Laura peinaba su cabello procurando que sus ojos no se deslizarán y tropezaran con la chica vulnerada que mostraba el reflejo del espejo. No tenía ánimos para abandonar su casa sin embargo, no podía esperar un día más para cancelar su deuda con Chema. Visitar un taller donde se vendía droga era una hazaña arriesgada, más aún en horario nocturno, pero tenía que aprovechar la ausencia de su padre. Cubrió su cabeza con un gorro de lana negro y se abrigo con un suéter de mangas largas en el que guardó el efectivo destinado a saldar la deuda. Salió de su habitación, agradeciendo que Loren no estuviera a primera vista como para percibir su huída. Caminó sigilosa hasta la puerta y sin más demora partió de su casa.
Caminaba sin mucho afán por las calles, esquiva
La mirada oscura de Laura recaía en Christopher quien estaba recargado sobre un motocross Honda aletargado en su celular a escasos centímetros de su casa. La chica vulnerada se lograba ocultar entre arbustos, y la oscuridad de una noche sin luna era su mejor cómplice, mientras rebuscaba valor suficiente para acercarse hasta él para saldar la deuda que creía tener. Christopher había pasado de ser su amigo a ser una especie de tormento. No quería volver a relacionarse con el chico en ningún aspecto, pero tampoco se podía permitir estar en deuda, eso era todavía peor. Cualquiera que lo conociera bien, podría aseverar la seriedad con la que facturaba una deuda, Alex, podía aseverarlo, puesto que por culpa de una deuda osó a traicionarla. Christopher levantó la mirada unos segundos que fueron necesarios para advertir a la temerosa chica que se ocultaba entre ramas y hojas de un arbusto. La piel de Laura se erizó. Consideró en huir, pero no tenía caso hacerlo, de cualquier modo tendría qu
Había transcurrido poco más de media hora desde que platicó con Vanesa, y Christopher seguía mortificándose por la idea de que Caleb y Rebecca fuesen algo más que sólo amigos. Estaba recargado sobre la barra de servicio, bebiendo cervezas, procurando mantenerse lo suficientemente sobrio como para manejar de regreso a casa. El hijo del narcotraficante no era un Don Juan de antaño ni nada parecido, para él las cuestiones del corazón eran dramas de telenovelas latinas y casi nunca sucumbía hacia lo que se sentía, pero con Rebecca era difícil ignorar ese sentimiento. La alumna nueva era una chica que rebosaba de un gran atractivo físico sin embargo, el carácter ocurrente, afable y divertido era lo que resaltaba ante los ojos de Christopher, era lo que más cautivado lo tenía. Le recordaba con frecuencia a Laura quien contaba con un carácter similar antes de que pasara lo que pasó en la velada nocturna en que falleció su madre, desde entonces no había vuelto a tropezarse con ella hasta es
La noticia de que Caleb había decidido romper con su voluntaria abstinencia y enamorarse se hizo saber enseguida y al parecer era el único tema de conversación para los alumnos del instituto. Era la primera vez que Caleb se sentía ameno siendo el centro de atención, aunque no era sólo eso, puesto que la mayoría de su club de admiradoras había faltado a su más reciente partido de soccer. El joven deportista se encontraba en los vestidores del gimnasio, alistándose para marcharse a su primera clase del día con una sonrisa dibujada en sus labios. Todo marchaba como él quería con su supuesta novia. Estaba inmensamente agradecido con Rebecca por haber aceptado su disparatada propuesta y aún más de haberlo comprendido. Nadie era conocedor del agobio que Caleb sentía al no contar con un confidente. Revelar su homosexualidad por primera vez fue un colosal alivio, ahora podía mostrarse cómo era realmente, aunque sea con Rebecca, pero era más de lo que nunca pensó en tener. Se colgó e
