No puedo seguir esperando sin hacer nada, pensó Amanda. No podía permitir que Jorge decidiera su destino. Si todo salía mal, que la arrestaran. Al menos en la cárcel le darían de comer, no la torturarían como lo estaban haciendo ahora.Se levantó con determinación, apoyándose en la pared. Primero, bebió tanta agua como pudo para llenar su estómago y recuperar un poco de fuerza, luego se dirigió al balcón.Era de madrugada y los empleados de la casa ya estaban dormidos.Miró por la ventana la estructura exterior. Justo al lado estaba la unidad del aire acondicionado. Si lograba saltar la baranda y aterrizar sobre la unidad, podría deslizarse por la tubería hasta el suelo.Era eso o quedarse allí y morir de hambre. Amanda decidió arriesgarse. No quería seguir atrapada, las paredes cada vez se sentían más cercanas.Miró hacia abajo. Parecía un abismo negro, como si una bestia estuviera esperando para devorarla. Tragó el miedo y, con manos temblorosas trepó la baranda.No sabía si era por
¿Acaso después de todo el esfuerzo para escapar de la mansión iba a caer en otro infierno? Amanda luchaba con todas sus fuerzas para desatarse, el instinto de supervivencia le daba energía.—¡Suéltame! —gritaba, al borde del llanto, con la voz temblorosa.—Tranquila, nena. El tío te va a cuidar muy bien. ¡Vaya suerte la mía, que te mandaron a mí! —dijo el hombre, con una sonrisa lasciva y repugnante.Amanda sintió una oleada de asco. Con una hábil maniobra logró desatarse y con la mano temblorosa, alcanzó una piedra del suelo y, sin pensarlo dos veces, golpeó en la cabeza al perturbador hombre.No supo dónde lo había golpeado, pero fue suficiente para que él la soltara con un gemido de dolor.Amanda aprovechó el momento y comenzó a correr. Sabía que, si la arrastraba a ese edificio abandonado, nadie la escucharía, nadie la salvaría.—¡Maldita sea...! —gruñó el conductor, mientras la perseguía.—¡Ayuda! ¿¡Alguien puede ayudarme!? —gritaba desesperada—. ¡Me quieren violar! ¡Auxilio!Su ú
El conductor era un hombre solitario y abusador, y al verla, aprovechó para cumplir sus instintos. Por eso intentó llevarla a un lugar apartado para abusar de ella.No esperaba que justo ese día, después de terminar un asunto en otra ciudad, tomara un atajo y se encontrara con esa escena.—¿Lograste averiguar algo de la mansión de los Toledano? —preguntó Lucas.—Sí. Al parecer, la señorita Amanda estuvo a punto de matar a la hermana menor de Jorge Toledano por accidente. Como castigo, Jorge la encerró para darle una lección.—Los empleados de la casa le cortaron el suministro de comida y agua, la incomunicaron. Llevaba días sin comer, sobreviviendo solo con agua del grifo. Fue entonces cuando escapó en plena noche. Básicamente estaba secuestrada.—Como estaba encerrada, nadie ha entrado a su habitación para verificar si sigue ahí, así que aún no saben que se escapó. Pero no pasará mucho tiempo antes de que lo descubran.Lucas soltó una risa irónica.—Jorge se hacía pasar por alguien qu
—Amanda, parece que tu pareja no es quien tu pensabas —dijo Lucas, con una burla sin piedad.—Tú no tienes derecho a opinar.Lucas se quedó en silencio. Era como si hubiera cavado su propia tumba con ese comentario, pero al ver el carácter fuerte de Amanda, no pudo evitar encontrarla aún más interesante. Desde que se separaron, ella le había hecho sentir tantas emociones contradictorias que estaba entre la lujuria y el odio, sin saber qué camino tomar.En ese momento, el celular de Lucas sonó. Miró la pantalla con malgenio.—Voy a contestar esta llamada.Se apartó un poco de Amanda, y ella de inmediato supo que quien llamaba era Viviana Sevilla.Lucas caminó hasta el pasillo.—Lucas, ¿en qué has estado? No me has contestado ninguna de mis llamadas.—He estado de viaje por trabajo, estoy lleno de cosas pendientes. Tienes que entenderlo.—Me dijiste que ayer ibas a regresar para estar conmigo.—Tranquila, estaré contigo cuando vuelva.Lucas mintió sin pensarlo dos veces, tratando de calm
