Los vestidores para hombres se llenaron de euforia cuando el partido terminó siendo ellos los que lideraban el marcador. Todo el equipo de soccer bromeaba y reía mientras se vestían con ropa diferente al uniforme. Vanesa y Rebecca yacían afuera esperando a Alex, en completo silencio. La primera chica detallaba a la otra sin dejar de pensar en el teatro de enamorada que protagonizó con Caleb hace algunos días atrás. Desde entonces se había sentido todavía más distanciada de su objetivo, el cual era enamorarlo. Vanesa tenía más tiempo de conocerlo y nunca lo había visto tan feliz con una chica desde esa noche en el billar de Paco. No fue sólo ese momento donde le enseñaba a jugar billar, sino toda la velada de amigos. Caleb se mostraba más interesado en las anécdotas que Rebecca compartía que en cualquier otra persona. Sus especulaciones se disiparon cuando Alex salió del vestidor. Vanesa se acercó a él y lo besó con discreción, distinguiéndose como si estuviera enamorada del chico, p
Sergio decidió acercar a Laura hasta el instituto para evitar que, nuevamente, perdiera otro día de formación académica. Aparentaban ser dos desconocidos compartiendo un auto. Desde el instante en el que la patrulla de policía se puso en marcha, el silencio ya había ocupado un puesto en el vehículo y a ninguno de los dos parecía importarle. La comunicación entre ellos se agravó considerablemente después de que Laura le reprochara el haberse olvidado de su madre. Sergio etiquetaba como injusta la acusación de su hija. Él y Raquel tuvieron su momento de enamorados, pero más tarde que temprano todo llega a su final, y al parecer Laura había olvidado, pertinentemente, el amor que Sergio derrochó con su madre, y ahora era un desconsiderado ante sus ojos. Aunque el hombre tenía por manifiesto que no fue desatento con la madre de sus hijos, le dolía profundamente qu
Laura peinaba su cabello procurando que sus ojos no se deslizarán y tropezaran con la chica vulnerada que mostraba el reflejo del espejo. No tenía ánimos para abandonar su casa sin embargo, no podía esperar un día más para cancelar su deuda con Chema. Visitar un taller donde se vendía droga era una hazaña arriesgada, más aún en horario nocturno, pero tenía que aprovechar la ausencia de su padre. Cubrió su cabeza con un gorro de lana negro y se abrigo con un suéter de mangas largas en el que guardó el efectivo destinado a saldar la deuda. Salió de su habitación, agradeciendo que Loren no estuviera a primera vista como para percibir su huída. Caminó sigilosa hasta la puerta y sin más demora partió de su casa. Caminaba sin mucho afán por las calles, esquiva
La mirada oscura de Laura recaía en Christopher quien estaba recargado sobre un motocross Honda aletargado en su celular a escasos centímetros de su casa. La chica vulnerada se lograba ocultar entre arbustos, y la oscuridad de una noche sin luna era su mejor cómplice, mientras rebuscaba valor suficiente para acercarse hasta él para saldar la deuda que creía tener. Christopher había pasado de ser su amigo a ser una especie de tormento. No quería volver a relacionarse con el chico en ningún aspecto, pero tampoco se podía permitir estar en deuda, eso era todavía peor. Cualquiera que lo conociera bien, podría aseverar la seriedad con la que facturaba una deuda, Alex, podía aseverarlo, puesto que por culpa de una deuda osó a traicionarla. Christopher levantó la mirada unos segundos que fueron necesarios para advertir a la temerosa chica que se ocultaba entre ramas y hojas de un arbusto. La piel de Laura se erizó. Consideró en huir, pero no tenía caso hacerlo, de cualquier modo tendría qu
Había transcurrido poco más de media hora desde que platicó con Vanesa, y Christopher seguía mortificándose por la idea de que Caleb y Rebecca fuesen algo más que sólo amigos. Estaba recargado sobre la barra de servicio, bebiendo cervezas, procurando mantenerse lo suficientemente sobrio como para manejar de regreso a casa. El hijo del narcotraficante no era un Don Juan de antaño ni nada parecido, para él las cuestiones del corazón eran dramas de telenovelas latinas y casi nunca sucumbía hacia lo que se sentía, pero con Rebecca era difícil ignorar ese sentimiento. La alumna nueva era una chica que rebosaba de un gran atractivo físico sin embargo, el carácter ocurrente, afable y divertido era lo que resaltaba ante los ojos de Christopher, era lo que más cautivado lo tenía. Le recordaba con frecuencia a Laura quien contaba con un carácter similar antes de que pasara lo que pasó en la velada nocturna en que falleció su madre, desde entonces no había vuelto a tropezarse con ella hasta es
La noticia de que Caleb había decidido romper con su voluntaria abstinencia y enamorarse se hizo saber enseguida y al parecer era el único tema de conversación para los alumnos del instituto. Era la primera vez que Caleb se sentía ameno siendo el centro de atención, aunque no era sólo eso, puesto que la mayoría de su club de admiradoras había faltado a su más reciente partido de soccer. El joven deportista se encontraba en los vestidores del gimnasio, alistándose para marcharse a su primera clase del día con una sonrisa dibujada en sus labios. Todo marchaba como él quería con su supuesta novia. Estaba inmensamente agradecido con Rebecca por haber aceptado su disparatada propuesta y aún más de haberlo comprendido. Nadie era conocedor del agobio que Caleb sentía al no contar con un confidente. Revelar su homosexualidad por primera vez fue un colosal alivio, ahora podía mostrarse cómo era realmente, aunque sea con Rebecca, pero era más de lo que nunca pensó en tener. Se colgó e
La cena transcurría entre una conversación familiar, excluyendo a Rebecca quien carecía del valor suficiente para separar su mirada del plato. El talante austero y severo del magnate podía reprimir a cualquiera. La chica compadecía en sus adentros a su supuesto novio, no era fácil lidiar con un hombre como Alberto cuyo orgullo e ideales destacaban como un lirio amarillo en un jardín de rosas blancas. Era completamente comprensible la postura de Caleb al no desear confesarle a su padre su preferencia sexual y la necesidad que sentía al presentarle una chica a la que pudiera llamar nuera.-Rebecca –Pronunció el magnate, mirándola. La mencionada alzó su vista, temerosa y se aclaró la garganta. –Eres la primera novia que mi hijo me presenta. Cuéntame qué te enamoró de él.-Más allá de su atractivo, Caleb es un chico muy agradable y simp&
El dedo frágil y delicado de Rebecca paseaba por encima del lomo de los libros en la biblioteca, detallando el titulo y el autor de cada una de las obras. No podía negar que habían novelas de gran prestigio como: cien años de soledad sin embargo, ella deseaba leer otra especie de género literario, algo con más misterio. Anhelaba encontrar una novela de Arthur Conan Doyle o Alfred Hitchock y emocionarse con el suspenso que cada uno depositó en sus propias obras, pero parecía ser una misión imposible. Mostró interés en un poemario del escritor chileno Neruda, lo liberó de la demás hilera de libros y lo hojeó. Aunque las letras que figuraban en cada página eran embelesadoras, no era lo que saciaría las ganas de lectora que dominaban a Rebecca, así que lo regresó a su puesto y continuó con su anhelada búsqueda. Su mirada se desvió hacia el ot