Capitulo746
—Paula, tú… esto…

Paula cruzó con tranquilidad los brazos sobre el pecho y me miró con una expresión desafiante: —¿Qué pasa conmigo? ¿Acaso no soy tu clienta? ¿O es que ahora te niegas a atender a los clientes?

Lo negué enseguida: —No es eso, es solo que ahora no estoy en condiciones de hacer algo. Tú misma puedes ver que todavía llevo el brazo enyesado.

—Pero tienes la otra mano más que bien.— Paula una mueca y me miró con insistencia.

Yo aún intentaba encontrar una manera fácil de rechazarla cuando, de repente, Paula se acercó y me agarró furiosa del cuello de la camisa.

—No me pongas excusas. Hoy, sí o sí, quiero que seas tú quien me atienda.

Mientras hablaba, me arrastró directo hacia una de las salas privadas y, sin darme tiempo a reaccionar, cerró la puerta con llave desde el otro lado.

Sentí un fuerte escalofrío recorrerme el cuerpo.

—Paula, ¿qué estás haciendo?

¡Qué mujer! No me dio oportunidad de decir nada más. De pronto, se abalanzó sobre mí y me besó con fuerza en los labio
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