— ¡Y una mierda que haré eso! — Se soltó del agarre — Yo me voy de aquí.
— No hay razón por la cual debas de irte de éste lugar — dijo Kal, mirando al otro híbrido — Es un cobarde que no está preparado para esto...
— Lo sé — se cruzó de brazos — Es todo suyo — le hizo una seña al esclavo de Kal — Vamos, esclavo.
— No puedes dejarme...
— Soy tu amo — dijo, severo — No me interesa lo que tengas que hacer en éste momento — Jean iba a protestar — Harás lo que te ordene o créeme que la marca y el castigo que te hice el primer día quedará pequeño con lo que te haré si Kal no queda satisfecho contigo — lo miró, lleno de seriedad — Recuerda que nuestro trato se puede romper cuando yo desee.
— Entiendo — se tragó su orgullo — Haré lo que me pida, señor.
— Así me gusta — desarregló el cabello del menor — Nos vemos en unas horas en el estacionamiento...
— Me parece perfecto — dijo Kal, colocando su brazo alrededor del cuerpo del human
Jean despertó de golpe en medio su sueño que deseaba volverse en una horrible pesadilla. Miró el techo de la habitación de Kros dándose cuenta de que ya había amanecido y que de seguro era pasado de la hora del desayuno.Se sentó en la cama, buscando su ropa, la cual se colocó lo más rápido que pudo... encontrándose con ese vibrador que Kros había usado con él hace poco menos de unas cuantas horas.El alfa no estaba en la habitación, por lo que supuso que se había levantado temprano... algo que hubiese sido mejor si fuese él quien no estuviese en la habitación. Ni siquiera saliendo de ahí dejó de estar nervioso de que alguien lo viera escabullirse hasta la de los esclavos con esa vestimenta, esperaba que todos los esclavos estén muy ocupados. Entró a las duchas con una toalla y sacó todo la ropa que pudo del armario, en donde metió la ropa que usó.Cuando estuvo presentable y caminó un poco salió de la habitación, tomando una escoba del armario de ute
Jean le decía palabras tranquilizadoras, que poco a poco iban calmando el llanto del humano que parecía una magdalena en apuros por seguir llorando. Ni siquiera podía imaginar lo que Kros hizo para que ese sujeto se desquitara de una manera tan vil con alguien que no podía defenderse.Ni siquiera cuando se puso de pie para buscar una toalla, Luca lo soltó, no podía hacerlo. Se sentía inseguro por lo que había ocurrido y su entrada al menos había dejado de dejar salir sangre. Lo envolvió con una toalla para que se mantuviese caliente.— Les dije que salieran de aquí... que se alejaran — le gruñó, a todos los esclavos que habían estado detrás de la puerta — ¿Qué tanto escucharon?— La puerta... no escuchamos nada — dijo uno de ellos, sintiéndose avergonzado — ¿Hay algo que podamos hacer?— Algo caliente, si van los tres tal vez lo que sea que hagan esté rápido — dijo, para que se perdieran — Deben de hacerlo rápido, antes que los de la otra habit
Kros movió su cuello de un lado a otro mientras dejaba al humano sobre la cama, no le creyó del todo esa historia por la manera en la que había reaccionado. Ese humano sabía cómo hacer que el mundo estuviese en sus manos con sólo un chasquido de dedos.Esa marca que tenía en esa parte de su cuerpo no parecía ser de alguna apuñalada, no. Esa parecía ser otra cosa que desconocía. Salió de la habitación, cerrándola detrás de él y bajó las escaleras de dos en dos, y corrió hacia la habitación en la que estaba Luca.La cerró con seguro, dando grandes zancadas hasta quitarle las sabanas que cubrían su cuerpo.— ¿Qué demonios fue lo hiciste para que Abdel te dejara de esa manera? — lo golpeó en la pierna — Responde.— No le hice nada — quiso volver a tomar la sabana — En verdad no hice nada malo, sólo se enojó...— No me gustan las mentiras, esclavo — pellizcó el puente de su nariz — Y Jean y tú son amigos por algo.— En verdad...
