Amenaza

Una temblorosa Victoria llegó a una modesta posada con apariencia abandonada. La joven mujer detalló los precios de alquiler y decidió que, con el poco dinero que poseía, aquello era lo mejor que podía costearse.

—Por favor, quisiera una habitación—solicitó.

—¿Por cuánto tiempo?—fue la pregunta de la encargada.

—Un mes—respondió titubeante.

La chica la miro como si no entendiera lo que acababa de decir.

—¿Un mes?—repitió escéptica.

—Sí.

—Señorita, si lo que buscaba es un alquiler fijo le puedo recomendar una casa cerca de aquí que está a un buen precio.

Victoria sonrió, encantada. Eso era mucho más de lo que esperaba.

—Por favor.

Con la indicación de aquella mujer, la castaña se dirigió al sitio estipulado. La fulana casa, quedaba en un lugar bastante apartado, había muchos ojos fijos en ella a medida que caminaba y se adentraba a aquel extraño lugar. Justo como le indicaron, la vivienda estaba en alquiler y la dueña estuvo encantada de otorgarle el arrendamiento de manera instantánea
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