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Capítulo 46. Un beso con sabor a sal

«Descubrió que el hombre que conducía el otro auto, el que impactó con el de tu esposa, no era otro que Elio Romano, el padre de Viviana».

Lorenzo se tambaleó al escuchar las palabras de su hermana, quizá no por conocer el nombre del hombre que le robó a vida a Lionetta y le arruinó la suya, sino por la herida que volvió a abrirse en su corazón. Una herida que ya estaba casi curada y cerrada. Los ojos de Lorenzo se llenaron de lágrimas, no pudo evitarlo. La presión que subió por su garganta casi lo ahogó y los latidos de su corazón se volvieron erráticos.

—¡Lorenzo! —gritó Anna con preocupación al notar el semblante de su hermano. Estaba pálido, como la ceniza.

La muchacha se puso de pie, mientras Lorenzo buscó sentarse en su silla al sentir que las piernas le fallaban.

Para Lorenzo, hablar del accidente, era volver a revivir el dolor que sintió ese día, no miraba ni las noticias para evitar recordar. Y sí, quizá para muchos podía ser extremista o dramático, pero solo él conocía el do
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