Kros subió una de las piernas del menor y la colocó a lo largo del escritorio, logrando que éste volviese a quedar de puntitas nuevamente, pero con un solo pie. Dejó caer sus labios en la espalda de éste y luego clavó sus dientes dejándole en claro que tenía en control. El cuerpo debajo de sus labios se arqueó a más no poder.La marca que le hizo con el fierro estaba ahí, vigente y a la espera de que cicatrizara, pero parecía no querer hacerlo.— No podré caminar después de esto y juro que te mataré con mis propias manos... — gimió — Dios...— Ese señor no existe — rió, volviendo a clavar sus dientes en la espalda del menor — Pero... estoy seguro de que no me matarás por más que desees hacerlo...— Tu suerte se terminará cuando menos lo esperes y no podr&a
Kros no dijo algo más, simplemente se alejó del humano y sin ninguna otra mirada, salió de la lavandería. Llamó a una persona que podía darle la información que deseaba.Jean tenía la mandíbula temblorosa... había huido por dos razones del continente americano y una de las razones era su apellido que lo tenía marcado de por vida. Terminó de lavar la ropa, asegurando la puerta desde adentro, se dijo que podía controlarse antes de que Kros supiese que él estaba detrás de toda la mierda que habían vivido los híbridos.Era la una de la mañana cuando salió de ese lugar y caminó hacia la habitación, lanzándose a la cama en el proceso con todos sus brazos adoloridos por las horas que se mantuvo lavando toda la ropa de sus compañeros.El tiempo seguía pasando, y con eso pasaron varias semanas en las cuales ninguno de los dos volvió a tocar el tema de los orígenes del menor. Éste ni siquiera se había mostrado nervioso, sino que cambiaba de conversación y el hi
Jean no se separó de Kros durante el transcurso de la noche, incluso parecía más sumiso que las veces anteriores. Comió en silencio, sumido con sus pensamientos de lo que pasó hace años en el otro continente. Dejó su plato a un plato a un lado y apoyó su mejilla contra la pierna de Kros, quien le acarició la cabeza de manera cariñosa, pero que la confusión estaba en su rostro al verlo de esa forma con él.— ¿Sucede algo, esclavo?— No, mi señor — respondió en voz baja — ¿Puedo ir al baño? — Pidió — Regresaré rápido.— Ve, cuando regreses tal vez estemos en el jardín — le dio un apretón en su hombro — No tardes.— Entendido.Con pasos vacilantes, tomó su plato dejándolo en la cocina y corriendo hacia uno de los baño del primer piso en donde se encerró. Se sostuvo de ambas manos contra el lavamanos, dejando caer su cabeza hacia el frente mientras comenzaba a llorar.La misma persona que destruyó su vida estaba ahí, otra vez. Se sent
Jean miró hacia todos lados para evitar lo mejor posible a Darién.Limpió la cocina ese día, sin ayuda de Luca como se le hacía costumbre, pero al perecer éste estaba en alguna parte del segundo piso con Abdel, porque era la tres de la tarde y aun no daba señales de vida.Movió su cuello de un lado a otro lo mejor posible, dándose cuenta de que necesitaba una enorme cama lo antes posible, porque o si no explotaría o se desmayaría. Sus sentidos estaban por el suelo, y ni hablar de cómo estaba su pierna con esa tremenda mordida.Ni siquiera podía colocarse el pantalón de manera adecuada porque le dolía el mínimo roce. Tomó una escoba y prosiguió a limpiar la sala, aunque no habían muchas cosas que hacer en ese lugar, hizo todo de manera lenta y casi se ponía a llorar al sentirse tan débil.Un largo suspiro salió de sus labios cuando se sentó en una de las sillas, y apoyó su frente en la mesa, sintiendo que su pierna estaba con una enorme mordida
Jean y Luca fueron detrás de un Walid asustado que intentaba salir de las garras de esos dos pero le era imposible hacerlo, debido a que estos querían tocarlo demás en sus partes... algo que no era permitido.Pero, era un simple juego entre los tres, ya que las labores de la casa estaban terminadas.Jean logró atraparlo por la polera que tenía puesta y lo alejó de la puerta por la que intentaba escapar de él. Se subió encima al igual que Luca, manteniéndolo en el piso inmovilizado.— Te atrapé — dijo Jean, lleno de orgullo — Vamos a divertirnos.— La única persona que se va a divertir soy yo cuando vea como Kros te deja sin hijos por estar tocándome en partes en donde no debes — se quedó quieto — Deja de tocarme, cochino.— Sólo reviso el paquete de entrega — pellizcó su tetilla — Todo en orden — Luca se bajó y luego él — ¿Por qué huyes de mí?— No me gustan las personas — se sacudió el polvo — Tú eres una de esas personas.