Marian se levantó temprano esa mañana, hacia días que ya no podía dormir la noche completa, y se limitaba a tararear canciones sin sentido hasta que sentía la calidez del sol calentando el metal de la pared en que su cama estaba recostada. Esa mañana no esperó la salida del sol, se bajó de su pequeña cama y caminó descalza un rato tratando de menguar el dolor en el pecho, hacía unos días que le dolía, desde que Aleck había muerto.
Abrió la puerta y ella le respondió con un chirrido aterrador que recorrió todos los pacillos a su alrededor. Salió y la puerta rechinó de nuevo al cerrarla. Caminó por los interminables pasillo como un alma en pena, arrastrando la bata de dormir, con el pelo enmarañado y la mirada ausente.
Hablar con su padre había sonado una buena idea cuando salió de su cuarto, pero en cuanto m&aac
Capítulo 19Edward.El rostro del tío de Aleck parece más pálido de lo normal, las ojeras y el cabello canoso le dan un aspecto andrajoso, y lo pixelado de la imagen no ayuda en gran manera a mejorar su imagen. Parece un fantasma que en vez de tener puesta la piel la lleva colgada.Mas temprano de lo que había llegado imaginar, la alarma de emergencia sonó por todo Capricornio, y el megáfono anunció una reunión importante donde el general nos daría una importante información. Uní a mi patético equipo y nos dirigimos allá lo más rápido que pudimos, pero por los pasillos ya se rumoreaba lo que había acontecido. La frase "la hija del general está bien" me calmó más de lo que esperaba, por suerte mi equipo y yo ya habíamos llegado Capricornio cuando atacaron a Emma.Al llegar, la pantall
Siento una sensación fría en el estómago, como un vacío, como caer.—Rosa… Rosa dos — nadie contesta al otro lado, así que me quito el auricular y lo meto en uno de los bolsillos. Cierro los ojos y respiro. Soy un soldado, me han entrenado toda la vida para situaciones como esta —Físicamente —me digo en voz alta —me han entrenado físicamente, no sé cómo pensar — pienso qué haría Aleck, qué haría mi padre… Ellos no se rendirían, supongo, no sin dar la pelea. Doy media vuelta y comienzo a caminar de nuevo por los pasillos, las bombillas de color blanco le dan un especto claustrofóbico, ¿o soy yo?Cuando llego de nuevo a la pequeña oficina, el guardia está en la misma posición en que lo dejé. Recuerdo el camino, claro que lo recuerdo, solo tengo que deshacer mis propios pasos y salir a
Capítulo 21Esta noche no hay sueños, ni pesadillas, solo una oscuridad calmada y pacífica, y cuando despierto estoy acostado de lado sobre el hombro de Pol, su brazo pasa por detrás de mi cabeza y reposa en mi espalda. Está tan tibio, y el ambiente frío del lugar lo hace más reconfortante. Paso mi mano por su pecho desnudo, y de nuevo descubro esa línea de vellos que cubre sus pectorales y hace una línea delgada que se pierde en su ombligo, y lo sigo acariciando con suavidad, perdiéndome en cada sensación, en los abdominales bien definidos, y sus enormes piernas enredadas en las mías. De algo tubo que servir toda una vida de entrenar y formarse.—No sabía que te gustaran velludos —me habla al sentir que llevo buen rato acariciándole el pecho. Me encojo de hombros.—Nunca me había puesto a pensar en eso, solo sé que en t
Capítulo 22Nos toman de una manera más delicada de lo que espero y nos guían al ascensor, esposados, solamente dos guardias entran con nosotros, Rombru no sube. Cuando las puertas se cierran observo a los guardias, tienen tan mala postura que podría derribarlos a los dos yo solo en diez segundos, pero también noto que hay una pequeña cámara de seguridad en una esquina, no lograríamos salir del edificio jamás. Observo a Pol, está calmado y respira profundo.—Lo sospechabas ¿cierto? — le digo —Que él era su hijo o algo sí—Él asiente, el silencio.Mis esposas están un poco ajustadas, y cuando bajamos al piso menos seis, ya tengo los dedos entumecidos.Cuando la puerta se abre nos obligan a avanzar un paso para salir del ascensor y cuando las puertas se cierran nos quedamos en una oscuridad que se extingue al final de
El eco de nuestros pasos en las calles vacías es, cuando menos, escalofriante. La coleta que hizo Lúa en su cabello cuelga desperdigada por toda su espalda, y en vano intenta ponerla de nuevo en su sitio. Yo, en cambio, tengo los cordones desamarrados, pero ¿Quién tiene tiempo de amarrarlos? Cuando llegamos a la entrada del gran edificio donde vimos al presidente en la mañana, estoy cansado y pegajoso. —Solo tenemos que contarle al presidente lo que sabemos y decirle que no ataque a los civiles de las arcas —me dice, amarrando de nuevo la coleta con la liga elástica. —¿Crees que funcione? —la liga se rompe al fin después de varios intentos, y ella la desecha sin ningún remordimiento, como el que tira una goma de mascar en cualquier basurero; opta por dejar su cabello caer libre y este se le enreda de inmediato en la cara. —No lo sé, pero hay una gran posibilidad, tu solo dile que lo van a matar si no lo hace. Verás cómo colabora. —¿Yo le diré?
