – pregunto con asombro.

- Estas contratada – sonreí – Aunque no me has preguntando cuanto cobraras, asique te daré el contrato, lo lees y me informas que decides.

El sueldo no era malo, de echo nadie cobraría mal, al contrario, todos ellos tendrían un buen sueldo, un lugar para dormir, comida, seguro y todas esas cosas que corresponde. Las personas siguieron pasando mientras Margaret permanecía en la cocina leyendo su contrato. Los próximos fueron una pareja mayor, ambos venían para la administración y manejo de las instalaciones.

Eran personas con grandes conocimientos en el tema, se habían encargado de algunas fincas a las afueras de la ciudad y nunca pudieron tener hijos, por eso les hacía ilusión hacerse cargo de los pequeños como si fueran suyo. Tengo que admitir de Alba, una mujer de cabello largo negro, ojos cafés era la representación de mi nana en mi infancia, Mario por su parte se veía un hombre tranquilo, sus ojos eran de un color miel bien claro, sus mejillas algo regordetas y su cabello medio largo lleno de bucles marrones. Ellos también fueron contratados

El próximo en unirse al equipo fue Juan, un hombre mayor que tenía grandes habilidades con las manos, él sería el encargado del patio y el arreglo de la casa, lo que sea que se rompiera. Tambien adquirimos dos personas más al personal, una señora mayor llamada Liliana y su hija Rachel, una chica de treinta años, ellas se encargarían de la cocina y la limpieza.

No sé cuánto tiempo la pase de aquí para allá, solo sé que atendí a los obreros, hice entrevista, Liliana preparo la merienda y yo recién estaba partiendo con los chicos a comprar su ropa. Tengo que reconocer que se portaron de maravilla y mis guardaespaldas también lo hicieron, pues fueron los encargados de ayudarme con la ropa y demás.

- ¿Me vas a ignorar todo el día? – mire a Liam que me observaba por el espejo retrovisor del auto.

En este momento me encontraba camino a mi casa nuevamente, los chicos aceptaron a los nuevos empleados y me había encargado de dejar teléfono celular a los más grandes para comunicarme cualquier tipo de situación extraña que se presentara en las instalaciones.

- ¿Por qué crees que te ignoro? – limpie una falsa pelusa de mi ropa.

- No lo creo, lo sé – miro al frente – Es muy raro estar a tu alrededor, de momentos estas feliz, al rato parece que asesinaras a alguien, es difícil seguirte el ritmo – suspiro – Lo que paso la otra noche…

- Te refieres a mí dándote una paliza en defensa personal – rio de costado.

- No me diste una paliza, aunque me causa mucha curiosidad – volvió a mirarme - ¿Cómo es que alguien como tu sabe esas cosas? No me malentiendas, pero te ves demasiado fina para saber pelear – abrí mis ojos.

- ¿Qué… qué dijiste? – la piel se me encrespo.

- Dije que como sabes esas cosas… - repitió frunciendo el ceño

- Hablo lo que dijiste después – junte mis cejas.

- Ah… no quise ofenderte, es solo que uno espera que la hija de un millonario se interese por zapatos, ropa y viajes – rodé los ojos.

- Ahora si la estas cagando – me acerque – Piensas que las mujeres solo pensamos en eso… ¿con qué clase de personas te juntas?

- Si que sabes cambiar de tema – rio brevemente - ¿Por qué te alejas? – giro por unas calles de forma rápido.

- ¿Qué haces? ¿A dónde vamos? – lo mire espantada.

- Necesito que hablemos tranquilos – me aferre al asiento nuevamente.

- Si sabes que tiene rastreador el choche – levanto su mano.

- Ya no más – lo vi tirarlo por la ventana y volvió a acelerar – Además tendrían que admitir que te vigilan y si lo hacen, podemos decir que nos seguían.

Paso rápido entre las calles hasta llegar a un callejón que daba justo a otra calle nueva, Liam prestaba mucha atención al camino, no se gastó en mirarme hasta que paramos en una casa, lo vi sacar un control y luego el portón se abrió despacio.

- ¿Dónde estamos? – repase mentalmente todas las técnicas que Julián me enseño en el pasado y las nuevas que aprendí.

- Mi casa – estaciono y bajo.

Me quede estática en el asiento observando el lugar, el vehículo estaba sobre el pasto, un camino de piedra llevaba a una casa con el frente completamente de vidrio. Peque un salto cuando el golpe de la ventanilla sonó, Liam me miraba serio, me incline hacia atrás y el abrió la puerta.

- No tengo intenciones de matarte Sam – suspiro – Juro que no hare nada que no quieras – estiro la mano hacia mí.

- Tu frase suena a doble sentido – conteste entre cortado mientras bajaba.

- Puede que lo tenga – sonrió un poco y me hizo señas para entrar.