—Eres más dura de lo que pensaba, Amanda. Volveré a verte después—dijo Lucas antes de marcharse.No quería arriesgarse a que Viviana llegara y los encontrara juntos. Sería imposible explicarlo. Mejor evitar problemas.En cuanto Lucas salió, Jorge empujó la puerta de la habitación, pero la cama estaba vacía. Amanda había arrancado la intravenosa y no estaba por ningún lado.—¿Ami? —preguntó preocupado, mientras buscaba a su alrededor.Abrió la puerta del baño y la encontró intentando trepar por la ventana.Jorge se impactó, ¡estaban en el décimo piso!¿Me tendrá tanto miedo como para arriesgar su vida escapando? —Pensó.Corrió hacia ella y la agarró por los hombros, tirándola hacia él.—¿Qué demonios estás haciendo? ¿Te volviste ahora loca?Amanda también estaba asustada. Pensaba que podría saltar hacia la unidad del aire acondicionado y pasar al baño de la habitación de al lado similar a como había escapado de la mansión. Incluso había atado la cortina de baño a su cintura y la otra pa
Catalina hizo un gesto desconcertante, visiblemente molesta.—Hermanito, ya pasó lo que pasó. Yo ni siquiera quiero seguir hablando de eso, ¿por qué sigues preguntándome pues? No importa lo que haya hecho, eso no justifica que ella me atacara con un cuchillo, ¿verdad? Ya habíamos hablado de eso ¡intentó matarme y tú no entiendes!—Las empleadas me lo contaron todo —respondió Lucas mirándola con ojos llenos de decepción.Catalina sintió un escalofrío.Su mirada vaciló por un momento, aunque rápidamente intentó recomponerse, pero Jorge ya había entendido lo que estaba ocurriendo.No necesitaba hablar con las empleadas para saber lo que había pasado; si investigaba a fondo, sin duda descubriría la verdad. Sin embargo, quería que Catalina lo admitiera, porque era su hermana y no podía creerla capaz de haber hecho semejante atrocidad.—Hermanito, lo admito, sí, la molesté un poco. Le dije que te comprara un pastel para tu cumpleaños, pero solo era una broma, estaba un poco celosa de que no
—¿Qué quieres decir? —Catalina preguntó con sospecha, su frente se arrugó, visiblemente molesta.—Tengo nuestras conversaciones guardadas. Si el señor llega a enterarse...—¿Me amenazas? —Catalina no podía creer que doña Gertrudis tuviera tanto valor para hacerlo.Doña Gertrudis, en realidad, tampoco se sentía muy segura, pero había conseguido el puesto de ama de llaves con mucho esfuerzo, ganando un salario considerable y que no estaba dispuesta a perder. Si ahora la despedían, le resultaría difícil encontrar otro trabajo con su avanzada edad.Ella lo había hecho todo por ayudar a Catalina, por lo que esperaba que esta se hiciera responsable.—Señorita Catalina, lo hice porque usted me lo pidió, y por eso me han echado. Tiene que ayudarme, o tendré que recurrir al señor.—Está bien, me haré cargo de esto —dijo Catalina apretando los dientes.Había confiado demasiado en doña Gertrudis, creyendo que era alguien leal a la familia Toledano, tratándola casi como si fuera de la familia. Per
—Después de eso, Jorge no volvió a visitarla.Amanda pasó cinco días más en el hospital, recuperándose poco a poco. Ya no sentía esa sensación de ligereza al ponerse de pie. Las contusiones y hematomas en su cuerpo comenzaron a desaparecer.Al recoger sus pertenencias para dejar el hospital, decidió ir a la Mansión para llevarse sus cosas personales. Durante esos días, apenas había hablado con Jorge. Él iba a verla todos los días, pero llegaba a medianoche por asuntos pendientes y para no incomodarla.Jorge parecía tener muchas cosas que decir, pero siempre se detenía antes de hablar. En sus ojos se ocultaba algo profundo, una emoción que Amanda no comprendía ni deseaba interpretar.Cuando salió del hospital, fue Jorge quien la llevó en coche hasta la hacienda. Al llegar, la sorprendió la escena que la esperaba.—Bienvenida, señora —saludaron en coro varias empleadas uniformadas, todas caras nuevas.Amanda se sobresaltó.—¿Esto…?—Son nuevas empleadas —explicó Jorge con la voz ronca, c