La cena transcurría entre una conversación familiar, excluyendo a Rebecca quien carecía del valor suficiente para separar su mirada del plato. El talante austero y severo del magnate podía reprimir a cualquiera. La chica compadecía en sus adentros a su supuesto novio, no era fácil lidiar con un hombre como Alberto cuyo orgullo e ideales destacaban como un lirio amarillo en un jardín de rosas blancas. Era completamente comprensible la postura de Caleb al no desear confesarle a su padre su preferencia sexual y la necesidad que sentía al presentarle una chica a la que pudiera llamar nuera.-Rebecca –Pronunció el magnate, mirándola. La mencionada alzó su vista, temerosa y se aclaró la garganta. –Eres la primera novia que mi hijo me presenta. Cuéntame qué te enamoró de él.-Más allá de su atractivo, Caleb es un chico muy agradable y simp&
El dedo frágil y delicado de Rebecca paseaba por encima del lomo de los libros en la biblioteca, detallando el titulo y el autor de cada una de las obras. No podía negar que habían novelas de gran prestigio como: cien años de soledad sin embargo, ella deseaba leer otra especie de género literario, algo con más misterio. Anhelaba encontrar una novela de Arthur Conan Doyle o Alfred Hitchock y emocionarse con el suspenso que cada uno depositó en sus propias obras, pero parecía ser una misión imposible. Mostró interés en un poemario del escritor chileno Neruda, lo liberó de la demás hilera de libros y lo hojeó. Aunque las letras que figuraban en cada página eran embelesadoras, no era lo que saciaría las ganas de lectora que dominaban a Rebecca, así que lo regresó a su puesto y continuó con su anhelada búsqueda. Su mirada se desvió hacia el ot
El oficial Guzmán había terminado su turno más temprano de lo acostumbrado. Se sorprendió cuando llegó a su morada y la encontró vacía. Laura, seguramente, seguía en el instituto y Loren, quizás, estaría recogiendo a Tobías de la guardería. Era curioso, aquella soledad que vagaba en cada rincón de la casa no desaparecía ni siquiera cuando los ausentes aparecían. Sergio se encaminó hacia su habitación con el anhelo de despojarse de su uniforme de policía y vestirse con prendas más cómodas sin embargo, su propósito fue interrumpido cuando avistó la puerta de la habitación de Laura, abierta, entonces se dispuso a cerrarla. No pudo ignorar la fotografía que reposaba sobre la cama de su hija y se atrevió a entrar, Laura aborrecía que vulnerasen su privacidad. Con la fotografía ya en su dominio Sergio d
Otro día en el instituto y Christopher caminaba con disimulada prisa por los pasillos de “La Virtud” buscando a Alex, indignado por su falta de valor que lo incitó a repartirle su parte de la culpa con Cristina. El catire no podía mantenerle la mirada a su hermana, aún cuando ella sólo quería una plática convencional con él. Los recuerdos de lo que sucedió aquella fatídica noche le empezaban a mortificar y empezaba a sentir el peso de la culpa, una carga que había eludido sin complicaciones hasta que Cristina lo encaró. Era demasiado pronto para pagar el precio de sus acciones. Christopher espera que su secreto se mantuviese oculto al menos durante un tiempo más, sabía que Laura no le diría a nadie, pero la mente de Alex era muy vulnerable y en cualquier instante cedería ante la presión de la culpa.Avistó a su presa entrando a los sa
Descubrió que tener a Rebecca como novia tenía más ventajas de las que creyó al principio. No sólo era esconder su inclinación sexual de su padre, además el resto de chicas del instituto dejaron de verlo como un ídolo y recientemente supo que podría declararse al chico que le gustaba e iniciar un romance clandestino con él, aunque el resto de personas (especialmente Alberto) creerían que estuviera con su novia, así que no quiso esperar más y se atrevería a confesar sus sentimientos a Bruno, al finalizar la fiesta a la que asistiría acompañado de su novia ficticia. El joven de la Vega sentía asfixiarse, cada día un poco más, si continuaba acallando lo que su corazón gritaba y no estaba dispuesto a persistir en ese sosiego.Consideraba la idea mientras esperaba a Rebecca, sentado en la sala de estar de la familia de la chica. Tratando