Lo seguí en silencio por el camino hasta la puerta negra, cuando termino de abrirla entro primero y encendió la luz, todo aquí era blanco, negro y marrón. El piso brillada de limpio cuando lo primero que apareció fue el recibidor que daba a una escale que te llevaba al piso de arriba, lo observe dejar las llaves en un tazón y dirigirse a la izquierda donde se encontraba la cocina.

Se saco el saco y lo dejo sobre una silla del desayunador, la mesada era de mármol negro y los electrodoméstico de un plateado brillante, observe el suelo blanco mientras caminaba al desayunador de madera laqueada. Liam deposito el arma en la mesa y me dio la espalda. Calcule la distancia desde donde estaba hasta el arma y las posibilidades que tenía en caso de tener que usarla.

- No es necesario – comentó – Te repito, no quiero hacerte daño, pero si te hace sentir más segura, puedes tomarla, estoy seguro que sabes cómo usarla.

Me quede quieta y lo observe, su espalda ancha se dirigió hasta la heladera donde saco una botella de agua que abrió y llevo a su boca, luego giro y me miro con profundidad, trague con fuerza mientras el volvía caminando hasta mí.

- No hay mucho tiempo nena – se sentó en la banqueta y me señalo la otra – Ahora se acaban las mentiras.

- ¿Te encuentras bien? – le pregunte mientras negaba desorientada – Creo que has perdido la cabeza, no sabemos si tienes rastreador y…

- No tenemos los celulares, el mío quedo en la camioneta de Charlie y el tuyo lo olvidaste en el orfanato – revise mi bolso y lo mire mientras sonreía – Pensé en todo, ahora por lo pronto te sientas y hablamos.

- ¿Qué quieres hablar? – consulto.

- Después de lo del patio, Teresa dijo algo… - se remueve - … un poco perturbador.

- ¿Qué dijo? – bien Liam pondremos a prueba tu sinceridad.

- Dijo que me alejara si no quería morir o que muriéramos los dos – paso su mano por el cabello – Lo que me lleva a la siguiente pregunta – sus ojos grises se clavaron en los míos - ¿En qué estas metida?

- ¿En que estoy metida? – lo miro confuso – No estoy metida en nada, yo… no entiendo… no la entiendo.

- ¿Qué sabes de tu familia Sam? – se acercó – No es algo que me corresponda, quisiera no tener esta charla, pero hay muchas cosas que no me cierran.

- No sé mucho – lo miro – Yo no sé quién soy antes de cierta edad, aun cuando tengo breve recuerdos – tome aire.

- Breves recuerdos – asentí.

- Cuando tenía dieciséis o por ahí iba camino a la escuela, el chofer del auto freno de golpe y todo paso muy rápido, el chirrido del auto, el golpe, las vueltas, solo recuerdo sangre y un pitido – suspiro – Va “recuerdo”, es solo un flash que llego a mi mente un día cuando casi choco, después de eso todo lo demás es una mancha negra en mi cabeza. – tome aire – Después solo me recuerdo en un avión camino a Europa con Teresa.

- ¿Sabes quién fue el que los choco? ¿El chofer sabe? – negué.

- Según me dijeron e investigue el chofer murió en el lugar, mis hermanos no me dicen nada y Teresa menos, como ya sabrás no me llevo bien con mi padre. – asintió.

-

- Y si no te llevas bien ¿Por qué volviste?

- Necesito saber la verdad, yo no creo que haya sido un accidente – niego con la cabeza - ¿Por qué crees que Teresa dijo eso?

- Creo que ella sabe más de lo que dice – suspira – Sam – tomo mis manos – Tu familia no es honesta, ellos están metidos en cosas turbias, ellos…

- Ellos… - moví la mano para que siga hablando.

- Ellos están metidos en la mafia, tráfico de armas, lavado de dinero… – abrí mis ojos – Creo que, si yo lo sé, tú debes saberlo, me sería más fácil cuidarnos a ambos.

- ¿Cómo sabes eso? – respire esperando su respuesta.

- Lo sé, no importa cómo, pero lo sé – se paró – ahora necesito que me hagas caso y nos cuidemos entre los dos y que seas sincera conmigo como yo lo fui contigo. – lo mire.

- De acuerdo – acepte.

- ¿Sabes usar armas?

- Si – susurre.

- ¿Además de defensa que más sabes hacer?

- Boxeo, artes marciales – comente – Mi ex me enseño todo aquello.

- Ya veo – se acercó – Por algo en particular…

- No – me apresure a contestar – Solo por si acaso, no sé… enseñábamos juntos en su escuela antes de que muriera – lo último me salió como un susurro.

- Es por eso que no dejas que me acerque – dio otro paso hasta mí, quedando a centímetros de mi rostro – No me dejas besarte por él.

