Capitulo584
—¡Ay, María, ¿qué es lo que haces? Me has pegado tremendo susto!— Alodia se llevó la mano al pecho, visiblemente sorprendida.

Al darse cuenta de que la expresión de su hija no era la habitual, Alodia finalmente preguntó con tono preocupado: —¿Qué es lo que pasa, María? ¿Sucedido acaso algo?

—Aunque fuera algo muy grave, no deberías ponerte siempre tan enojada. Si te enojas mucho, te saldrán arrugas a temprana edad.

—No más mira a mamá, ya tengo más de 50 años, y mi piel sigue tan tersa como la del culito de un bebe. El secreto es que rara vez me enojo. Aunque lo haga, siempre trato de sonreír.

Alodia era una mujer que no se preocupaba por nada. Su esposo la adoraba y no le permitia que hiciera nada, y ya de por si, era algo inepta ya que no había nada en casa que tuviera que gestionar.

Además, siempre había sido una mimada, lo que hacía que, a pesar de tener más de 50 años, pareciera una jovencita de unos 30.

Y esa sensación de juventud no solo venía de su apariencia o su figura, sino
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