La Última Guerra Prologo. La tercera guerra mundial absorbió el mundo con ira. Con un desgarrador grito explotó de la nada. Se libró una batalla en que las alianzas se rompieron, en la que los amigos y aliados se acuchillaron por la espalda, y con un festín de sangre se dio comienzo a la violenta guerra que devoró el mundo. Un todos contra todos fueron hundiendo la paz que se buscó por tantos años, y cuando se logró atisbar un momento de paz, una pequeña luz de esperanza, aunque fuese falsa, que anunciaba el fin, afloró el sentimiento que fue el principio y el fin. Orgullo. Y eso fue todo.Los grillos que arrullaban en la noche ya no cantaron, un silencio que anunciaba lo que estaba por venir. la hierba verde que adornaba los jardines perdió su color, de ahí en adelante las cosas se salieron de control, los ríos redujeron su cauce, los animales migraron masivamente buscando una mejor hábitat, pero la mayoría cayeron en el
Cuando estoy en la puerta me vuelvo hacia Edee y le doy un silenciosos adiós, él levanta ambos pulgares y sonríe exageradamente. Me agrada, que bueno que sea mi amigo, de esos en los que uno puede confiar. Lo primero que siento al entrar es la fría y examinadora mirada del psicólogo. No lo veo desde que tenía diez, pero sigue siendo igual de atemorizante. Sus ojos azules siguen mi trayectoria, cada pequeño movimiento es observado hasta que me siento en la incómoda silla frente a él, su cabello negro y entre canoso se menea cuando se inclina para darme la mano. Es fría como el metal del arca en la madrugada. —Bienvenido, Aleck — su voz es bastante grave. Meneo la cabeza asintiendo, con la boca seca — ¿cómo estás? —pregunta en un mero afán por romper la tensión mientras juguetea con los papeles manchados de tinta. —Bien— no tengo más que decir así que me limito a observar el consultorio que es solo un poco más grande que mi dormitorio, las paredes están o
Una mano muy pequeña me aprieta con fuerza, lo suficientemente fuerte como para no dejarme ir en el mar de los pensamientos. ¿y ahora qué? Debo darle un abrazo y prometerle algo que seguramente nunca voy a cumplir. Tal vez me odie, tal vez Marian me odie por abandonarla, así como Edee odia a su padre, y tal vez se odie así misma por que lo último que me diga sea que me odia. Después de dejar la sala de la graduación caminamos en silencio por el laberinto de pasillos. Edee decidió quedarse en su habitación, estaba distraído y taciturno, con los ojos brillosos. Ambos teníamos la esperanza, la pequeña esperanza, esa cosa diminuta que tienes que te hace sentir que tal vez, que solo tal vez las cosas van a salir a tu favor, y cuando las cosas salen mal, tú lo sabías, sabías que saldrían así pero no estás preparado para enfrentar la verdad Seguí con Marian hasta su habitación, cuando llegamos frente a ella nos quedamos petrificados frente a la puerta, las ondulaciones su c