- Yo… yo… - balbucee – No me siento preparada para eso, no quiero una relación, no quiero unirme sentimentalmente con nadie, solo quiero saber sobre mi pasado y averiguar cómo murió mi madre… – me calle la boca cuando hable más de la cuenta.

- ¿Tu madre? – asentí.

- La mataron en casa, mi fiesta de cumpleaños, yo… necesito saber qué pasó – toque mi dije – Solo quiero cerrar una etapa.

- Te ayudare con eso – lo mire – Y cuando estés lista – llevo su dedo a mi boca – Me encargare de besar esos labios. – suspiro – Pero por ahora solo volveremos a tu casa, antes de que se arme algo grande.

Recogió las cosas, volvió a colocarse el arma y me paso la botella de agua de la que antes bebía, no me moví, no puedo decir porque no lo hice, solo sé que Liam colocó su mano en mi mejilla preguntándome si estaba bien, susurre un si escaso y se disculpó por ser tan sincero conmigo, quise decirle que ya lo sabía, tal vez hubiera sido lo mejor, iba a ser sincera, él lo había sido, pero yo no podía confiar en él no todavía.

No tardamos mucho en volver al camino original y no me paso desapercibido el hecho de que dio vueltas innecesarias antes de volver al camino original. Ninguno de los dos volvió a hablar más que para quedar de acuerdo con nuestra versiones. Sentí una pequeña presión en mi pecho cuando mi casa se alzó al final de la calle, mis músculos se tensaron y mis manos sudaron más de la cuenta.

- ¿Estás bien? – Liam me miraba por el espejo – Estas pálida.

- Solo un poco nerviosa – admiti.

- Lamento contarte todo eso, pero creo que era lo mejor – asentí – No me alejare de ti hasta que estés en tu cuarto – giro para mirarme una vez que se estaciono – Al menos que quieras que duerma contigo esta noche – sonrió coqueto y rodé los ojos.

- Buen intento galán, pero no funcionara – abrí la puerta y baje.

- Al menos lo intente – carcajeo un poco y lo emite.

- Buenas noches señorita – Alfred abrió la puerta de casa y nos saludó – Señor Smith.

- Buenas noches – respondimos ambos y me frene en seco cuando termine de entrar.

Mi padre se hallaba en la sala junto a dos hombres más, el mayor de ellos un hombre canoso de ojos oscuro y piel oliva, me sonrió de lado y se levantó de su asiento dejando ver una enorme barriga, arrugue mi nariz cuando sus ojos detallaron mi cuerpo más de lo normal.

- Liam – lo busque con la mirada – Necesito que te quedes cerca – asintió sin siquiera mirarme.

Seguí sus ojos hasta encontrarme con lo que sus ojos observaban, el muchacho debía tener aproximadamente unos treinta años, su ojos eran una mezcla de marrón con miel, sus dientes blancos brillaban, al igual que su cabello oscuro. Ladeo la cabeza un poco dejando ver el tatuaje en su cuello, no tarde en darme cuenta que seguramente estaba todo tatuado cuando sus manos llenas de dibujos acomodaron su saco.

- Hija – Aric se levantó sonriendo y camino hasta mí para abrazarme – Que bueno que llegas – me tense cuando sus manos rodearon mi cuerpo – Ven pasa… - su mano se posó en mi cintura mientras me encaminaba hasta el living.

Agradecí mentalmente llevar ropa que me tapara entera, mi blusa negra con flores me tapaba los pechos y el jean para mi desgracia me ajustaba más de la cuenta.

- Los presento ella es mi hija Samantha, acaba de volver, estuvo estudiando en el exterior – Aric sonríe más de la cuenta – Hija ellos son, Franco – señalo al señor baboso – Y su hijo Giovanni – el muchacho sonrió.

- Un placer señorita – asentí con mi cabeza a Franco.

- Lo mismo digo – Giovanni se acercó hasta mí y tomo mi mano para depositar un beso en ella.

- Liam puedes retirarte – dijo mi padre sin mirarlo.

- Él se queda – respondí – Por favor pídele a Emmet que nos acompañe – asintió y hablo por la cucaracho.

- No creo que sea necesario hija – Aric me miro con desaprobación.

- Yo creo que sí – Edel apareció en la sala – Buenas noches caballeros – movió la cabeza en forma de saludo – Hermana – beso mi frente. – Sepan entender que en lo que Sam se refiere somos muy cuidadosos, los guardias solo descansan cuando ella se va a dormir – miro a mi padre y este lo fulmino.

- Entiendo los motivos – afirmo Franco mirándome – Su hermana es una mujer encantadora y muy llamativa.

- Lo es – afirmo Edel. – Ahora porque no vamos a cenar, la comida está servida – miro a mis dos guardias – Liam, Emmet pueden quedarse en un costado.

Nos encaminamos al salón en silencio, Giovanni no aparto su mirada de mi en ningún momento y puedo jurar que Liam, Emmet y Edel no le despegaron la mirada a él.

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